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AUDIO Su vida fue un dechado de infortunios. A los siete años la poliomielitis le acortó y le adelgazó una de sus piernas y a los 18, un accidente de.

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1 AUDIO Su vida fue un dechado de infortunios. A los siete años la poliomielitis le acortó y le adelgazó una de sus piernas y a los 18, un accidente de tránsito le produjo gravísimas heridas y le dejó penosas secuelas para el resto de su vida, tal como así veremos que lo refleja dramáticamente en muchos de sus cuadros. El rótulo que está al pié de este autorretrato dice: “Aquí me pinté yo, Frida Kahlo, con la imagen del espejo. Tengo 37 años y es el mes de julio de mil novecientos cuarenta y siete. En Coyoacán, México, lugar donde nací.” Esto no tendría nada de particular a no ser que si había nacido en 1907 no hubiera podido tener 37 sino 40 años en aquel momento. Pero no hay error: era tan, pero tan mexicana que, según ella, había nacido realmente en ocasión de la revolución de… 1910. Poco después de divorciarse de Diego Rivera, realizó esta obra en la que se autorretrata bajo dos personalidades bien diferenciadas. La que adoraba y amaba Diego Rivera es la Frida mexicana con traje de Tehuana, mientras que “la otra Frida” está ataviada con un vestido más bien europeo. Los corazones de ambas están al desnudo y se mantienen unidos por medio de una única arteria. La parte europea de Frida Kahlo, despreciada, amenaza con desangrarse. En toda su carrera pintó 66 autorretratos. Dijo al respecto: “Pinto autorretratos porque es la persona que mejor conozco. Pinto mi propia realidad. Lo único que verdaderamente sé es que siento la necesidad de hacerlo y pinto todo lo que pasa por mi cabeza sin ninguna otra consideración.” Frida Kahlo México, 1907 – 1957 A los veinte años, siendo ya una militante comunista, se casó con el famoso muralista, activista y revolucionario Diego Rivera, quien por entonces la doblaba en edad. Fue un matrimonio célebre por sus desavenencias e infidelidades, matizado con el divorcio, con un segundo casamiento entre ambos, con un período de lesbianismo y hasta con un affaire amoroso con León Trotsky, el líder revolucionario ruso. Ese desprecio por sí misma es, precisamente, lo que los críticos juzgan como la parte más importante de su obra. Por un lado, por la valentía de mostrar lo que el común de la gente hubiera tratado de disimular y, por otro, por su necesidad interior de reflejar la realidad de sentirse una persona física y sicológicamente herida de muerte. El correo oficial de los EE.UU. le dedicó uno de sus sellos, Time la hizo tapa de su famosa revista y su vida fue llevada por segunda vez al cine, ahora con Salma Hayek en el protagónico. El “culto Kahlo” comenzó a ser noticia cuando allá por los albores de 1990 uno de sus autorretratos rompió la barrera del millón de dólares en un remate de Sotheby´s. Una cifra que rápidamente fue quedando atrás hasta multiplicarse en millones tras millones. Nunca antes la imagen de una mujer cejijunta y con bigotes había sido tan reverenciada como lo fue Frida Kahlo durante la reciente celebración del primer centenario de su natalicio. A esta altura de la presentación es indispensable hacer una pausa para tratar de entender la razón por la cual Frida Kahlo tomó, para sus autorretratos, las facetas de su personalidad que más la ridiculizaban: sus cejas y sus bigotes. En suma, “una manera cruel de suicidarse a través del arte.” “Dicen que mi estilo es surrealista, pero están equivocados. Nunca pinté mis sueños. Pinto mi propia realidad.” “No estoy enferma. Estoy rota. Pero no dejaré de ser feliz mientras pueda seguir pintando.” Las dos Fridas, 1939 – Museo de Arte Moderno, Mx La columna rota, 1944 Estás escuchando “You’re beautiful” por James Blunt Autorretrato con mono, Albright-Knox Gallery, New York Diego en mi mente, autorretrato en atuendo Tehuano Colección Gelman, México Lo que el agua me dio, 1938 Isadore Ducasse Fine Arts, New York El árbol de la esperanza, Ducasse Fine Arts, New York Autorretrato dedicado a León Trotsky, 1937 Museo Nacional de Mujeres en el Arte, Washington Retrato de Diego Rivera, Colección Gellman, México El cervatillo, 1946 – Óleo sobre tabla - Collection of Mrs. Carolyn Farb, Houston Autorretrato con el retrato del Doctor Farill, 1951 – Coleccionista privado "El abrazo de Amor del Universo a la Tierra, Diego, yo, el Sr. Xolotl“ 1949 Henry Ford Hospital, 1932 – Óleo sobre metal – Fundación Dolores Olmedo, México Unos cuantos piquetitos, 1935 – Óleo sobre metal – Fundación Dolores Olmedo, México Autorretrato, Coleccionista privado


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