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Domingo V del Tiempo de Cuaresma

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Presentación del tema: "Domingo V del Tiempo de Cuaresma"— Transcripción de la presentación:

1

2 Domingo V del Tiempo de Cuaresma
Ciclo A Domingo V del Tiempo de Cuaresma «Yo soy la Resurrección y la Vida: el que cree en mí, aunque muera, Vivirá.»

3 Primera Lectura Ezequiel 37,12-14
12 Por eso, profetiza diciéndoles: Así habla el Señor: “Yo voy a abrir las tumbas de ustedes, los haré salir de ellas, y los haré volver, pueblo mío, a la tierra de Israel. 13 Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de ellas, ustedes, mi pueblo, sabrán que yo soy el Señor. 14 Yo pondré mi espíritu en ustedes, y vivirán; los estableceré de nuevo en su propio suelo, y así sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo haré –oráculo del Señor–.” Palabra de Dios Te alabamos Señor

4 «Pondré mi espíritu en ustedes, y vivirán.»
Ezequiel se nos presenta como el profeta que vive el destierro. Abunda las visiones. Puede que tenga en él sus raíces el género apocalíptico. Uno de los pasajes más famosos lo constituye la tan conocida visión de los huesos.

5 Tras sucesivas destrucciones acaba por ser deportado a Babilonia el pueblo de Israel.
Todo es llanto, desolación y amargura. La ciudad santa ha sido devastada, sus muros arrasados, el templo de Dios altísimo convertido en un montón de escombros; el país asolado, la población diezmada, la flor y nata de la nación arrastrada, como esclava, a un país lejano y extraño.

6 ha sido borrada de la vida nacional e internacional. No hay esperanza.
No hay rey, no hay templo, no hay nación. Todo se ha hundido. La nación de Israel ha sido borrada de la vida nacional e internacional. No hay esperanza. Sobre Israel se cierne el porvenir más negro. Se ha secado sus huesos; está como muerto y sus miembros descoyuntados. Al parecer ha dejado de existir para siempre el pueblo de Israel.

7 Salmo 130(129) ab.4c-6.7-8 1 Desde lo más profundo te invoco, Señor, 2 ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. 3 Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? 4 Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. 5 Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. 6 Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. Como el centinela espera la aurora, 7 espere Israel al Señor, porque en él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia: 8 él redimirá a Israel de todos sus pecados.

8 «Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa»
Salmo de súplica individual. Por una parte se habla del perdón: súplica intensa y confiada que apela a la misericordia divina, superior en grandeza a todo delito y maldad del hombre. Por otra, casi media parte del salmo, es una plena confianza, una anhelante espera, lo que embarga el espíritu del salmista.

9 La mano del Señor misericordiosa lo libera de todos los males.
Israel debe esperar confiado el perdón de sus pecados. Dios lo redimirá de todos sus delitos. La redención de Dios se alarga hasta la vida eterna: «Redimirá a Israel de todos sus delitos». Esperamos la «redención» copiosa de Cristo en una liberación definitiva.

10 Segunda Lectura - Romanos 8,8-11
8 Por eso, los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios. 9 Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. 10 Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes. Palabra de Dios Te alabamos Señor

11 en Cristo encuentra el hombre también la liberación de sí mismo,
«El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros.» Pablo comienza su carta, constatando la ruina en que se encuentra el hombre al margen de Cristo. En Cristo encuentra el hombre la victoria sobre el pecado y sobre la muerte; en Cristo encuentra el hombre también la liberación de sí mismo, la liberación de la Ley y de todo aquello que lo aparta de Dios

12 Pablo habla del «don» que nos trae Cristo: don que nos libera de la condenación,
don que nos espiritualiza, don que nos hace hijos de Dios, don que nos transforma ya desde ahora y nos dispone positivamente para la resurrección y transformación completa de todo nuestro ser. Ese «Don» es el Espíritu Santo. La palabra «espíritu» es susceptible de varios significados relacionados entre sí. Unas veces señala al Espíritu Santo en persona; otras al don que en él se nos concede; otras al espíritu humano opuesto a la «carne», es decir al espíritu del hombre «renovado» por el «don» de Dios en nosotros. Como se ve, todos ellos relacionados entre sí.

13 «Carne» es por ejemplo la lujuria, la avaricia, la gula, la soberbia…
Con el término «Carne» designa Pablo todo aquello que se opone a Dios ya sea material, o espiritual. «Carne» es por ejemplo la lujuria, la avaricia, la gula, la soberbia… Por contraposición, «Espíritu» es todo aquello cuyo principio de acción procede de. Ese mismo Espíritu, de quien somos habitación y morada, acabará transformando nuestro cuerpo mortal de la misma forma como transformó el cuerpo mortal de Cristo.

