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Publicada porPascual Castellanos Crespo Modificado hace 6 años
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TEMA 1 (2ª parte) LA QUIEBRA DEL ANTIGUO RÉGIMEN
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2. LA ILUSTRACIÓN El siglo XVIII es conocido también con el nombre de “Siglo de la razón” o “Siglo de las luces”. Esta denominación se debe a que durante este siglo empieza a abrirse paso una mentalidad o corriente de pensamiento conocida con el nombre de Ilustración. El significado de este término es iluminar a la humanidad mediante la razón. La Ilustración fue un movimiento intelectual y cultural que abarcó desde el campo científico, hasta el filosófico, el literario o la crítica política, económica y social. Se desarrolló en Europa y sus colonias durante el siglo XVIII pero fue en Francia donde más arraigó el espíritu ilustrado. A su divulgación contribuyeron las tertulias organizadas en los salones de la alta burguesía, las academias y los nuevos medios de comunicación (panfletos, revistas, periódicos, etc.), pero sobre todo, la Enciclopedia. La Ilustración supuso una modernización cultural y un intento de transformación de las estructuras del Antiguo Régimen que marcó el camino de los cambios políticos y sociales que impulsaron las revoluciones liberales de los siglos XVIII y XIX.
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Con la publicación de la Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y de los oficios, se pretendió recopilar todos los saberes de la época . Se publicó en 28 volúmenes en París, entre 1751 y 1772 y fue dirigida por Diderot y d´Alembert. En su elaboración colaboraron numerosos ilustrados de renombre de diferentes países.
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2.1. LOS RASGOS DE LA ILUSTRACIÓN
Racionalismo: Los ilustrados consideraban que la razón humana era la herramienta para comprender el mundo y la base del pensamiento científico. Había que explicar el mundo de manera racional y denunciar el oscurantismo, la superstición y la tradición. Empirismo: Los ilustrados sostenían que el fundamento del conocimiento era la experiencia adquirida mediante los sentidos. Defendían las ciencias experimentales mediante las cuales se podían descubrir las leyes de funcionamiento de la naturaleza. Así en el siglo XVIII se establecieron las bases de la física, las matemáticas, la astronomía o la química modernas. Fe en el progreso humano: El auge de la ciencia, el crecimiento económico y las reformas sociales y políticas permitirían a los pueblos alcanzar el bienestar material y la felicidad colectiva. La educación sería el mejor instrumento para conseguir ese objetivo, para ello se fundaron sociedades y academias. Apuesta por la tolerancia religiosa: Aunque los ilustrados eran creyentes eso no impedía que realizaran una dura crítica al teocentrismo y contra el excesivo protagonismo de la religión durante el Antiguo Régimen. Según los ilustrados el centro de la vida tenía que ser el ser humano. Condenaron la intolerancia y el fanatismo religioso. Búsqueda de la felicidad: La felicidad aparecía como el gran objetivo alcanzable por cada se humano como individuo y como ser social, en perfecta armonía. El ilustrado aspira a conseguir la felicidad en este mundo y no la búsqueda de la salvación para la vida eterna. Consideraban que el fin del Estado era lograr el bienestar y procurar la felicidad de sus ciudadanos.
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2.1. LAS CRITICAS AL ANTIGUO RÉGIMEN
Los ilustrados criticaron los pilares fundamentales del Antiguo Régimen y propusieron un nuevo modelo de organización política y social basado en los principios de la libertad y la igualdad. Los ilustrados desplegaron una intensa crítica contra la sociedad del Antiguo Régimen oponiéndose a la sociedad estamental y defendiendo la movilidad social, la igualdad de origen y el mérito según la valía o la inteligencia de cada uno. Así, proclamaron que nadie podía heredar ni gozar de honor, prestigio o privilegios en nombre de sus antepasados. En el ámbito económico los ilustrados fueron contrarios al mercantilismo y partidarios de la fisiocracia y el liberalismo defendiendo la no intervención del Estado en la economía.
