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Publicada porAlberto Peralta Ruiz Modificado hace 6 años
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FILOSOFÍA MEDIEVAL LA DISPUTA ENTRE FE Y RAZÓN
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CONTEXTO HISTÓRICO La edad media o Medioevo es el periodo histórico de la civilización occidental comprendido entre los siglos V y el XV. Comienzo: 476 Caída del Imperio Romano Finaliza: Caída del imperio Bizantino 1453 Invención de la imprenta de Gutemberg Edad Media Filosofía Griega Renacimiento clásicos Baja edad media Presocráticos Helenismo Alta edad media Siglo V adc Siglo V dc Siglo XI Siglo XV Siglo XVI Siglo I de la era cristiana Caída del imperio Romano Caída del imperio Bizantino
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Constantino I el grande
CONTEXTO HISTÓRICO LA EDAD MEDIA Se divide en Alta edad media Siglo V al X Baja edad media Siglo X al XV características Cristianismo Islam Feudalismo Las cruzadas Peste negra Rey Clero y nobleza Siglo XIV Caballeros Cristianismo vs. Islam Profeta Mahoma Siervos Constantino I el grande Clases sociales
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CONTEXTO GEOGRÁFICO
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CONTEXTO DEL PENSAMIENTO MEDIEVAL
El apogeo del cristianismo Los padres de la iglesia instauran el Dogma cristiano LA PATRÍSTICA La influencia helénica Platonismo Teología Interpretación Bíblica Acercamiento a la filosofía árabe FE Y RAZÓN ESCOLASTICISMO Aristotelismo Separación Fe y Razón
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PATRÍSTICA Sistema filosófico de los Padres de la Iglesia; esto es, de los primeros filósofos y teólogos del cristianismo que sentaron las bases doctrinales de la Iglesia. Según el idioma en que escribieron se los clasifica en : Padres de la Iglesia de rito latino Padres de la Iglesia de rito griego Con el nombre de «Padres de la Iglesia» denomina la Iglesia católica a los teólogos y autores que establecieron la doctrina cristiana con anterioridad al siglo VIII. Los escritos de los padres (denominados, en su conjunto, literatura patrística), se fundamentan en los textos de la Biblia (especialmente del Evangelio), en los escritos de los padres Apostólicos, en las máximas eclesiásticas y en las decisiones de los concilios de la Iglesia. Facilitaron un conjunto doctrinal articulado de la enseñanza cristiana para que pudiera ser difundido por todos los rincones del Imperio romano. Los primeros doctores de la Iglesia fueron, a su vez, cuatro padres de la Iglesia de Occidente (san Ambrosio, san Agustín de Hipona, el papa san Gregorio I y san Jerónimo) y cuatro padres de la Iglesia de Oriente (san Atanasio, san Basilio, san Juan Crisóstomo y san Gregorio Nacianceno). Los primeros padres orientales (Clemente de Alejandría, san Justino Mártir y Orígenes) estuvieron bajo la influencia de la filosofía griega. Sin embargo, los padres occidentales (principalmente Tertuliano, san Gregorio I y san Jerónimo), por lo general, evitaron la síntesis del pensamiento pagano con el cristiano.
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ESCOLASTICISMO Movimiento filosófico y teológico que intentó utilizar la razón natural humana, en particular la filosofía y la ciencia de Aristóteles, para comprender el contenido sobrenatural de la revelación cristiana. Principal corriente en las escuelas y universidades de Europa durante la edad media (especialmente desde mediados del siglo XI hasta mediados del siglo XV), su ideal último fue integrar en un sistema ordenado el saber natural de Grecia y Roma y el saber religioso del cristianismo. El término “escolástica” también se utiliza, en un sentido más amplio, para expresar el espíritu y métodos característicos de ese momento de la historia de la filosofía occidental o cualquier otro espíritu o actitud similar hacia el saber de otras épocas. En su origen “escolástico” designaba a los maestros de las escuelas monásticas o catedralicias medievales, de las que surgieron las universidades, pero acabó por aplicarse a cualquiera que enseñara filosofía o teología en dichas escuelas o universidades.
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FILÓSOFOS Y AUTORES MEDIEVALES
Anselmo de Canterbury Agustín de Hipona Juan Escoto Eriúgena Guillermo de Ockham Nicolás de Cusa Séneca (-4 a 65) Maimónides Siglo I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII XIV XV XVI Plotino Boecio Avicena Pedro Abelardo Roger Bacon Tomás de Aquino
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¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad!
Del libro de las Confesiones de san Agustín, obispo Libro 7, , 27 (Año 398) “Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía, y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré, y vi con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba por encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba en lo más alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo más bajo, porque fui hecho por ella. La conoce el que conoce la verdad”.
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Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I-II, cuestión 94, art
“Ahora bien, entre las cosas que son conocidas de todos hay un cierto orden. Porque lo primero que alcanza nuestra aprehensión es el ente, cuya noción va incluida en todo lo que el hombre aprehende. Por eso el primer principio indemostrable es que “no se puede afirmar y negar a la vez una misma cosa”, principio que se funda en las nociones de ente y no-ente y sobre el cual se asientan todos los demás principios, según se dice en IV Metaphys. Mas así como el ente es la noción absolutamente primera del conocimiento, así el bien es lo primero que se alcanza por la aprehensión de la razón práctica, ordenada a la operación; porque todo agente obra por un fin, y el fin tiene razón de bien. De ahí que el primer principio de la razón práctica es el que se funda sobre la noción de bien, y se formula así: “el bien es lo que todos apetecen”. En consecuencia, el primer precepto de la ley es éste: “El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse”. Y sobre éste se fundan todos los demás preceptos de la ley natural, de suerte que cuanto se ha de hacer o evitar caerá bajo los preceptos de esta ley en la medida en que la razón práctica lo capte naturalmente como bien humano.”
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“Dios es absolutamente el sumo bien, y no sólo en algún género o en algún orden de cosas. Así, pues, y como ya se ha dicho (a.1), se atribuye a Dios el bien en cuanto todas las perfecciones deseadas dimanan de él como primera causa. No es que dimanen de El como de un agente unívoco, como quedó demostrado (q.4 a.3), sino como de un agente que no se corresponde con los efectos ni por razón de la especie ni por razón del género. La semejanza del efecto se encuentra en la causa unívoca uniformemente; en cambio, en la causa equívoca se encuentra de forma más sublime, como el calor se encuentra de forma más sublime en el sol que en el fuego. Así, pues, como quiera que el bien está en Dios como la primera causa no unívoca, es necesario que el bien esté en El de modo más sublime. Y por esto se le llama sumo bien”. Santo Tomás, Suma Teológica, I, cuestión 6, art. 2 (1265–1272)
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