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Publicada porLeocadia Matias Modificado hace 10 años
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PERO YO OS DIGO... Coment. Evangelio Mt 5, Dom. 6º T. O. Ciclo 16 A. Febrero Jesús Sanz Montes. Arzobispo Oviedo Música: Instrumental para orar Montaje: Eloísa DJ Avance Manual
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La novedad del Evangelio no es una fosilización de cuanto dijeron Moisés y los Profetas.
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Éste era el problema de los fariseos.
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Porque en nombre de la tradición se puede caer en el tradicionalismo, precisamente cuando las palabras que se transmiten ya no producen vida sino aburrimiento,
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no generan libertad sino ataduras, y han dejado de ser la tradición viva de un Dios vivo,
para convertirse en el tradicionalismo cansino de un grupo anquilosado.
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Jesús apela a la fidelidad de la verdadera tradición, pero advierte del riesgo que se corre en confundirla con el tradicionalismo.
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Jesús tras haber declarado que no se saltará ni una tilde de la Ley, comienza una serie de contraposiciones muy características de su autoridad:
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“habéis oído que se dijo... pero Yo os digo”.
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Parece una contradicción, mas no es otra cosa que la plenitud del mismo mensaje, de toda la revelación de Dios.
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No se trata de un nuevo código de circulación religiosa lo que Jesús enseña,
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sino que presenta ejemplos muy plásticos para aquella gente, a fin de mostrar lo que es un discípulo suyo.
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Jesús presenta su camino como una actitud de pureza de corazón, de libertad de espíritu, tanto ante el Padre Dios como ante el hermano hombre:
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no sólo no matar, sino querer bien al otro, con y desde el corazón, porque hay muchas maneras de matar y de odiar, y una de ellas es la de haber dejado de amar.
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Para el cristiano, no basta con no matar, hay que dar vida, generarla; no basta con no odiar, hay que amar.
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Es la condición previa para poder acercarse a Dios, porque inútilmente nos allegamos al altar santo cargados de ofrendas de oficio y estereotipadas,
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si nuestro encuentro con el Señor no viene envuelto y acompañado con el encuentro fraterno con los demás.
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Y lo mismo dirá respecto del adulterio:
el discípulo cristiano no simplemente se contenta con una integridad física, material, de escaparate,
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sino que también debe aspirar a la del corazón y a la de los ojos, porque “quien mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior”.
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Sin duda que Jesús sorprendía a sus coetáneos, por la sabiduría de sus palabras, por la inteligencia en su manera de no traicionar la tradición.
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Frente a tantos maestros y maestrillos, su figura se levanta llena de luz y capaz de iluminar a quien a ello consienta:
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otros dicen, otros imponen, otros...,
pero Yo os digo.
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Los discípulos de hoy, tenemos la imperiosa necesidad de reconocer esa Voz,
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reconociéndonos en ella, sobre todo cuando lo que dice es tan diverso a lo que otros dicen.
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Sólo Él es el Maestro. FIN
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