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ANTES DE LA ILUSTRACIÓN
PROPUESTAS ECONÓMICAS ILUSTRADAS ESTADO INTERVENCIONISTA ESTADO NO INTERVENCIONISTA
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2.2. EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE LOS ILUSTRADOS
En el ámbito político, los ilustrados criticaron el absolutismo y configuraron las bases de una nueva doctrina política que conocemos con el nombre de liberalismo político. Defendían la introducción de reformas para limitar el poder de los monarcas, como la separación de poderes o la soberanía nacional. Así, los pensadores ilustrados declaraban su admiración por los cambios experimentados en Inglaterra a finales del siglo XVII, durante la Revolución Gloriosa, aunque el país que se convirtió en el centro de la difusión del ideario ilustrado fue Francia. Las raíces del liberalismo político se encuentran en el pensamiento del filósofo inglés Locke, no obstante, los considerados los padres de este movimiento son los filósofos franceses: Montesquieu, Voltaire y Rousseau.
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Montesquieu : para evitar el abuso de poder defendió la división de los poderes, de este modo, la autoridad no recaerá en la misma persona y se evitará un gobierno despótico o tirano. “En el Estado en que un hombre solo, o una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo administrase los tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las resoluciones públicas y de juzgar los crímenes y contiendas de los particulares, todo se perdería enteramente.” Montesquieu. El espíritu de las leyes
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Voltaire : partidario de la limitación del poder real por un parlamento.
“La nación inglesa es la única sobre la tierra que ha conseguido regular el poder de los reyes enfrentándose a ellos y que, con constantes esfuerzos, ha podido finalmente establecer un sabio gobierno en el que el príncipe, todopoderoso para hacer el bien, está limitado para hacer el mal; en el que los señores son grandes sin insolencia y sin vasallos; y en el que el pueblo comparte el gobierno sin desorden.” Voltaire. Cartas filosóficas Voltaire por el cansino histórico
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Rousseau: afirmó que el ser humano es bueno por naturaleza pero la sociedad lo corrompe, por ello las personas establecen una ley de obligado cumplimiento que regule la convivencia social y ceden su soberanía a un poder superior, representado en un gobierno y unas instituciones. En su obra El contrato social defiende la idea de que el Estado surge como consecuencia de un acuerdo entre los ciudadanos y, por tanto, que la soberanía o poder supremo reside en la nación, en el conjunto de sus ciudadanos. Éstos delegan su poder en unos gobernantes, cuya actuación debe guiarse por la voluntad general de la ciudadanía y debe consistir en elaborar leyes buenas e iguales para todos. “Por tanto, si se aparta del pacto social lo que no pertenece a su esencia, encontraremos que se reduce a los términos siguientes: cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; y nosotros recibimos corporativamente a cada miembro como parte indivisible del todo (...). No siendo la soberanía más que el ejercicio de la voluntad general(…)” La soberanía nacional afirma que el poder reside en la voluntad del pueblo en su conjunto, expresada mediante el derecho al voto (sufragio).
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2.3. EL DESPOTISMO ILUSTRADO
Las nuevas ideas que planteaba el liberalismo político suponían una crítica feroz al absolutismo. Los monarcas absolutos se vieron entonces amenazados por estas nuevas ideas políticas de la Ilustración y, con el fin de mantener su poder, desarrollaron una nueva forma de gobernar: el despotismo ilustrado. Algunos reyes europeos, sin renunciar a su carácter de monarcas absolutos, intentaron experiencias reformistas. Su objetivo era combinar la monarquía absoluta (despotismo) con medidas ilustradas dirigidas a la modernización de sus países para favorecer las condiciones de vida, el bienestar y la felicidad de sus súbditos. El lema “todo para el pueblo pero sin el pueblo” define perfectamente el carácter del Despotismo Ilustrado.
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El despotismo ilustrado se impuso en algunos países europeos en la segunda mitad del siglo XVIII. Los reyes que ejercieron este tipo de gobierno: No permitían la participación de sus súbditos en la vida política, Mantenían el poder absoluto gracias a una administración centralizada que llevaba a la práctica sus decisiones, Los altos cargos de la administración (ministros) eran ocupados por ilustrados que promovieron reformas ilustradas encaminadas a la modernización de sus países (unificación de leyes, modernización de los ejércitos, fomento de la agricultura, de la educación, etc.). Fomentaron de la educación Intentaron la modernización económica de sus países (por ejemplo, decretando medidas que facilitaran la libertad comercial)
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Sin embargo, estas experiencias resultaron muy limitadas y el despotismo ilustrado acabó fracasando por: La oposición frontal de la nobleza y el clero hizo que se mantuvieran los privilegios de la sociedad estamental y no se realizaran reformas sociales de manera que todos los miembros de la sociedad fueran iguales ante la ley. Ninguna de estas reformas alteró las bases del Antiguo Régimen. No era posible aceptar solo una parte de la Ilustración, no se podían admitir las reformas económicas y mantener intacta la sociedad estamental y el poder absoluto. Las contradicciones de este reformismo abrieron el camino a las revoluciones liberales. El despotismo ilustrado fue el penúltimo intento por mantener el orden tradicional del Antiguo Régimen, su fracaso condujo a la burguesía a liderar un proceso revolucionario (Revolución francesa) que acabaría casi definitivamente con las estructuras políticas, sociales y económicas del Antiguo Régimen.
