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Publicada porJosefa Luna Martin Modificado hace 7 años
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Textos y fotos de Baja California Sur por Francisco Arámburo Salas.
La Gracia del Silencio Una Plegaria Bahía Concepción Textos y fotos de Baja California Sur por Francisco Arámburo Salas.
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De no ser así, es mejor NO hablar.
Hay que hablar como se debe, donde se debe y cuando se debe. De no ser así, es mejor NO hablar. (Si, todos sabemos ya lo que hay que hacer, pero no está por demás que alguien nos lo recuerde de vez en cuando) Tomando esto en cuenta, elevo fervorosamente esta plegaria...
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Señor: Hazme silencioso y prudente. Haz que calle cuando otros griten, medite cuando los demás vociferen y enmudezca cuando todos estallen.
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Concédeme la gracia de la discreción haciéndome sensato y mesurado.
Enséñame a apreciar el valor supremo del silencio y a nunca hablar de más.
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¡y cierre la boca a tiempo!
Antes bien, permíteme que siempre me quede con algo qué decir... por más deseos que tenga de decirlo todo, ¡y cierre la boca a tiempo! Observen el velero Humildemente te lo pido, señor
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Tócame ligeramente el hombro, ¡oh Buen Señor
Tócame ligeramente el hombro, ¡oh Buen Señor! para indicarme que no debo tratar de monopolizar la conversación en un grupo. Si, recuérdame con un disimulado codazo, o cualquier otra señal, que los otros también tienen buenas ideas o teorías interesantes que aportar al tema, quizá mucho más importantes que las mías. Bahía Concepción con telefoto
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¡Atiende mi ruego, Señor!
Ayúdame a comprender que no debo platicar con nadie acerca de gentes que no conocen, de temas que no les interesan o de asuntos que no les atañen. ¡Atiende mi ruego, Señor!
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¡Por favor escúchame, Señor,
Y además, ilumina mi inteligencia para reconocer los signos –imperceptibles a veces– y me dé cuenta de cuándo estoy aburriendo a alguien con mi insulsa plática. ¡Por favor escúchame, Señor, pues ésto es importante! Atardecer en la Bahía de La Paz
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Sella mis labios para que no relate
con profusos detalles mis problemas, mis enfermedades ni mis dolores, y dame fuerzas para tolerarlos y aguantarlos con paciencia sin hablar de ellos ni aburrir a nadie. ¡Concédemelo, señor!
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mi plática con explicaciones innecesarias,
Ayúdame también a conservar mi mente libre de la necesidad de hablar exageradamente, plagando mi plática con explicaciones innecesarias, detalles inútilesy palabras de más. Enséñame a expresar claramente lo que quiero decir sin rodeos ni disfraces, pero sin ofender con mi reprimida franqueza.
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Ah, y sobre todo... ¡Eso sólo a mi me interesa!
no me permitas que acatarre a los demás con comentarios que no vienen al caso, ni con la narración detallada de mis experiencias. Y tampoco que atiborre a nadie con las gracias de mis nietos, la lista completa de mis cuitas ni los detalles clasificados de mis problemas. ¡Eso sólo a mi me interesa!
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¡Hazme servicial pero no metiche!
Líbrame también, señor, de la avidez incontrolada de tratar de enderezarle la vida a todo el mundo y de decirles lo que deberían de hacer. ¡Hazme servicial pero no metiche!
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Y algo muy importante: aunque esté ansioso de dar mi opinión, líbrame de la tentación de hacerlo antes de que me la pregunten. ¡Por favor, Diosito!
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dar consejos... a menos que me los pidan.
En efecto, en los asuntos ajenos concédeme la facultad de escuchar, de analizar y de comprender, pero no de juzgar ni de dar consejos... a menos que me los pidan.
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¡Eso es muy feo! Si voy a caer en esa imperdonable falta,
Además, restríngeme severamente la tentación de hablar mal de la gente. ¡Eso es muy feo! Si voy a caer en esa imperdonable falta, rotundamente ordéname callar, Señor
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¡No permitas que caiga en esos extremos, Señor, aunque esté enojado!
O sea que la “locuacidad fluída y abundante” no es tan mala, pero sólo cuando se expresa en forma inteligente y moderada (¡ah, qué difícil!). Sin embargo, es verdaderamente imperdonable cuando se utiliza para decir mentiras, herir susceptibilidades, propagar rumores o chismes, y proferir insultos y aun vulgaridades. ¡No permitas que caiga en esos extremos, Señor, aunque esté enojado! Sierra de La Giganta
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Pero sobre todo, haz que nunca olvide que es mejor un ignorante que calla que un necio que habla, pues es mil veces preferible un mediocre silencioso que un sonoro estúpido.
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- El primero tiene un atenuante:
calla por prudente instinto. El segundo tiene un agravante: proclama su necedad.
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Por lo tanto... ¡Realmente no se sabe cuál es peor!
- Aquél disimula su ignorancia. - Éste otro la pregona. -El ignorante pasa desapercibido. - El necio fastidia a todo el mundo. - Aquél sólo aburre. - Este otro irrita. Por lo tanto... ¡Realmente no se sabe cuál es peor!
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Y es todo lo que tengo qué decir hoy.
Señor: Si no es mucho pedir... no permitas que sea ni lo uno ni lo otro. Amén. Y es todo lo que tengo qué decir hoy. Ni una palabra más. ¡Punto!
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Post Data: Desgraciadamente, y a pesar de todo,
con pena tengo algo que confesar... Lamentablemente parece que todavía, y hasta ahorita, es más lo qué tengo qué decir que lo que tengo qué callar. ¡Qué vergüenza!
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F I N ¡Lo admito! ¡pero sigo rogando! Dios NO me ha escuchado aún.
Todavía no me ha concedido esa Gracia... ¡pero sigo rogando! F I N Francisco Arámburo Salas
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