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La literatura del siglo XVIII
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Contexto histórico Se produce el declive del Antiguo Régimen (nobleza, iglesia, pueblo llano) ante el crecimiento de la burguesía y el auge de la industria. Refuerzo del estado y centralización del poder. Despotismo ilustrado: todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Época de notables transformaciones económicas, crecimiento demográfico, mejora del nivel de vida.
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La ilustración Racionalismo. Todo se explica mediante la razón, fundamento del conocimiento. Utilitarismo. Avances científico-técnicos beneficiosos para la comunidad. El progreso. El hombre como dueño de su futuro, puede mejorar indefinidamente. Reformismo. Proponen reformas sociales, económicas y políticas. Movimiento cultural que renueva profundamente el pensamiento en el siglo XVIII o Siglo de las Luces. Se caracteriza por el desarrollo del método inductivo, la observación y la experimentación.
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El Neoclasicismo En el ámbito estético, se vuelve la mirada a los modelos clásicos grecolatinos. Neoclasicismo: la obra de arte debe estar sujeta a la razón y obedecer a unos principios artísticos de ordenación lógica (buen gusto). Didactismo: la obra debe ofrecer alguna enseñanza válida al lector o espectador. Reacción contra los excesos barrocos.
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La poesía neoclásica Se rechaza la expresión de emociones. Se busca el buen gusto. Se huye del exceso. Dos tendencias: poesía lírica y poesía didáctica Poesía lírica. Destaca Juan Meléndez Valdés. Su obra se caracteriza por la sensualidad, el gusto por lo decorativo y la elegancia. Poesía didáctica. Es poesía narrativa, donde destacan las fábulas, como las de Iriarte o las de Samaniego. Al final inclyen siempre una moraleja.
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“La paloma”, Meléndez Valdés
Suelta mi palomita pequeñuela, y déjamela libre, ladrón fiero; suéltamela, pues ves cuánto la quiero, y mi dolor con ella se consuela. Tú allá me la entretienes con cautela; dos noches no ha venido, aunque la espero. ¡Ay!, si esta se detiene, cierto muero; suéltala, ¡oh crudo!, y tú verás cuál vuela. Si señas quieres, el color de nieve, manchadas las alitas, amorosa la vista, y el arrullo soberano, lumbroso el cuello, y el piquito breve... mas suéltala y verásla bulliciosa cuál viene y pica de mi palma el grano.
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“El panadizo”, Félix María de Samaniego
Un gordo capuchino confesaba a una sierva de Dios que se quejaba de un fiero panadizo que tenía en un dedo ya mucho tiempo hacía, el cual, negado al bálsamo y ungüento, cada vez la causaba más tormento. El fraile, de su mal compadecido, le dijo: -Hermana, tengo por perdido el tiempo que se aplica a bregar con emplastos de botica, pues sé por experiencia que cuando se endurece una dolencia el remedio mejor para curalla es el tratar el modo de ablandalla metiendo aquella parte dolorida en paraje caliente; métala, pues, hermana, por su vida, para que el panadizo se reviente, dentro del agujero que de las ingles hallará frontero. La devota, en el fraile confiada, puso su dedo en cura; y agitada por las muchas cosquillas que sentía al tiempo que allí dentro le tenía, tan incesantemente meneóse que al cabo el panadizo reventóse. Para mostrar su agradecido afeto, le contó al capuchino el buen efeto que su remedio había producido; pero él le respondió muy afligido: -Sea, hermana, para bien y [norabuena; mas sepa que yo sufro de igual pena, pues tengo un panadizo pernicioso en el miembro colgante y pegajoso que no uso, Dios me guarde, en otros [fines que el de dar libre suelta a los orines, y no encuentro, ¡ay de mí!, para [ablandallo, sitio donde metello y meneallo.
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“El panadizo”, Félix María de Samaniego
-Por eso, padre mío no se apure -ella le dice-; pues, porque se cure, a pesar del rubor, yo mi agujero prestarle agradecida al punto quiero. En efecto, a la cura que promete la devota se pone, y luego mete su dedo colosal el frailecico, empujando y moviendo despacico, y logra, al fin de operación tan seria, que suelte el panadizo la materia. Sacó su dedo sano y deshinchado el fraile; y ella, al verle sosegado, le dice ruborosa: -Padre mío, perdone a mi malicia un desvarío, mas debo confesarle francamente que al tiempo de la cura antecedente sospeché, por su ardor y movimiento, que atropellaba el sexto mandamiento El fraile le responde: -¿Eso dudaba? Acaso así es verdad como pensaba; pero ello no le dé ningún cuidado, que, haciéndolo conmigo, no es pecado. No creyó la respuesta decisiva la sierva del Señor; quedó suspensa, viendo que su virtud madurativa era tal vez ofensa del precepto de Dios; dudó un instante; tornósele el semblante rojo como las flores del granado, y dijo: -Padre, pues si no es pecado y con ello su gusto satisfizo, oiga: ¿cuándo tendrá otro panadizo?
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La prosa neoclásica Fue un vehículo para difundir las ideas neoclásicas. En ensayo fue el género predilecto. La prosa de ficción fue, sin embargo, muy escasa. Los ensayistas destacados son Feijoo y Jovellanos. Feijoo: Teatro crítico universal y Cartas eruditas y curiosas son sus obras más conocidas. Se caracteriza por la intención didáctica u el estilo claro: pretende enseñar al pueblo la verdad y atacar las falsas ideas y la superstición.
