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Domingo Septimo ¿ENEMIGOS?
Coment. Evangelio Domingo VII T. O. Ciclo A Febrero Francisco Cerro Chaves. Obispo de Coria-Cáceres Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: Instrumental violín y oboe Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
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TEXTO BÍBLICO Mt Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
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Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.
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El Evangelio de Jesús siempre nos coloca frente a las cuerdas
El Evangelio de Jesús siempre nos coloca frente a las cuerdas. No nos deja respiro.
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No es fácil la experiencia del Amor de Jesús, porque cree en la persona, y nos lleva a un amor sin límites, a amar a los enemigos.
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El Señor nos lleva a una santidad de “sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”.
Se entiende por perfección el vivir “con los sentimientos del Corazón de Cristo”.
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La perfección cristiana no es una especie de nerviosismo absurdo que nos lleva a “pegarle en la cresta” a todos, porque nos convertimos en una especie de “autorreferencialidad”,
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como los fariseos que se creían perfectos y juzgaban a todos sin piedad, como nos recuerda la parábola de los dos que fueron a rezar al templo.
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¿Cuál es la perfección cristiana?
Se lo han preguntado teólogos y santos al inicio de la vida cristiana y, también, cuando nos van saliendo canas nos puede surgir esa pregunta. ¿Cuál es la perfección cristiana?
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Mirando a Jesús y contrastando con los otros paralelos, la perfección es la suma humildad de los que tienen un corazón misericordioso, manso y humilde, como el de Jesús.
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Esta es la clave de nuestra vida.
Mirar a Jesús y dejarse impregnar por su misericordia.
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¿Enemigos? Aquellos que quieren serlo, pero nosotros rezar y pedir mucho por los que nos hacen daño, nos calumnian y la envidia nos les deja vivir.
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Nuestra clave es la del Padre Nuestro:
“Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” Nuestra clave es la del Padre Nuestro:
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No tener enemigos concretos a los que nosotros tenemos que amar como los ama Jesús,
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pero sí tener enemigos a los que nos gustaría aplastar contra la pared, como son el odio, el terrorismo, la venganza, los que matan, los que explotan, todos aquellos que destrozan el corazón humano y la convivencia entre los pueblos.
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Para ellos debe ser nuestra oración y, por tanto, nuestro perdón.
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Es preciso y precioso volver al Evangelio de Jesús donde el centro es Él, su Amor y sus claves para que el mundo cambie
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sabiendo, como dice el Papa Francisco, que otro mundo es posible.
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Es preciso volver a la alegría del Evangelio, del perdón, de la reconciliación.
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Con sabiduría decía el dominico Padre Lacordaire:
¿Quieres ser feliz un instante? Véngate... ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona.
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Quien lleva al extremo las ansias de venganza, de “ojo por ojo y diente por diente”, de aplastar siempre, en el fondo lleva, durante toda su vida, un cadáver en su corazón
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que se traduce en una inmensa tristeza y una infelicidad que es patente a los ojos de cualquiera.
FIN
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