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Domingo 25º del tiempo ordinario

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Presentación del tema: "Domingo 25º del tiempo ordinario"— Transcripción de la presentación:

1 Domingo 25º del tiempo ordinario
Ciclo A Día 24 de Septiembre de 2017

2 Eran las últimas semanas de la vida de Jesús
Eran las últimas semanas de la vida de Jesús. Jesús tenía interés en enseñar que “el Reino de Dios” que predicaba, era para todos, no sólo para el pueblo de Israel. Y que habrá gentes de regiones lejanas que, habiéndolo conocido tardíamente, tendrán el mismo mérito y las mismas oportunidades. Por eso dijo la parábola que hoy nos trae el evangelio. Mt 20, 1-16.

3 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia por que yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos."

4 Esta parábola iba dirigida en primer lugar a los jefes judíos que criticaban el hecho de que Jesús tratase con igual o más benevolencia a publicanos y pecadores. Ellos, los judíos, se creían los únicos depositarios de los bienes de Dios y no estaban de acuerdo con Jesús que trataba igual a paganos que a última hora iban conociendo a Dios.

5 Quizá cuando esto escribía san Mateo tenía muy en cuenta algunas disputas que había entre los judeocristianos y los paganos recién convertidos. A algunos judíos convertidos no les parecía bien que se tratase igual a los paganos recién convertidos. Sobre esto tuvo que hablar y escribir bastante san Pablo.

6 También la parábola se refiere a las diferentes llamadas de Dios en las diferentes edades de la vida. A unos les llama Dios a una entrega profunda cuando aún están en la niñez o en la juventud o en la edad adulta o en la vejez. Lo normal es que Dios llama continuamente; pero las respuestas son diversas en intensidad.

7 pero Dios tiene otra regla de justicia, que es sobre todo su amor.
La parábola trata directamente del premio que nosotros pensamos nos ha de dar Dios a la respuesta a su llamada. Pensamos que Dios nos ha de pagar según nuestra justicia; pero Dios tiene otra regla de justicia, que es sobre todo su amor.

8 Muchos de los que escuchaban a Jesús, especialmente los fariseos, estaban demasiado acostumbrados a mirar hacia sí para poner el ejemplo de lo que debía ser un servidor de Dios: Cuantas más leyes o preceptos pequeños cumpliera, más creían agradar a Dios. Hay otra regla interna que Dios aprecia más: amar mientras se están cumpliendo quizá esos preceptos.

9 Nosotros también como los fariseos nos fijamos en la justicia distributiva, a nuestra manera, y no nos fijamos en la bondad de Dios, en el corazón de Dios. Él distribuye los premios de una manera más global e íntima.

10 De nuestra parte nos corresponde creer en el amor de Dios, sentirle lo más posible y corresponderle con todo el amor posible. A veces es difícil ver el amor de Dios. Hace falta fe, la cual también nos dará méritos. Pero ahí está Dios con nosotros. Nos va llenando de bienes y nos corona de amor. Por eso desde el fondo de nuestro ser bendecimos al Señor.

11 Bendice, alma mía, al Señor,
Automático

12 del fondo de mi ser su santo nombre.

13 Bendice, alma mía, al Señor,

14 Al Señor.

15 Él te corona de amor y de ternura,

16 Él satura de bienes tu existencia.

17 El Señor es compasivo y misericordioso.

18 Es el Señor del amor.

19 Bendice, alma mía, al Señor,

20 del fondo de mi ser su santo nombre.

21 Bendice, alma mía, al Señor,

22 Al Señor. Hacer CLIC

23 Hoy termina el evangelio con una advertencia de Jesús para los que tenemos envidia hasta de la bondad de Dios: “¿Vas a tener tu envidia porque yo soy bueno?”. Pasa con frecuencia que una persona está tranquila y contenta con el salario que tiene, hasta que se entera que otra persona, de nuestra propia categoría, gana algo más.

24 Alegrarnos del bien del otro aunque sepamos que no nos va a dar nada.
En ese momento comienza la desazón y los deseos de reivindicación. ¿Por qué nos cuesta tanto alegrarnos del bien ajeno? Y sin embargo es un signo claro de la caridad, del amor: Alegrarnos del bien del otro aunque sepamos que no nos va a dar nada.

25 A veces hasta nos puede molestar que Dios tenga misericordia con los otros. Nos puede pasar como al profeta Jonás que se enfadaba con Dios porque había tenido misericordia con aquella ciudad donde el profeta había anunciado el castigo de Dios. La ciudad se arrepintió y Dios la perdonó.

26 Es la envidia y mezquindad que Jesús había lamentado: la del hermano mayor del “hijo pródigo”, la de Judas ante el “despilfarro” de María, la hermana de Lázaro, o el fariseo Simón cuando ve a Jesús perdonar a la pecadora,

27 Esto pasa porque no somos buenos como Dios
Esto pasa porque no somos buenos como Dios. Dios siempre busca el bien; pero nuestro egoísmo es como un impedimento que nos priva de ver la bondad de Dios. Debemos comprender que los planes de Dios no son como los nuestros, que suelen ser raquíticos. Los planes de Dios son magnánimos con todos los que quieren recibirle.

