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Publicada porEsteban Carrasco Coronel Modificado hace 7 años
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Ciclo A Domingo I del Tiempo de Cuaresma
«Jesús ayuna cuarenta días y es tentado»
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Primera Lectura Génesis 2,7-9; 3,1-7
2,7 Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente. 8 El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado. 9 Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol del conocimiento del bien y del mal. 3,1 La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: «¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?». 2 La mujer le respondió: «Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín. 3 Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: ‘No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte’». 4 La serpiente dijo a la mujer: «No, no morirán. 5 Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal».
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y descubrieron que estaban desnudos.
6 Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió.7 Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera. Palabra de Dios Te alabamos Señor
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«Creación y pecado de los primeros padres»
La lectura de hoy nos coloca al principio de las cosas bajo el aspecto religioso, de los orígenes de las cosas, en especial del hombre y de sus relaciones con el mundo y con Dios. Dios, como Señor, Amo respetuoso y providente, favorecedor incansable del hombre.
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El mal existe en su triple dimensión física, moral y religiosa.
El hombre más que disfrutar de su existencia sobre la tierra, la arrastra. Dios es bueno; de ello no hay duda. Dios ha creado al hombre con amor. ¿De dónde viene este desequilibrio que zarandea constantemente al hombre y le hace sufrir? En lo personal, en lo familiar, en lo social y en lo religioso el hombre debe hacerse violencia constantemente para dar, aunque sea de forma imperfecta, con el adecuado orden moral.
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y saborear la belleza y los frutos del jardín.
El hombre es y vive merced al aliento que ha recibido de Dios; aliento que lo eleva sobre todos los demás seres. No contento con darle la vida plantó el Señor un precioso jardín para él. Era un lugar divino, real, digno de un Dios bueno que ama lo bueno y lo bello. Allí colocó al hombre y lo hizo señor de él. Ese era su destino: disfrutar de la compañía de Dios y saborear la belleza y los frutos del jardín. El hombre fue elevado a la amistad con Dios. Expresión completa de esa realidad, el Paraíso.
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La segunda parte nos relata la conducta del hombre respecto a su Creador.
El hombre había recibido de Dios su confianza, su amistad y el cuidado de aquella hermosa creación que contenía de todo pero el peligro lo señaló Dios con un límite por su bien. El hombre, con todo, traspasó la prohibición. El hombre no se fió de su Creador, encontró despreciable su amistad y trató de separarlo y suprimirlo total y definitivamente de su ser y de su vida. No quiso tener nada con él. Este fue el principio de todos sus males.
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Así camina la humanidad, siempre en peligro de destruirse a sí misma.
De pronto alguien le sugirió darlos: el diablo, no podía ser otro. «Seréis como dioses» les dijo. Y desobedecieron. En lugar de alcanzar la «sabiduría», se vieron desnudos de la amistad de Dios, de la que dudaron; desnudos del dominio seguro y sereno en todos los campos: personal, familiar y social; y amenazados por la muerte a cada instante. El pecado, la causa de todos los males; y, en el fondo del pecado, el querer substraerse del amor de Dios. Así camina la humanidad, siempre en peligro de destruirse a sí misma. El pecado es la desconfianza existencial viva de que Dios nos ama. El camino de vuelta: fe existencial en el amor de Dios.
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Salmo 51(50) a 3 ¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! 4 ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! 5 Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. 6 Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. Por eso, será justa tu sentencia y tu juicio será irreprochable. 12 Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. 13 No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. 14 Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga: 17 Abre mis labios, Señor, y mi boca proclamará tu alabanza.
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«Misericordia, Señor: hemos pecado» misteriosamente misericordioso.
Salmo de súplica individual en su origen; por el uso, salmo de súplica colectiva. El estribillo resume hermosamente la súplica: La misericordia es el atributo divino que se invoca como motivo de confianza. El pecado no tiene excusa; mejor, no tiene justificación. El único que puede comprenderlo es aquél que tiene misericordia y este el Dios, misteriosamente misericordioso.
