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Es muy importante la diferenciación entre “tentación” y “pecado”.

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Presentación del tema: "Es muy importante la diferenciación entre “tentación” y “pecado”."— Transcripción de la presentación:

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2 Es muy importante la diferenciación entre “tentación” y “pecado”.
La tentación no es pecado. La tentación es anterior al pecado. El pecado es el consentimiento de la tentación. Así que no es lo mismo ser tentado que pecar. Todo pecado va antecedido de una tentación, pero no toda tentación termina en pecado.

3 que se nos presenten a lo largo de nuestra vida.
Una cosa hay que tener bien clara: disponemos de todas las gracias, o sea, toda la ayuda necesaria de parte de Dios para vencer cada una de las tentaciones que se nos presenten a lo largo de nuestra vida. Nadie, en ningún momento de su vida, es tentado por encima de las fuerzas que Dios dispone para esa tentación. (1 Cor. 10, 13).

4 que vamos acumulando para nuestra salvación eterna.
Las tentaciones son pruebas que Dios permite para darnos la oportunidad de aumentar los méritos que vamos acumulando para nuestra salvación eterna. La lucha contra las tentaciones es como el entrenamiento de los deportistas para ganar la carrera hacia nuestra meta que es el Cielo (2 Tim. 4, 7).

5 Con Cristo no tenemos nada que temer.
El poder del mal sobre los seres humanos a través de la tentación es limitado. Con Cristo no tenemos nada que temer. Nada ni nadie puede hacernos mal, si nosotros mismos no lo deseamos. Además, decía un antiguo Padre de la Iglesia, Satanás es como un perro atado: puede ladrar y abalanzarse cuanto quiera; pero si no nos acercamos a él, no puede mordernos. Por lo tanto hay que estar lo más lejos posible del mal ni bien lo identificamos.

6 ¿Cómo es el proceso de la tentación?
Pensemos en Jesús ante las tentaciones en el desierto. El despachó de inmediato al demonio. No entró en un diálogo con el enemigo, sino que le respondió con decisión y convencimiento.

7 Siguiendo su ejemplo no debemos analizar las tentaciones -como le ocurrió a Eva en Génesis-
porque el Demonio es muy astuto, padre de la mentira, y nos podría hacer sucumbir, pues es ángel –ángel caído, pero ángel al fin, con poderes angélicos superiorísimos a las cualidades humanas. De hecho, puede hacer una proposición directa al pecado, una mentira, pintando un panorama maravilloso. Puede ofrecer una felicidad oculta detrás del pecado, insinuando además que nada malo nos sucederá. Que además podemos arrepentirnos y que Dios es misericordioso.

8 A estas alturas de la tentación, todavía está el alma en capacidad de detenerse, pues la voluntad
aun no ha consentido. Pero si no se corta enseguida, la tentación va tomando más fuerza. Luego viene el momento de la vacilación. Sobreponerse aquí es muy difícil, pero no imposible. Sin embargo, el alma ya está muy debilitada ante el panorama tan atractivo que le ha sido presentado.

9 Si el alma sucumbe, da su consentimiento voluntario al pecado.
Y lo que es peor: puede hacer caer a otro cometiendo un pecado doble: el suyo y el de escándalo, haciendo que otro peque.

10 Luego viene el momento de la desilusión. (Dios ya no habita en ella).
El alma se da cuenta que se ha quedado desnuda ante Dios y de que ha perdido la gracia (Dios ya no habita en ella).

11 y pedir perdón a Dios en el Sacramento de la Confesión.
El remordimiento sigue a la desilusión. Y ante este llamado de la conciencia, puede uno esconderse, rechazando la voz de Dios o puede el alma arrepentirse y pedir perdón a Dios en el Sacramento de la Confesión.

12 ¿Qué hacer ante las tentaciones?
En primer lugar tener plena confianza en Dios, tener plena confianza en lo que nos dice San Pablo: nadie es tentado por encima de las fuerzas que Dios nos da. Junto con cada prueba, Dios tiene dispuesto gracias especiales suficientes para vencer. No importa cuán fuerte sea la tentación, no importa la insistencia, no importa la gravedad. En todas las pruebas está Dios con sus gracias para vencer con nosotros al Maligno.

13 es la vigilancia y la oración.
Otra costumbre muy necesaria para estar preparados para las tentaciones es la vigilancia y la oración. “No nos dejes caer en tentación”, nos enseñó Jesús a orar en el Padre Nuestro. También dijo: “Vigilen y oren para no caer en la tentación” (Mt 26, 41). Vigilar consiste en alejarnos de las ocasiones peligrosas que sabemos nos pueden llevar a pecar.

14 como bien nos describe San Pablo (Ef. 6, 11-18).
Ahora bien esta lucha no es contra fuerzas humanas, sino contra fuerzas sobre-humanas, como bien nos describe San Pablo (Ef. 6, 11-18). Por eso hay que armarse con armas espirituales: confesión y comunión frecuentes, que son los medios de gracia que nos brinda el Señor a través de su Iglesia.

15 El alma vigilante rechaza la tentación cual fuere que sea,
cuando la ha desenmascarado al identificarla. A veces la tentación no desaparece enseguida pero no hay que desanimarse por esto. Esa insistencia del mal pudiera ser una demostración de que el alma no ha sucumbido ante la tentación. Ante los ataques más fuertes, hay que redoblar la oración y la vigilancia, evitando angustiarse.

16 al alma, siempre que se mantenga luchando contra la tentación.
Esta lucha, permitida por Dios, es una especie de calistenia espiritual que más bien fortalece al alma, siempre que se mantenga luchando contra la tentación. Si rechaza la tentación una y otra vez, el mal terminará por alejarse, aunque no para siempre, pues buscará otro motivo y otro momento más oportuno para volver a tentar. “Habiendo agotado todas las formas de tentación, el Diablo se alejó de El, para volver en el momento oportuno” (Lc. 4, 13).

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