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El poder de su presencia
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Texto: 2 Reyes 20:12-17 “En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió mensajeros con cartas y presentes a Ezequias, porque había oído que Ezequías había caído enfermo. Y Ezequías los oyó, y les mostró toda la casa de sus tesoros, plata, oro, y especias, y ungüentos preciosos, y la casa de sus armas, y todo lo que había en sus tesoros; ninguna cosa quedó que Ezequías no les mostrase, así en su casa como en todos sus dominios.
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“Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué dijeron aquellos varones, y de dónde vinieron a ti? Y Ezequías le respondió: De lejanas tierras han venido, de Babilonia. Y él le volvió a decir: ¿QUÉ VIERON EN TU CASA? Y Ezequías respondió: Vieron todo lo que había en mi casa; nada quedó en mis tesoros que no les mostrase.
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“Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye palabra de Jehová: He aquí vienen días en que todo lo que está en tu casa, y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy será llevado a Babilonia sin quedar nada, dijo Jehová”
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Ilustración…
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“¿Qué vieron en tu casa?”
“¿Qué han visto en tu casa?” (Isa. 39:4) preguntó el emisario divino. La ingenua respuesta de Ezequías revela cuán despistado estaba en relación a lo que se esperaba de él como representante de Dios ante el mundo pagano: “Todo lo que hay en mi casa han visto” (Isa. 39:4).
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Para ser honestos, no le habían visto todo
Para ser honestos, no le habían visto todo. De hecho, no vieron lo más importante: la gloria del Dios verdadero, tal como lo había anticipado el rey Salomón cuando oró para dedicar el templo (ver 1 Rey. 8:41-43). El mayor tesoro del reino, el Dios de Israel, quedó oculto detrás del necio orgullo de Ezequías.
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¿Qué aprendemos de este relato?
“Necesitamos hablar mucho más de los capítulos preciosos de nuestra experiencia, de la misericordia y bondad de Dios, de las profundidades incomparables del amor del Salvador”.
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Lo segundo que aprendemos de este relato tiene que ver con lo que no debemos hablar. ¿Qué palabras se escuchan en nuestros hogares, que hubiera sido mejor no pronunciar? ¿Qué escuchan las personas que nos visitan? Esta historia también nos recuerda que todo cuanto poseemos pertenece a Dios: talentos, tesoros, tiempo, el cuerpo, los hijos, y el mobiliario de nuestros hogares.
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Finalmente, la errática conducta de Ezequías nos recuerda otra gran verdad bíblica: la presencia del Señor establece la diferencia entre el éxito y el fracaso en esta vida.
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La presencia de Cristo establece la diferencia
Cuando Moisés dijo al Señor: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” (Éxo. 33:15)
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El peligro de su ausencia
“En nuestro trato mutuo, debemos tener cuidado de no olvidar a Jesús, ni pasar por alto el hecho de que no está con nosotros. Cuando nos dejamos absorber por las cosas mundanales de tal manera que no nos acordamos de Aquel en quien se concentra nuestra esperanza de vida eterna, nos separamos de Jesús y de los ángeles celestiales. Estos seres santos no pueden permanecer donde no se desea la presencia del Salvador ni se nota su ausencia”.
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La bendición de su presencia
¿Vive Cristo en tu hogar?
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El poder de su presencia
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