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Publicada porRamona Vargas Toro Modificado hace 6 años
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“Anunciamos la alegría de la consolación de Dios”
Comentario: En este mes, el 14 de noviembre, celebramos el día del Carisma, el aniversario del decreto que dio el nombre de “Instituto de Hermanas de la Consolación” a aquella pequeña comunidad presidida por María Rosa, semilla fundamental de la que hoy llamamos familia consolación. Esta fundación sería también envío y misión dentro de la Iglesia. Ser consolación había hecho carne en la Madre Molas y en aquellas hermanitas que habían encontrado a Cristo en el que sufre, el que está solo, desamparado y olvidado. El Espíritu se había manifestado en nuestra Madre y había regalado a la Iglesia un nuevo carisma al servicio de su misión. El profeta Isaías nos dice de parte de Dios ¡Consuelen! No dice: “Si tiene ganas consuelen…” “Me gustaría que…” “¿Pueden ir a?” Expresa con su autoridad un envío, es un voto de confianza en sus hijos. Es una misión que compromete íntimamente, que quema, que te hace sentir en carne propia el dolor del prójimo y la alegría del consuelo. Hablen al corazón… No a su entorno, a sus quehaceres.... Al corazón. Cada uno de nosotros es un hijo, una oveja por la que Él dejaría todas las otras si fuera necesario para ir en su rescate. Preparen el camino del Señor… Cada vez que un hermano experimenta el amor, se siente acompañado, respetado, valorado… Cada vez que un hermano recupera el deseo de vivir, de alegrarse, de amar, perdonar, dejar rencores… En él se abrieron sendas para el Señor, su gracia encuentra un corazón dispuesto… “Entonces se revelará la gloria del Señor” en cada uno de sus hijos. Gloria que recibimos de Cristo Jesús. Hoy, al igual que siempre, el hombre necesita del consuelo de Dios. Nuestro carisma sigue vigente. Nos interpela y compromete. Hoy, hermanas y laicos sentimos este carisma como propio, queremos encarnar a Cristo Consolador del hombre de hoy. Queremos que, a ejemplo de María Rosa Molas, nunca nos falte la fuerza y decisión de salir al encuentro del que sufre. Lectio divina noviembre: “Anunciamos la alegría de la consolación de Dios” Lectura: Is 40, 1-5 ¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados. Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas!; ¡que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies! Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor. Palabra de Dios
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