14 Lectura del Santo Evangelio - Juan 11,1-45
1 Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. 2 María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. 3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas, está enfermo». 4 Al oír esto, Jesús dijo: «Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». 5 Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. 7 Después dijo a sus discípulos: «Volvamos a Judea». 8 Los discípulos le dijeron: «Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿quieres volver allá?». 9 Jesús les respondió: «¿Acaso no son doce la horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él». 11 Después agregó: «Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo». 12 Sus discípulos le dijeron: «Señor, si duerme, se curará».

15 13 Ellos pensaban que hablaba del sueño,
pero Jesús se refería a la muerte. 14 Entonces les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, 15 y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo». 16 Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él». 17 Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro Días. 18 Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. 19 Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. 20 Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. 21 Marta dio a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas». 23 Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». 24 Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». 25 Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: 26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?».

16 27 Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías,
el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo». 28 Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: «El Maestro está aquí y te llama». 29 Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. 30 Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado. 31 Los Judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. 32 María llegó adonde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto». 33 Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, 34 preguntó: «¿Dónde lo pusieron?». Le respondieron: «Ven, Señor, y lo verás». 35 Y Jesús lloró. 36 Los judíos dijeron: «¡Cómo lo amaba!». 37 Pero algunos decían: «Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?». 38 Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, 39 y le dijo: «Quiten la piedra». Marta, la hermana del difunto, le respondió: «Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto». 40 Jesús le dijo: «¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?».

17 «Padre, te doy gracias porque me oíste. 42 Yo sé que siempre me oyes,
41 Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, te doy gracias porque me oíste. 42 Yo sé que siempre me oyes, pero le he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». 43 Después de decir esto, gritó con voz fuerte: «¡Lázaro, ven afuera!». 44 El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: «Desátenlo para que pueda caminar». 45 Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.

18 Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús

19 El tema «Cristo Vida» en el de la resurrección de Lázaro.
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque muera, vivirá.» Como es normal en este evangelio, a una revelación de Cristo acompaña una «señal». El tema «Cristo Luz» venía desarrollado en el pasaje del Ciego de nacimiento (domingo pasado). El tema «Cristo Vida» en el de la resurrección de Lázaro. La alegoría del Buen Pastor enlaza los dos pasajes ,que, como Buen Pastor, da la vida se opone, por una parte, a los falsos dirigentes de Israel (milagro del Ciego) y se presenta, por otra, como dador de vida (resurrección de Lázaro). Cristo se afirma a sí mismo.

20 Nótese lo más saliente de este milagro:
a) Se trata de una verdadera revivificación, es decir de una real vuelta de la muerte a la vida. b) La gloria de Dios y la fe de los hombres. No tienen otro fin las «señales» y los discursos de Jesús que revelar la «gloria» de Dios, la «gloria» del Hijo, y engendrar en los oyentes la fe en él. Cristo es la Resurrección eterna y Vida sobrenatural. Cristo ha venido al mundo a darnos la Vida.

21 La vida que Cristo nos promete es de naturaleza sobrenatural.
A la Vida se llega por la fe. El tema de la fe aflora constantemente en el relato: «para que creáis» dice a los discípulos; «Crees esto» ruega a Marta; «crees esto y verás la gloria de Dios» le repite. La vida que Cristo nos promete es de naturaleza sobrenatural. La resurrección de Lázaro es un pálido anuncio de la vida y de la resurrección que Dios nos concede en Cristo. La «gloria» de Dios se nos comunica en Cristo.

22 c) La amistad de Cristo es emocionante: Cristo solloza abiertamente.
Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Esa es su teología. El amor entrañable de Cristo a los suyos es algo que conmueve. Así nos ama Cristo. d) La intrepidez de los discípulos. Más que como tema, podemos considerarlo como nota curiosa. Bien se vio que por sus fuerzas no llegaban a tanto. Tienen, no obstante, buen ánimo.

23 Gracias Señor por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.

24 De la oscuridad que no me deja verte a la luz que me da la vida.
¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR! De la oscuridad que no me deja verte a la luz que me da la vida. De las dudas que ciegan mis ojos a la certeza que me invita a seguirte. De la tristeza que sacude mi existencia a la alegría que infunde tu persona. De los miedos que me paralizan, a la fortaleza que me regala tu Palabra. De la inseguridad de mis pasos a la firmeza de tus caminos. De la muerte, cuando yo vivo como Tú quieres, a la vida que siento cuando Tú estás presente. Del mi afán de suficiencia que fracasa al reconocimiento de tu poder que todo lo puede. ¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR! De lo efímero que pasa y caduca a lo eterno que Tú me dices me espera. De mi manera peculiar de vivir la vida a esa otra que, Tú, me dices es rica y diferente. Que me libre de esas largas vendas que me impiden ser libre y seguirte. Que me sacuda de los aromas con que la sociedad quiere perfumarme y maquillarme. Que sea fuerte para desprenderme de tantas losas que pretenden silenciarme ¡SACÚDEME CON TU FUERZA DIVINA! ¡HÁBLAME CON PALABRAS DE ETERNIDAD! ¡HAZME MORIR EN AQUELLO QUE ME SEPARA DE TI! Amén. Oración: P. Javier Leoz

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