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Ciclo A Domingo IV del Tiempo Ordinario

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Presentación del tema: "Ciclo A Domingo IV del Tiempo Ordinario"— Transcripción de la presentación:

1

2 Ciclo A Domingo IV del Tiempo Ordinario
«Subió al monte, se sentó, y tomando la palabra, les enseñaba»

3 Primera Lectura Sofonías 2, 3; 3, 12-13
2, 3 Busquen al Señor, ustedes, todos los humildes de la tierra, los que ponen en práctica sus decretos. Busquen la justicia, busquen la humildad, tal vez así estarán protegidos en el Día de la ira del Señor. 3, 12 Yo dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el nombre del Señor. 13 El resto de Israel no cometerá injusticias ni hablará falsamente; y no se encontrarán en su boca palabras engañosas. Ellos pacerán y descansarán sin que nadie los perturbe. Palabra de Dios Te alabamos Señor

4 «Busquen al Señor, todos ustedes, humildes de la tierra»
Sofonías, profeta, contemporáneo del piadoso rey Josías, debió contribuir con él a la purificación y restauración del pueblo en las relaciones con Dios. Enemigo del sincretismo religioso, defensor del humilde y luchador incansable por la reforma religiosa de Judá.

5 El pasaje consta de dos diferenciadas unidades: por una parte caracterizado por el día del Señor,
día de ira, y el otro, animado por el soplo esperanzador de la restauración. Tras la presencia punitiva del Santo de Israel, la promesa de la gracia de una restauración nacional. En el primero distingue aquéllos que atraen sobre sí la cólera divina de aquéllos que la soslayan; los malvados y soberbios, por un lado, y los pobres y piadosos, por otro (2, 3).

6 Los otros versos (3, 12-13), pertenecientes a la restauración, llevan el valor de una promesa, de una intervención salvífica de Dios en favor de sus pobres. La llamada teología de los pobres de Yahvé. El tema del resto nos recuerda que no basta ser descendiente de Abrahán para huir de la cólera divina, sino cumplir la voluntad de Dios.

7 Salmo 146(145) 7.8-9.10 7 El Señor hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos, 8 abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. 9 El Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; 8c el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados. 10 El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. ¡Aleluya!

8 El salmista inicia su poema exhortándose a sí mismo a alabar a Yahvé.
«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» El salmista inicia su poema exhortándose a sí mismo a alabar a Yahvé. La idea central del salmo es la confianza en Dios, de quien únicamente puede venir el auxilio seguro. En consecuencia, es inútil confiar en poderes humanos, por muy altos que sean.

9 Sólo el Dios de Jacob puede inspirar verdadera confianza, pues es el mismo que ha formado los cielos
y la tierra, y, por otra parte, es fiel a sus promesas de protección a sus devotos. Especialmente muestra su solicitud y favor con los necesitados: los oprimidos, los hambrientos, los ciegos, los contrahechos, los peregrinos, los huérfanos y las viudas.

10 Segunda Lectura - I Corintios 1, 26-31
26 Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles. 27 Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; 28 lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. 29 Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. 30 Por él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención, 31 a fin de que, como está escrito: "El que se gloría, que se gloríe en el Señor". Palabra de Dios Te alabamos Señor

11 «Ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte»
Este discurso lleva el nombre de Discurso de la cruz. La cruz de Cristo es la sabiduría y la fuerza de Dios. En ella conocemos y gustamos -sabiduría y fuerza- la presencia misericordiosa de Dios y en ella se manifiesta poderoso el Salvador.

12 y los une al uno y al otro en un inefable misterio de amor.
Dios se ha acercado al hombre para transformarlo en la perfecta imagen de Jesús, y lo ha hecho en la cruz. El acontecimiento revela a Dios y revela al hombre, y los une al uno y al otro en un inefable misterio de amor. Pablo alaba la ciencia y el poder de Dios, que superan y confunden al mundo en su vana sabiduría y en su deleznable poder. El discurso rezuma experiencia colectiva y personal, todo sucedió según Dios. Es su sabiduría y es su fuerza: en Cristo, muerto en la cruz, encontramos nuestra salvación.

13 Pablo no puede olvidar las pasiones de los profetas ni las persecuciones de los apóstoles.
Él mismo lleva grabada en su carne la cruz de Cristo: persecuciones, insultos, naufragios, envidias, detracciones, malos tratos… Por último, el resultado positivo de predicación: esclavos, pobres, mujeres; gentes sin poder, ni fama. Pablo termina diciendo: Quien se gloríe, gloríese en el Señor. Y ya sabemos dónde ha manifestado el Señor su gloria: en la odiosa y desnuda cruz. Sabiduría y fuerza de Dios.

14 Lectura del Santo Evangelio Mateo 5, 1-12a
1 Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. 2 Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: 3 «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 4 Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. 5 Felices los afligidos, porque serán consolados. 6 Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. 7 Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. 8 Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. 9 Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. 10 Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 11 Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. 12 Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron. Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús

15 «Subió al monte, se sentó, y tomando la palabra, les enseñaba»
Las bienaventuranzas están al comienzo del discurso programático de Jesús sobre el reino de los cielos. Son exigencias y son felices promesas, sin que lo uno contradiga a lo otro. Tocan el presente y miran al futuro.

16 De ahí su carácter de necesidad y de fuerza salvífica.
Las bienaventuranzas tocan de lleno al discipulado y guardan relación estrecha con el desarrollo del reino de los cielos. Están dirigidas al pueblo de la nueva alianza. De ahí su carácter de necesidad y de fuerza salvífica. Conllevan simultáneamente el carácter de experiencia real y espiritual. Hay un hambre y una sed reales a quienes anima un hálito espiritual que les da consistencia salvífica; pues miran y descansan en Dios como última y definitiva razón de su existencia y comportamiento.

17 Dios aparece en primer plano: son un don divino
Dios aparece en primer plano: son un don divino. Pero ese don divino participa al hombre del poder de hacer real, aquí y ahora, la bendición divina que se consumará en lontananza. El pueblo de Dios, que las escucha y asimila, se convierte en fuente de solaz y consuelo para el que los busca y necesita: crear la paz, no responder al mal con el mal, saciar el hambre, calmar la sed, dar la paz… ya en el donante ya en el receptor, la presencia del soplo espiritual que procede del Espíritu divino.

18 Gracias Señor por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.

19 Con las antenas de mi vida, en dirección a Ti
¡HAZME BIENAVENTURADO, SEÑOR! Con las antenas de mi vida, en dirección a Ti y, descubriendo que, en la pobreza de espíritu brota la riqueza que tú quieres en mí. Abriéndome a Ti, para no perderme y sabiendo que, la felicidad, no siempre se alcanza en lo que el mundo me ofrece. Que, en el dolor, sepa descubrir tu mano y, en el de los demás, que salga a su encuentro la mía Que, en el llanto, llore mi alma solidaria y, en la persecución, sepa sentir tu presencia. Sencillo y humilde para, desde la simplicidad y la fidelidad, encontrarte y hacerte de mi vida mi confidente; y, en la tribulación, fuerte y combativo para que nunca la cruz sea más grande que mis fuerzas para soportarla y hacerle frente ¡HAZME BIENAVENTURADO, SEÑOR! Imprime en mi corazón el color de tu amor y, en mi alma, el brillo del Evangelio en mis pies la huella que marcan tus caminos y, en mis ojos, el deseo de mirarte para no perderte ¡ HAZME BIENAVENTURADO, SEÑOR! Feliz, por estar junto a Ti Feliz, de hacer lo que te gusta a Ti Feliz, por ir contracorriente Oración P. Javier Leoz

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