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17 Domingo Tiempo Ordinario –C-
Santiago apóstol. 25 de julio de 2010 Música: Cántigas de los romeros
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Hch 4,33;5, ;12,1b.2 Por su parte, los apóstoles daban testimonio con gran energía de la resurrección de Jesús, el Señor, y todos gozaban de gran estima. Los apóstoles realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los hicieron entrar para que comparecieran ante el sanedrín, y el sumo sacerdote les preguntó: –¿No os prohibimos terminantemente enseñar en nombre de ése? Y sin embargo habéis llenado Jerusalén con vuestras enseñanzas y queréis hacernos responsables de la muerte de ese hombre. Pedro y los apóstoles respondieron: –Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados ha resucitado a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado a su derecha como Príncipe y Salvador, para dar a Israel la ocasión de arrepentirse y de alcanzar el perdón de los pecados. Nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen somos testigos de todo esto. Ellos, enfurecidos por tales palabras, querían matarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan.
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Salmo 66 Señor, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben Que Dios se apiade y nos bendiga, que haga brillar su rostro sobre nosotros; para que conozcan en la tierra tus caminos, tu salvación en todas las naciones.
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Señor, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.
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Señor, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga, que le amen hasta los confines del mundo.
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2Co 4, 7-15 Pero este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que todos vean que una fuerza tan extraordinaria procede de Dios y no de nosotros. Nos acosan por todas partes, pero no estamos abatidos; nos encontramos en apuros, pero no desesperados; somos perseguidos, pero no quedamos a merced del peligro; nos derriban, pero no llegan a rematarnos. Por todas partes vamos llevando en el cuerpo la muerte de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Porque nosotros, mientras vivimos, estamos siempre expuestos a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así que en nosotros actúa la muerte y en vosotros, en cambio, la vida. Pero como tenemos aquel mismo espíritu de fe del que dice la Escritura: Creí y por eso hablé, también nosotros creemos y por eso hablamos, sabiendo que el que ha resucitado a Jesús, el Señor, nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos dará un puesto junto a él en compañía de vosotros. Porque todo esto es para vuestro bien; para que la gracia, difundida abundantemente en muchos, haga crecer la acción de gracias para gloria de Dios. Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro.
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Aclamación Apóstol Santiago, tu cuerpo descansa en paz.
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( Del evangelio según san Mateo ) Mt 20: 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: –¿Qué deseas? Ella contestó: –Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Pero Jesús replicó: –No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? Contestaron: –Lo somos. Él les dijo: –Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre. Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: –Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. . Campos de Cafarnaún. Al fondo el lago de Galilea.
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