28 Así nos lo dice hoy de una manera clara el profeta Isaías en la 1ª lectura:

29 Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.

30 No sabemos comprender los planes de Dios, porque nos empeñamos en creer que son como los nuestros. Y por eso muchas veces empequeñecemos a Dios. ¡Pobres de nosotros si Dios nos juzgase con la justicia según nosotros la entendemos! Pero gracias que Dios es mucho más Padre que juez.

31 A veces pensamos en los premios que Dios nos debe dar, como cuando san Pedro le dijo a Jesús:
¿Qué premio se nos dará a nosotros que lo hemos dejado todo? Queremos comprar los dones de Dios. Y le queremos pasar contabilidad de nuestros méritos. No nos damos cuenta que Dios desea más nuestra felicidad que nosotros mismos.

32 Para Dios no vale tanto el tiempo que trabajamos para Él como la actitud. Y en realidad la que vale es la última actitud, que normalmente será mayor si procuramos mejorarla continuamente. A veces la última es diferente de las anteriores, como pasó con el buen ladrón.

33 No tenemos porqué tener envidia de nadie porque tenga más intimidad con Dios. Lo único debe sentirnos como estímulo para el camino del bien. Sería ridículo tener envidia de la Virgen María, porque Dios le ha dado más gracias. A nosotros nos ha dado suficientes para poder ser felices para siempre.

34 No tenemos porqué tener envidia a nadie, sino amar mucho a Jesús y seguir con esa actitud de ser buenos y misericordiosos como el Señor. Así nos lo recuerda el salmo responsorial, que nos dice que el Señor es rico y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad. Por eso nos invita a ensalzar y bendecir a Dios.

35 Te ensalzaré, mi Dios, mi Rey,
Automático

36 y bendeciré tu nombre.

37 Eternamente y para siempre

38 cada día te bendeciré.

39 Yo alabaré tu nombre

40 eternamente y para siempre

41 Grande el Señor es y será,

42 digno de suprema alabanza;

43 Y su grandeza es inescrutable

44 Cada día te bendeciré. Hacer CLIC

45 El salmo invita a las criaturas a alabar al Señor, porque es bueno y misericordioso. Pero las criaturas le alaban a Dios a través de nuestra aceptación y sobre todo de nuestro amor.

46 Y debemos alabar a Dios, seamos de los llamados a primera hora o llamados al final.
Es difícil comprender el camino hacia Dios que llevan los demás. Muchas veces nosotros, que hemos sido llamados a 1ª hora marchamos a medio gas, no como lo que Dios pensaba de nosotros. Y puede ser que otros llamados al final nos aventajan.

47 No juzguemos demasiado a las personas en el sentido de nuestra justicia, tengamos un corazón amplio o magnánimo. Busquemos trabajar más según el amor de Dios y estemos ciertos que Dios nos dará más de lo que pensamos. Y recordemos que un acto de caridad es alegrarse con el que está alegre.

48 Todo esto es muy difícil de conseguir
Todo esto es muy difícil de conseguir. Debemos tener una vida con Cristo; o una vida “digna del Evangelio de Cristo”, como nos dice san Pablo hoy en la 2ª lectura. “Vivir la vida de Cristo” parece algo muy fantástico y teórico; pero en la vida real es pensar y actuar como Cristo Jesús.

49 Hermanos: Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en ese dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo. Flp 1,20c-24.27a

50 Cuando uno procura tener la vida de Cristo, nuestros cálculos son diferentes: No es cuestión de méritos por la cantidad de trabajo o por el tiempo dedicado o por la antigüedad de trabajo, como se piensa en una empresa material. La recompensa se deja tranquilamente en manos de Dios que juzga sobre todo la actitud de amor.

51 Alguno piensa que ya respondió a la llamada de Dios una o varias veces y que le sigue, aunque a veces sea a medio gas. El hecho es que Dios sigue llamándonos y lo que interesa es mantener siempre la buena actitud. No basta haber dicho sí a Dios una vez, sino que debemos dar un sí cada día.

52 Una de las maneras de dar un sí al Señor es trabajar por Él, que es por el bien sobre todo espiritual de los demás. Decía un santo: “Quien salva un alma tiene salvada la suya”. Esta era la preocupación de san Pablo cuando dudaba entre desear morir para estar con Cristo o quedarse para bien de los cristianos.

53 La vida de María fue un continuo "SÍ"
Que sepamos decir "Sí" a Dios como la Virgen María

54 Quiero decir que sí, como tu, María,
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55 Como tu un día, como tu, María.

56 Quiero decir que SÍ.

57 Quiero decir que sí.

58 Quiero decir que sí.

59 Quiero decir que sí. AMÉN


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