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La petición insiste:«lávame», «límpiame», «borra»
La petición insiste:«lávame», «límpiame», «borra». La súplica es urgente. Hay algo en el hombre que pesa, afea, mancha de forma dolorosa y profunda; es el pecado. La única justicia que puede valernos es la divina, que limpia, sana, cura y justifica. Hay que pedirlo insistentemente. El perdón trae alegría, gozo. La salvación de Dios alegra al hombre, lo aligera y lo humaniza. Feliz aquél a quien se le perdonan los pecados. El hombre retorna así al orden primitivo: amistad con Dios y disfrute sereno de los bienes que se le han concedido; es una alabanza continua a Dios; es la gloria de Dios viva en nosotros.
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Segunda Lectura - Romanos 5,12-19
12 Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. 13 En efecto, el pecado ya estaba en el mundo, antes de al Ley, pero cuando no hay Ley, el pecado no se tiene en cuenta. 14 Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso en aquellos que no habían pecado, cometiendo una transgresión semejante a la de Adán, que es figura del que debía venir. 15 Pero no hay proporción entre el don y la falta. Porque si la falta de uno solo provocó la muerte de todos, la gracia de Dios y el don conferido pro la gracia de un solo hombre, Jesucristo, fueron derramados mucho más abundantemente sobre todos. 16 Tampoco se puede comparar ese don con las consecuencias del pecado cometido por un solo hombre, ya que el juicio de condenación vino por una sola falta, mientras que el don de la gracia lleva a la justificación después de muchas faltas.
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17 En efecto, si por la falta de uno
solo reinó la muerte, con mucha más razón, vivirán y reinarán por medio de un solo hombre, Jesucristo, aquellos que han recibido abundantemente la gracia y el don de la justicia. 18 Por consiguiente, así como la falta de uno solo causó la condenación de todos, también el acto de justicia de uno solo producirá para todos los hombres la justificación que conduce a la Vida. 19 Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores, también por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos. Palabra de Dios Te alabamos Señor
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«Si creció el pecado, más abundante fue la gracia»
Cristo es nuestra justicia y nuestra sabiduría; Cristo es la “justicia” y la “sabiduría” de Dios. El hombre no puede justificarse a sí mismo; la Ley no justifica; las obras de la Ley tampoco. El único que justifica es Dios, y esto por la fe en Cristo, su Hijo que murió por nosotros. En Cristo se revela la “justicia” divina- es decir la misericordia-, justicia que nos justifica y nos eleva a la dignidad de hijos de Dios en el Espíritu Santo.
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Sólo la asistencia divina la ha librado de una catástrofe definitiva.
De esta “justificación” necesitamos todos, porque todos hemos pecado, judíos y gentiles, unos bajo la Ley y otros al margen de ella. La lacra del pecado nos aleja de Dios y que aflora luego en mil transgresiones de todo tipo. La historia antigua, muestra el derrumbamiento progresivo de la humanidad hasta hacerse insoportable, si no intercediera la voluntad salvífica de Dios. Sólo la asistencia divina la ha librado de una catástrofe definitiva. Los hombres están en el estado de Adam (sentido analógico de pecado). Es el hombre viejo. Como antítesis, Cristo Redentor de la humanidad. El nos devuelve a Dios como hijos. El supera con creces la culpa. Cristo rehace la humanidad caída por un camino inverso al de Adam.
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Adam, hombre, se quiso ser Dios. Cristo, Hijo de Dios, se hizo hombre.
La desobediencia de Adam nos acarreó la muerte. La obediencia de Cristo nos trajo la salud. Adam, hombre, se quiso ser Dios. Cristo, Hijo de Dios, se hizo hombre. Adam nos hizo esclavos. Cristo con su servidumbre nos elevó a la divinidad. Todos necesitamos de Cristo.
