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Publicada porJosé Carlos Navarrete Gutiérrez Modificado hace 6 años
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Es el acontecimiento culminante de la existencia de María.
La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María se celebra el 15 de agosto. La fiesta es “la fiesta de María”, la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en su honor. Es el acontecimiento culminante de la existencia de María.
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La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos. Ella alcanzó la Gloria de Dios por la vivencia de las virtudes. Se coronó con estas virtudes. María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios.
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Toda la celebración tiene un tono de victoria y esperanza.
El triunfo de la Madre de Jesús es un poco nuestro propio triunfo y el de toda la humanidad. a) Es la victoria de Cristo Jesús: el Señor Resucitado, tal como nos lo presenta Pablo, es el punto culminante del plan salvador de Dios. Él es la "primicia", el primero que triunfa plenamente de la muerte y del mal, pasando a la nueva existencia. El segundo y definitivo Adán que corrige el falló del primero.
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b) Es la victoria de la Virgen María, que, como primera seguidora de Jesús y la primera salvada por su Pascua, participa ya de la victoria de su Hijo, elevada también ella a la gloria definitiva en cuerpo y alma. Ella, que supo decir un "sí" radical a Dios, que creyó en él y le fue plenamente obediente en su vida, es ahora glorificada y asociada a la victoria de su Hijo. En verdad "ha hecho obras grandes" en ella el Señor.
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c) Pero es también nuestra victoria, porque el triunfo de Cristo y de su Madre se proyecta a la Iglesia y a toda la humanidad. En María se retrata y condensa nuestro destino cristiano. A1 igual que su "sí" fue como representante del nuestro, también el "sí" de Dios a ella, glorificándola, es también un sí a nosotros: nos señala el destino que Dios quiere para todos.
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nos garantizan nuestra victoria final.
La comunidad eclesial es una comunidad en marcha, en lucha constante contra el mal. La Mujer del Apocalipsis, la Iglesia misma, y dentro de ella de modo eminente la Virgen María, nos garantizan nuestra victoria final. La Virgen es "figura y primicia de la Iglesia, que un día será glorificada; ella es consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra".
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No se conoce nada cierto en relación al día, año, y modo en que murió Nuestra Señora.
Sin embargo, la fe católica siempre derivó su conocimiento de este misterio de la tradición apostólica. Las fechas asignadas varían entre tres y quince años luego de la Ascensión de Cristo. Dos ciudades proclaman ser el lugar de la partida: Jerusalén y Éfeso. La opinión general favorece a Jerusalén, donde se muestra su tumba; pero algunos argumentan a favor de Éfeso.
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En occidente, San Gregorio de Tours es el primero que lo menciona.
La creencia en la asunción del cuerpo de María se halla en el tratado apócrifo De Obitu S. Dominae, que lleva el nombre de San Juan, y que pertenece, sin embargo, al siglo IV o V. También se encuentra en el libro De Transitu Virginis, y en una carta espuria atribuida a San Dionisio el Aeropagita. Si consultamos los escritos auténticos de oriente (Imperio Bizantino), este hecho es mencionado en los sermones de San Andrés de Creta, San Juan Damasceno, San Modesto de Jerusalén y otros. En occidente, San Gregorio de Tours es el primero que lo menciona.
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San Juan Damasceno formula así la tradición de la Iglesia de Jerusalén:
“San Juvenal, Obispo de Jerusalén, en el Concilio de Calcedonia (451), hace saber al emperador Marciano y a Santa Pulqueria, quienes desean poseer el cuerpo de la Madre de Dios, que María murió en presencia de todos los Apóstoles, pero que al abrir su tumba, a pedido de Santo Tomás, fue hallada vacía; de esa forma los apóstoles concluyeron que el cuerpo fue llevado al cielo.”
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Hoy, la creencia de la asunción del cuerpo de María es Universal tanto en Oriente como Occidente;
de acuerdo a Benedicto XIV es una opinión probable, cuya negación es impía y blasfema.
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más que la fecha real del aniversario de la muerte de Nuestra Señora.
Existe también una gran incertidumbre respecto al origen de esta fiesta. Probablemente se trate del aniversario de la dedicación de alguna iglesia, más que la fecha real del aniversario de la muerte de Nuestra Señora. Son sólo hipótesis el que se originara en tiempos del Concilio de Éfeso, o que San Dámaso la introdujera en Roma.
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De acuerdo a la vida de San Teodosio (+ 529) se celebraba en Palestina antes del año 500, probablemente en agosto. En Egipto y Arabia, sin embargo, se mantuvo en enero, y dado que los monjes de Galia adoptaron muchos usos de los monjes egipcios, hallamos esta fiesta en las Galias en el siglo VI, en enero. La liturgia galicana la fija el 18 de enero bajo el título: Depositio, Assumptio, or Festivitas S. Mariae. Esta costumbre permaneció en la Iglesia galicana hasta el tiempo de la introducción del rito romano.
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fijó la fiesta para el imperio griego el 15 de agosto.
En la Iglesia griega, parece que algunos mantuvieron la fiesta en enero, como los monjes egipcios; otros en agosto, como aquellos de Palestina; por lo cual el emperador Mauricio (+ 602), fijó la fiesta para el imperio griego el 15 de agosto.
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de la Santísima Virgen María era un dogma de la fe católica.
Mediante la promulgación de la Bula Munificentissimus Deus ("Dios, que es sumamente magnánimo") el 1 de noviembre de 1950, el Papa Pío XII declaró en forma infalible que la Asunción de la Santísima Virgen María era un dogma de la fe católica.
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y exaltada por el Señor como Reina sobre todas las cosas (n. 59)”.
De la misma manera, el Concilio Vaticano II enseña en la Constitución Dogmática Lumen Gentium que “la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del Cielo, y exaltada por el Señor como Reina sobre todas las cosas (n. 59)”.
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"La madre de Jesús, lo mismo que está ya en el cielo glorificada en el cuerpo y en el alma,
como imagen y comienzo de la iglesia que tendrá que tener su cumplimiento en la edad futura, así también brilla ahora en la tierra delante del pueblo de Dios peregrino como signo de segura esperanza y de consolación, hasta que llegue el día‘ del Señor (LG 68; 2Pe 3,10)".
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Oda a la Asunción Al cielo vais, Señora,
y allá os reciben con alegre canto. ¡Oh quién pudiera ahora asirse a vuestro manto para subir con vos al monte santo! De ángeles sois llevada de quien servida sois desde la cuna, de estrellas coronada: ¡Tal Reina habrá ninguna, pues os calza los pies la blanca luna! Volved los blancos ojos, ave preciosa, sola humilde y nueva, a este valle de abrojos, que tales flores lleva, do suspirando están los hijos de Eva. Que, si con clara vista, miráis las tristes almas desde el suelo, con propiedad no vista, las subiréis de un vuelo, como piedra de imán al cielo, al cielo. Amén
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