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Sabéis, en efecto, que cuando fue tentado el Señor Cristo, le incitaba el diablo a esto. Tuvo hambre y la tuvo por dignación y porque también eso era.

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1 Sabéis, en efecto, que cuando fue tentado el Señor Cristo, le incitaba el diablo a esto. Tuvo hambre y la tuvo por dignación y porque también eso era humillarse. Estuvo hambriento el Pan, fatigado el Camino, herida la Salud, muerta la Vida. (S. AGUSTIN, Sermones, 23,2)

2 La nobleza del nacido se manifestó en la virginidad de la madre, y la nobleza de la madre, en la divinidad del nacido. (S. AGUSTIN, Sermones, 200,2)

3 Creyó María, y se cumplió en ella lo que creyó
Creyó María, y se cumplió en ella lo que creyó. Creamos también nosotros para que pueda sernos también provechoso lo que se cumplió. (S. AGUSTIN, Sermones, 215,4)

4 Luego, hermanos, cuando nombro a Cristo, de manera especial se nos recomienda la humildad. Él se nos hizo camino por la humildad, porque, habiéndonos alejado de Dios por la soberbia y no pudiendo volver a no ser por la humildad, necesitábamos un modelo a quien nos propusiéramos imitar. (S. AGUSTIN, Enarraciones sobre los Salmos, Sal 33,I,4)

5 Las palabras de Dios, que son como saetas, excitan amor, no causan dolor. ¿O por ventura se llaman así porque también el mismo amor no puede darse sin dolor? (S. AGUSTIN, Enarraciones sobre los Salmos, Sal 37,5)

6 “¡Qué vergüenza apegarse a las cosas porque son buenas y no amar el Bien que las hace buenas!” (S. AGUSTIN, Tratado de la Santísima Trinidad, 8)

7 Tú, Señor, me trastocabas a mí mismo, quitándome de mi espalda, a donde yo me había puesto para no verme, y poniéndome delante de mi rostro, para que viera cuán feo era, cuán deforme y sucio, manchado y ulceroso. (S. AGUSTIN, Las Confesiones, 8,7,16)

8 Y decíame a mí mismo interiormente: ¡Ea
Y decíame a mí mismo interiormente: ¡Ea! Sea ahora, sea ahora; y ya casi pasaba de la palabra a la obra, ya casi lo hacía; pero no lo llegaba a hacer..., y ya casi tocaba el término y lo tenía; pero ni llegaba él, ni lo tocaba, ni lo tenía, dudando en morir a la muerte y vivir a la vida.

9 Reteníanme unas bagatelas y vanidades de vanidades, antiguas amigas mías; y tirábanme del vestido de la carne, y me decían por lo bajo: ¿Nos vas a dejar? /.../.

10 Tal era la contienda, que había en mi corazón de mí mismo contra mí mismo. (S. AGUSTIN, Las Confesiones, 8,9,25-27)

11 Decía estas cosas y lloraba con amarguísima contrición de mi corazón
Decía estas cosas y lloraba con amarguísima contrición de mi corazón. Mas he aquí que oigo de la casa vecina una voz, como de niño o niña que decía cantando y repetía muchas veces: Toma y lee, toma y lee /.../.

12 Así que, apresurado volví al lugar donde estaba sentado Alipio y yo había dejado el códice del Apóstol, al levantarme de allí. Toméle, pues, abríle y leí en silencio el primer capítulo que se me vino a los ojos, y decía:

13 No en comilonas y embriagueces, no en lechos y liviandades, sino revestíos de nuestro Señor Jesucristo y no cuidéis de la carne con demasiados deseos. (Rom 13,13). No quise leer más, ni era necesario /.../.

14 Y así convertiste su llanto en gozo, mucho más fecundo de lo que ella había apetecido, y mucho más caro y más casto que el que podía esperar de los nietos que le diera mi carne. (S. AGUSTIN, Las Confesiones, 8,12,28-30)

15 Toda corrección humana, esté inspirada o no por la caridad, para ser útil al corregido, debe ir acompañada de la gracia de Dios. (S. AGUSTIN, De la corrección y de la gracia, 6,9)

16 Tocar con el corazó; he aquí en qué consiste el creer
Tocar con el corazó; he aquí en qué consiste el creer. En efecto, también aquella mujer que tocó la orla lo tocó con el corazón porque creyó. Además, él sintió a la que lo tocaba y no sentía a la multitud que lo apretujaba. Alguien me ha tocado dice el Señor…

17 Me tocó, creyó en mí. Y los discípulos, al no entender lo que significaba ese me tocó, le dijeron: La multitud te apretuja y dices: ¿Quién me ha tocado? ¿No sé yo lo que digo con estas palabras: Alguien me ha tocado? La multitud apretuja, la fe toca. (S. AGUSTIN, Sermones, 229)

18 Los hombres mansos son aquellos que ceden ante los atropellos de que son víctimas y no hacen resistencia a la ofensa, sino que vencen el mal con el bien (Rom 12,21). (S. AGUSTIN, Sermón de la Montaña, 1,2,4)

19 Tiempos malos, tiempos difíciles. dicen los hombres
Tiempos malos, tiempos difíciles! dicen los hombres. Vivamos bien y los tiempos serán buenos. Los tiempos somos nosotros; cuales somos nosotros, tales son los tiempos. (S. AGUSTIN, Sermones, 83,8)


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