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Lectura del Santo Evangelio Mateo 4,1-11
1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. 2 Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre. 3 Y el tentador, acercándose, le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes». 4 Jesús le respondió: «Está escrito: "El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"». 5 Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo,6 diciéndole: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra"». 7 Jesús le respondió: «También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"». 8 El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo Su Esplendor, 9 y le dijo: 10 Jesús le respondió: «Retírate, Satanás, porque está escrito: "Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto"». 11 Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.
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Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús
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«Jesús ayuna cuarenta días y es tentado»
Cristo rechaza las tentaciones una y otra vez con palabras de la Escritura. a) Tipología primaria con Israel en el desierto. Establece una comparación con Israel en el desierto. Israel, el primogénito de Dios, es tentado por el diablo en el desierto durante cuarenta días. Pero donde uno sucumbe, vence el otro. Cristo es y personifica al nuevo Israel.
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b) Tipología secundaria con Moisés
b) Tipología secundaria con Moisés. Sólo Mateo nos habla de cuarenta noches en relación con el ayuno. Lo mismo se dice de Moisés en el monte Sinaí, cuando Dios le entregó las tablas de la ley. Cristo se perfila como el nuevo Moisés, superior, por supuesto, al antiguo. Cristo en el Sermón del monte y en la Infancia, según Mateo, nos recuerda a Moisés.
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haciéndolo todo fácil y según capricho propio.
c) Jesús es tentado en cuanto Mesías. El diablo intenta desviar la atención de Jesús como Mesías en otra dirección de la señalada por Dios. El deseo del diablo es que Cristo utilice sus poderes mesiánicos, recibidos de Dios para otros fines, en provecho propio y funde un reino terreno y político, haciéndolo todo fácil y según capricho propio. La respuesta de Jesús es clara y contundente. En efecto, es la voluntad de Dios la que hace vivir al hombre, su cumplimiento.
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y muerte por los pecados de todos.
A Jesús no se le ha señalado un camino fácil y sin tropiezos; todo lo contrario, Jesús ha asumido la naturaleza humana con todas sus consecuencias y es ésa la voluntad de Dios: frío, calor, hambre, sed, cansancio; mala inteligencia de unos, odios de otros y muerte por los pecados de todos.
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La tercera se ensancha en amplitud.
Nada menos que el señorío del mundo entero le ofrece el diablo; basta adorarle. Cristo conseguirá el reino para sí y para los suyos mediante su muerte. Debe preceder toda una vida de contradicciones y al final la muerte. El reino de este mundo cae muchas veces bajo el poder del diablo. El futuro, el auténtico, es de sólo Cristo.
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Gracias Señor por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella. Señor, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
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donde pueda estar conmigo mismo. Donde Tú puedas habitar conmigo.
¡APARTAME, SEÑOR! Llévame a un lugar donde pueda estar conmigo mismo. Donde Tú puedas habitar conmigo. En el que, cara a cara, puedas colocar a Dios con la misma fuerza, que Tú lo tienes clavado en tu corazón. Porque tengo miedo a dejarme llevar por la corriente del “todo vale”. Porque tengo miedo a perder de vista el horizonte la bandera de la Pascua ondea. Porque, simplemente Señor, pocos me hablan de Ti… y muchos dicen no conocerte. ¡APARTAME, Y LLEVAME A TI, SEÑOR! Oración: P. Javier Leoz ¡APARTAME, SEÑOR! Quiero jugar en terreno limpio y sin piedra. Recorrer aquellos caminos que no conducen a peligro alguno. Disfrutar de aquellos valles que no sean excesivamente profundos. Más, Tú, Señor, con o sin mi permiso, te lo digo: No me dejes en la tentación de lo fácil No dejes que, mi vida, sea un trayecto de mínimos. No permitas que, ante las dificultades, me repliegue por cobardía, el qué dirán o vergüenza. Porque Tú lo sabes, aspiro a tener aunque mil veces te diga que lo importante es “ser”. Porque disfruto recibiendo más que ofreciendo. Porque, el ser perdonado, siempre me resulta más gratificante y hasta menos duro ante los ojos de los demás que, ir por ahí, yo perdonando.
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