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3. LAS RELACIONES INTERNACIONALES EN LA EUROPA DEL SIGLO XVIII.
Las guerras entre las monarquías europeas fueron una constante en el Antiguo Régimen. Aunque el siglo XVIII se puede considerar un siglo pacífico, sobre todo si lo comparamos con el siglo XVII, no está exento de conflictos, que ahora ya transcienden el ámbito europeo para extenderse al mundo de las colonias: La guerra de Sucesión española La Gran Guerra del Norte La guerra de Sucesión austríaca La guerra de los Siete años Durante el siglo XVIII, las relaciones entre las grandes potencias europeas (Francia, Austria, España, Gran Bretaña) estuvieron marcadas, sobre todo, por la Guerra de Sucesión española ( ) y la Guerra de los Siete Años ( ). Ambos conflictos tuvieron un carácter global (la lucha se libró en el continente y en las colonias), y sus consecuencias fueron decisivas para Europa y América. Entre uno y otro conflicto, las potencias trataron de aplicar la teoría del equilibrio europeo cuyo objetivo era impedir la hegemonía de un país sobre el resto.
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Los grandes antagonistas eran:
La idea del equilibrio europeo funcionó durante algún tiempo y la paz se mantuvo en Europa hasta mediados del siglo XVIII gracias a hábiles y complicadas maniobras diplomáticas. Los grandes antagonistas eran: Inglaterra y Francia por rivalidades económicas y coloniales. Inglaterra contó siempre con la amistad de Portugal y Holanda. Francia con la de España. Austria y Prusia por rivalidades territoriales respecto a los Estados alemanes. La gran beneficiada del sistema era Inglaterra que, habiendo logrado que ningún país del continente alcanzara tal poder que amenazara sus intereses, quedó con las manos libres para lanzarse a la conquista de un gran imperio colonial.
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3.1.LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA (1700-1714)
El siglo XVIII se inició con la guerra de Sucesión española ( ). En 1700 muere Carlos II de Habsburgo sin descendencia, cerrando con él la dinastía de los Austrias ( o Habsburgo) en España. Retrato de Carlos II “el hechizado”: ”El Príncipe parece bastante débil; muestra signos de degeneración; tiene flemones en las mejillas, la cabeza llena de costras y el cuello le supura (…) asusta de feo”. Así comienza la triste historia de este desgraciado rey de España, último del linaje de los Austrias, un pobre enfermo desde su nacimiento hasta su muerte, muy probablemente por la continua endogamia practicada por sus ascendientes. De Carlos II se sabe con casi total seguridad que padeció el Síndrome de Klinefelter, enfermedad genética que consiste en una alteración cromosómica . de España) (Españoles por el tiempo)
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Las dos dinastías más poderosas de Europa son candidatas a ocupar el trono español:
Los Habsburgo (Archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador de Alemania) Los Borbones (Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia) Cuando Carlos II nombró heredero a Felipe de Anjou se desató la Guerra de Sucesión, motivada por el temor de las potencias europeas a que Francia y España algún día llegaran a unificarse, constituyendo así una potencia demasiado poderosa. Archiduque Carlos de Austria Felipe de Anjou
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La guerra se desarrolló entre en distintos escenarios de Europa y España, en el conflicto se vieron implicadas las principales potencias europeas agrupadas en dos bandos: Los partidarios de Felipe de Anjou (Francia y Castilla). Los partidarios del archiduque Carlos (Gran Bretaña, Provincias Unidas, Portugal, el Imperio Austríaco y Aragón). La Guerra de Sucesión española fue al mismo tiempo: una guerra internacional por la hegemonía europea. una guerra civil, puesto que en España había partidarios de ambos candidatos en los diferentes territorios. (Memoria de España. La Guerra de Sucesión) (La Guerra de Sucesión)
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Después de varios años de guerra la solución del conflicto llegó en 1711, cuando tras la muerte del emperador de Alemania, el archiduque Carlos se convirtió en el nuevo emperador por lo que si éste conseguía también el trono de España podría convertirse en esa gran potencia a la que todos temían. Batalla de Almansa
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se reconocía a Felipe de Anjou como rey de España (Felipe V)
Finalmente, los contendientes firmaron los Tratados de Utrecht (1713) y Rastadt (1714), por los cuales: se reconocía a Felipe de Anjou como rey de España (Felipe V) las coronas francesa y española se comprometían a no unirse nunca, para ello Felipe V renunció a sus derechos al trono francés. varios territorios españoles fueron cedidos a las potencias del bando de Carlos de Austria (entre ellos Menorca y Gibraltar que fueron cedidas a Gran Bretaña que, además, obtuvo beneficiosos acuerdos comerciales con la América española). Las modificaciones territoriales del Tratado de Utrecht buscaron el equilibrio europeo como base de una paz duradera.