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Fray Benito Jerónimo Feijoo Teatro crítico universal (fragmento)
Siempre la moda fue la moda. Quiero decir que siempre el mundo fue inclinado a los nuevos usos. Esto lo lleva de suyo la misma naturaleza. Todo lo viejo fastidia. […] Piensan algunos que la variación de las modas depende de que sucesivamente se va refinando más el gusto, o la inventiva de los hombres cada día es más delicada. ¡Notable engaño! No agrada la moda nueva por mejor, sino por nueva. Aún dije demasiado. No agrada porque es nueva, sino porque se juzga que lo es, y por lo común se juzga mal. Los modos de vestir que hoy llamamos nuevos, por la mayor parte son antiquísimos. […] Pero, aunque en todos tiempos reinó la moda, está sobre muy distinto pie en éste que en los pasados su imperio. Antes el gusto mandaba en la moda, ahora la moda manda en el gusto. Ya no se deja un modo de vestir porque fastidia, ni porque el nuevo parece o más conveniente o más airoso. Aunque aquel sea y parezca mejor, se deja porque así lo manda la moda. Antes se atendía a la mejoría, aunque fuese solo imaginada, o, por lo menos, un nuevo uso, por ser nuevo agradaba y, hecho agradable, se admitía; ahora, aun cuando no agrade, se admite solo por ser nuevo. Malo sería que fuese tan inconstante el gusto, pero peor es que, sin interesarse el gusto, haya tanta inconstancia. De suerte que la moda se ha hecho un dueño tirano y, sobre tirano, importuno, que cada día pone nuevas leyes para sacar cada día nuevos tributos; pues cada nuevo uso que introduce es un nuevo impuesto sobre las haciendas.
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Gaspar Melchor de Jovellanos
Desarrolló desde muy joven una intensa actividad intelectual, cívica y política. Su obra es muy extensa. Escribió obras de teatro. En sus textos en prosa aborda problemas importantes del país y expone sus ideas de reforma para modernizar España: Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas, para reformar el teatro; Informe de la ley agraria, propone modernizar la agricultura.
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José Cadalso Militar de profesión. Escribió también poesía.
En prosa destacan sus obras: Eruditos a la violeta: sátira de la educación superficial. Noches lúgubres: obra dialogada que anticipa el romanticismo. Cartas marruecas: siguiendo el modelo de Montaigne de las Cartas persas. Es una novela epistolar entre tres personajes donde se critica la situación del país y se proponen reformas. Conviven en su obra los ideales ilustrados con la añoranza de un pasado glorioso. A veces es esperanzador y a veces pesimista.
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José Cadalso Cartas marruecas (fragmento)
Me hallo vestido como estos cristianos, introducido en muchas de sus casas, poseyendo su idioma, y en amistad muy estrecha con un cristiano llamado Nuño Núñez, que es hombre que ha pasado por muchas vicisitudes de la suerte, carreras y métodos de vida. Se halla ahora separado del mundo y, según su expresión, encarcelado dentro de sí mismo. En su compañía se me pasan con gusto las horas, porque procura instruirme en todo lo que pregunto; y lo hace con tanta sinceridad, que algunas veces me dice: de eso no entiendo; y otras: de eso no quiero entender. Con estas proporciones hago ánimo de examinar no sólo la corte, sino todas las provincias de la península. Observaré las costumbres de este pueblo, notando las que le son comunes con las de otros países de Europa, y las que le son peculiares. Procuraré despojarme de muchas preocupaciones que tenemos los moros contra los cristianos, y particularmente contra los españoles. Notaré todo lo que me sorprenda, para tratar de ello con Nuño y después participártelo con el juicio que sobre ello haya formado.
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El teatro neoclásico Leandro Fernández de Moratín.
Al principio triunfa un teatro barroco de baja calidad y estereotipado. El teatro neoclásico hubo de combatir ese teatro popular.. Las piezas más exitosas fueron los sainetes y la comedia sentimental. Se caracterizó por una intención educativa: medio de educar a la población.. Se siguen las reglas de la preceptiva clásica: división en tres unidades, diferenciación entre comedia y tragedia, realismo y verosimilitud. Leandro Fernández de Moratín. Escribió cinco comedias neoclásicas o comedias de buenas costumbres. Destacan La comedia nueva o El café, donde satiriza contra el teatro barroco, y El sí de las niñas, donde critica la desigualdad de los matrimonios de conveniencia.
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El sí de las niñas Temas y personajes.
La obra critica un tipo de educació que obliga a aceptar la voluntad de los padres y ocultar los verdaderos sentimientos. Los personajes encarnan formas de pensamiento: doña Francisca es la sumisión, doña Irene la autoridad y don Diego el pensamiento ilustrado. Estructura y estilo. Estructura lineal y sencilla, debido a su finalidad didáctica. División en tres actos. Lenguaje claro y comprensible (cada personaje habla de acuerdo a su clase social). Triunfo del sentimiento sincero por encima de la hipocresía social.
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El sí de las niñas DON DIEGO.- Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que más desean, con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo mandan, un sí perjuro, sacrílego, origen de tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo.
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