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Pon, Señor, constancia en mis esfuerzos, lucidez en mi mirada, serenidad en mis lamentos, fortaleza en mis cansancios, frutos en mis desvelos, generosidad en mis entregas, fecundidad en mi tiempo, aliento en mis desánimos, realidad en mis sueños. Borra en mí todo rastro de egoísmos y de miedos, de deseos de sobresalir, de buscar primeros puestos, de soberbias e indignaciones, de envidias y recelos, de ansias de prestigio, de ambiciones y de apegos. Oriéntame por el camino de lo sencillo y lo pequeño, del servicio desinteresado, de la calidad de mis gestos, de la escucha atenta, de la disponibilidad a todo riesgo, de la actitud acogedora, de la profundidad del silencio, de la siembra hecha con paciencia y con empeño, de la búsqueda realizada desde un buen discernimiento, de todo lo que me ayude a la construcción de tu Reino. Perdón, Señor… por mis actitudes prepotentes y mi afán de dominar. por buscar el prestigio y la notoriedad. por no valorar las sencillas entregas que me ayudan a mejorar. por mi falta de esfuerzo, de sacrificio, de entrega, de generosidad. *********************************** Ayúdanos, Señor, a ser alternativa… construyendo una Iglesia que se distinga por la misericordia y la acogida. denunciando situaciones de marginación e injusticia. apostando por formas de vida más austeras y sencillas creando signos de esperanza para las personas cansadas y abatidas. haciendo gestos que muevan a una vida y una fe más comprometidas. buscando cauces de comunicación en las partes divididas. aliviando dolores y estando cercanos a las personas heridas. generando ilusión y mostrando siempre el evangelio de la alegría. mostrando actitudes de servicio y de generosidad compartida Tu Palabra, Señor, es luz para los hombres. Desde el día de tu llegada alegraste la noche oscura del hombre. Señor, tú eres la luz del mundo, y nosotros, pequeñas luces de tu inmensa luz; somos pequeños ríos de tu inmenso mar; somos como rayos débiles de tu inmenso sol. Que entienda que servir a los hermanos es la tarea más importante de los hijos de Dios. Si te sigo, no me perderé en el camino; si bendigo tu nombre, quedaré bendecido por tu presencia. Que no cese de dar gracias por tu Palabra que nos salva, porque pones esperanza a nuestro lado, porque siembras de ilusión nuestros senderos, porque nos das fuerza y sentido cuando nos sentimos decepcionados, engañados o humillados. Y porque tu Palabra, Señor, es luz para los hombres..., gracias porque eres esperanza de muchos pueblos, horizonte de muchas metas, vida de muchas vidas, ánimo de los que luchan por hacer posible el Reino. Gracias, Señor, porque eres la luz de todos los pueblos. ¡Que tu «misericordia» nos acompañe siempre! [I.L.] 29º Dom. T. O. Ciclo B Ser alternativa TU MISERICORDIA. SALOMÉ ARRICIBITA MANTENER LA CONFESIÓN DE LA FE. En medio de incertidumbres y dudas, de momentos de desánimo y tristezas, en situaciones de pluralidad de caminos, ofertas, posibilidades, propuestas… se me invita hoy a mantener la fe. No como una reliquia recibida del pasado, sino como una convicción que me da serenidad, fortaleza, felicidad, sentido, hondura, seguridad… Acercarme a Jesús y su evangelio para encontrar la luz que me oriente, el alimento que me hace crecer, la ayuda que me acompaña en cada momento… ¿Qué y quién me ayuda a mantener la fe? ¿Cómo la voy haciendo crecer y madurar? ¿Qué es lo que más me la cuestiona y cómo lo afronto? ¿Qué medios me sirven para llegar a un encuentro con Jesús? ¿QUÉ QUERÉIS QUE HAGA POR VOSOTROS? Jesús nos lanza también la pregunta: ¿Cuáles son mis deseos más profundos? ¿A qué aspiro? ¿Qué busco cuando me acerco a Jesús, celebro la eucaristía, practico la oración, realizo las prácticas de caridad…? En muchos momentos podemos vernos retratados y reflejados en los discípulos de este evangelio: persiguiendo nuestros propios planes y proyectos, preocupados por nuestra “posición”, buscando notoriedad o “primeros puestos”, cargados con nuestros egoísmos y nuestros miedos, con nuestras soberbias e indignaciones ante lo que interpretamos como minusvaloración de nuestras aspiraciones y derechos. Puedo hacer un rato de oración y responder con sinceridad a esta pregunta de Jesús. VOSOTROS NADA DE ESO. Frente al “vivir para mí” (yo, mi, lo mío…), Jesús me habla de otra “alter-nativa” (hacer surgir, crear algo distinto): “vivir para los demás” en actitud de servicio, de entrega, de generosidad… Es el camino que propone Jesús: un continuo des-vivirse, des-centrarse, des-cender … para estar atento, cercano, disponible para quien me pueda necesitar. Para Jesús, dar la vida es un gesto que enriquece, que genera vida en los demás, que “rescata”, que libera y salva a las personas, que da plenitud a la vida. ¿Es así para mí? Sólo quien entrega su vida por los demás la hace fructificar. Mi relación con los otros manifiesta mi manera de entender la vida. ¿El otro me aporta o me quita? Cuando soy generoso ¿pierdo o gano? Cuando gasto tiempo, dinero, esfuerzo… con los demás (a cambio de nada) ¿estoy “perdiendo de lo mío” o estoy haciendo posible un mundo de relaciones más auténtico y más humano? Para Jesús, el servicio, la generosidad, la entrega, la solidaridad… irradian una “autoridad” única que “marca” la grandeza de las personas. Hoy Jesús nos invita a trabajar para servir, estudiar para servir, ser empresario para servir, ser voluntario para servir, realizar las tareas de casa para servir, ser sacerdote para servir, ser científico para servir, ser abogado para servir... Porque “una Iglesia que no sirve, no sirve para nada” (Mons. Jaques Galliot)
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Lectura del libro de Isaías (53,10-11): El Señor quiso triturarlo
con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Salmo 32, y 22 R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R/. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R/. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R/.
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LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS (4,14-16): Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un no sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente *********************** LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (10,35-45): En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: «Lo somos.» Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»
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