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Publicada porMaresol Chavis Modificado hace 10 años
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Tu premio y corona Texto: Dr. J. Ernesto Contreras P. Para mi Tía Noema (nuera de Don Vicente Mendoza), quien habiendo sido salva por gracia desde niña, tras múltiples tribulaciones durante toda su vida, a la edad de 82 años, llegó a la meta en victoria ¡Gloria a Dios!
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Escuchaba en el templo a la ancianita
Que con gozo y amor incomparables Ofrecía a su Señor música y cantos Con magistral destreza, al alabarle.
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Los ojos le brillaban de entusiasmo,
Su cara sonreía alegremente, El fuego celestial, llenaba su alma Ministrándole a todos dulcemente
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Con el piano, proclamaba el evangelio,
Exaltando a Jesús, que a todos ama, Y su música decía que Cristo salva, Y al caído, restaura, anima y sana.
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Desde niña entregó al Señor sus dones
Y sus manos usó como instrumentos Consagrados a servir a su Maestro Y a ser de bendición, en muchos templos.
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Hoy, no se oyen sus himnos y alabanzas Que llenaron a tantos corazones
Pues se fue a descansar de sus trabajos Y a gozar su corona y galardones
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La imagino, postrada ante el Bendito,
Y uniéndose a la grey de redimidos Alabando en el cielo a Aquel que quiso Ponerla entre sus siervos escogidos.
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¡Gloria Dios! porque aquellos que sembraron
Y regaron con lágrimas la viña, Ya volvían felices de la siega Cargando en el regazo, sus gavillas.
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Parece que gozosa veo a la anciana, Responder al llamado muy erguida
Llevando en el regazo su cosecha Apretada, repleta y remecida.
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Y, a los pies del Cordero, dejar todo.
Diciéndole: “El talento que me diste, Mi Señor, ministrando te produjo Mucho fruto: Por cientos y por miles.
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Yo sólo, en obediencia a tu mandato,
Proclamé el evangelio cual simiente. Por tu obra y tu gracia milagrosa, Floreció en el corazón de los oyentes.
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Todo es tuyo: Yo sólo fui instrumento Que tus manos usaron en tu obra.
Solo Tú eres digno de la gloria, El poder, las riquezas y la honra.”
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Sé que entonces podrá oír a su Cristo
Diciéndole sonriente, cara a cara: “Entra mi dulce sierva bien amada, Ya el afán terminó, ven y descansa.”
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No fue en vano tu trabajo y sacrificio.
Tu vida fue un canal de bendiciones. Hoy, por fin, se acabaron las penurias Y hoy en vez de lamentos, hay canciones.
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Fuiste fiel sobre poco, y sobre mucho
Te pondré en mi reino y sus ciudades. Mil años reinaremos en la tierra Y por siempre, en moradas celestiales.
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¡Ve cuántos hoy me alaban por tu vida!
Pues oyeron del Cristo que alababas Y aceptando la gracia salvadora, Ya gozan vida eterna y esperanza.
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Esos salvos, y estas almas bendecidas,
Son tu gloria, galardón y tu corona, Son el premio al final de tu carrera, Son el fruto y cosecha de tus obras”.
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Diseño: Angélica García Sch.
Y extendiendo los brazos nuevamente, Como lo hizo hace tiempo en el Calvario, Entre abrazos, le dirá: “¡Ven a la gloria! ¡Entra y goza en la paz de mi santuario!” Diseño: Angélica García Sch.
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