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3.2. LA GRAN GUERRA DEL NORTE (1700-1721)
La Guerra de Sucesión española coincidió con la Gran Guerra del Norte. Son una serie de conflictos por la supremacía en el mar Báltico, en el que se enfrentan principalmente Suecia y Rusia. Suecia, potencia hegemónica en el Mar Báltico, se enfrentó con éxito a Dinamarca y Polonia. Sin embargo, su propósito de invadir Rusia en 1709 cambió el signo de la guerra, que finalizaría en 1721 con la firma del Tratado de Nystad. Como consecuencia de ello, Suecia dejó de dominar el Báltico y la Rusia del zar Pedro I se convirtió en la gran potencia del este europeo.
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Los tratados de Utrecht y Nystad inauguraron un nuevo orden basado en el equilibrio entre los grandes estados europeos: Francia, Austria, Prusia y Rusia como potencias continentales y Gran Bretaña, que aspiraba al dominio marítimo. Consecuencia del equilibrio europeo fue el complejo sistema de alianzas que se formaron en las guerras de sucesión de Polonia ( ) y Austria ( ), y en la guerra de los Siete años ( )
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3.3. LA GUERRA DE SUCESIÓN AUSTRIACA (1740-1748)
Las causas de esta guerra (también de la de la de los Siete años) fueron: El dominio de Centroeuropa que se disputaban Prusia y Austria. La rivalidad en la expansión colonial entre Francia y Gran Bretaña. El motivo inmediato que desencadenó la guerra fue la sucesión al trono austríaco tras la muerte del emperador Carlos VI (pretendiente a la corona española). Había dejado como heredera a la archiduquesa María Teresa, pero Prusia, Baviera y otros territorios ligados al imperio no la reconocieron como emperatriz por su condición de mujer. Los contendientes: Prusia (aliándose con España, Baviera, Sajonia y Francia) declaró la guerra a Austria. Austria fue apoyada por Gran Bretaña y Holanda. La Paz de Aquisgrán (1748) acabó con el reconocimiento de Mª Teresa como soberana de los territorios de los Habsburgo, aunque fue su marido, Francisco de Lorena, quien recibió el título de emperador. En este conflicto España pudo recuperar algunos territorios de la península italiana.
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3.4. LA GUERRA DE LOS SIETE AÑOS (1756-1763)
La paz, que duró solamente ocho años, no fue más que una tregua, ya que en 1756 se inició un nuevo enfrentamiento entre Prusia y Austria que, de nuevo, implicó a otras potencias. Apoyaron a Austria: Francia, Rusia, España, Suecia y Sajonia Prusia fue apoyada por: Gran Bretaña y Portugal En Europa se luchó por dominar el centro del continente, pero en las colonias, especialmente en América del Norte, lo que estaba en juego era el control de las posesiones de Francia y Gran Bretaña. Parte de la guerra se desarrolló en el mar, lo que supuso que Gran Bretaña arrebatara a Francia territorios del actual Canadá. Cuando parecía que Prusia iba a perder la guerra, la retirada del conflicto de Rusia y Suecia cambió el transcurso de la contienda. Como resultado, Francia perdió parte importante de su imperio colonial, España cedió a los ingleses la península de Florida y Prusia se convirtió en la primera potencia centroeuropea. Por su parte, Gran Bretaña se confirmó como la primera potencia colonial, dueña de mares y del comercio marítimo internacional. Esta guerra concluye con el Tratado de París (1763) que consolidaría la hegemonía continental de Prusia y el dominio colonial británico en América.
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