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Día 27 de Abril de 2016 nuestra fe sería vana, descansa- ría en el vacío y en la muerte.

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Presentación del tema: "Día 27 de Abril de 2016 nuestra fe sería vana, descansa- ría en el vacío y en la muerte."— Transcripción de la presentación:

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2 Día 27 de Abril de 2016

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4 nuestra fe sería vana, descansa- ría en el vacío y en la muerte.

5 Si Cristo no hubiera resucitado, seríamos los más miserables de los hombres, como dice san Pablo.

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8 Lo primero que se nos pide ante la resurrección de Jesús es fe, es poder llegar a tener una vivencia espiritual, como la tuvieron los apóstoles y las mujeres que le contemplaron vivo, pero con otra vida nueva. Creemos que Cristo resucitó y vive entre nosotros.

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10 Los apóstoles y otras personas fueron testigos por los efectos realizados en sus vidas.

11 No fue fácil para ellos creer en la resurrección de Jesús. Ellos habían perdido toda esperanza. Pero he aquí que sienten una experiencia nueva y poderosa. Sienten que Jesús está vivo con una plena seguridad.

12 La resurrección de Jesús no fue un revivir o volver a vivir esta misma vida,

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16 El “discípulo amado” fue el primero que tuvo esta experiencia de fe, aun antes de que Jesús se le apareciese. Fue al ver cómo estaban los lienzos con que había sido cubierto el cuerpo de Jesús. Así lo cuenta el evangelio de este día, que todos los años se lee el mismo: Juan 20,1-9.

17 El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería Jesús, y le dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no había entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

18 María Magdalena había ido al sepulcro de madrugada queriendo embalsamar el cuerpo de Jesús. Las otras santas mujeres llegarían por entonces. Al ver la losa corrida pensó que alguien se había llevado el cuerpo y corrió para avisar a Pedro y los otros.

19 Salieron corriendo, agitados, no pensando en la resurrección, pues aún no creían en esa posibilidad, sino quizá en los enemigos que por maldad se hubieran llevado el cuerpo de Jesús. Juan, el discípulo amado (lo cuenta él), corría más pues era más joven. Pero al llegar esperó a que Pedro entrase primero.

20 Pedro veía todo, pero estaba demasiado obcecado para pensar en la resurrección. Pero Juan, más despierto por un amor más sincero, “vio y creyó”. Ningún ladrón habría dejado todos los lienzos en orden. El cuerpo de Jesús había traspasado los lienzos sin tocarlos ni moverlos, como si se hubiera volatizado.

21 Esta es la primera alegría sobre la resurrección de Jesús en medio del estupor y la incertidumbre del momento. Alegría que iría creciendo en los amigos de Jesús al crecer la certeza y la paz en el corazón. Esto es lo que quiere la Iglesia para nosotros en este día.

22 Hoy el Señor resucitó y de la muerte nos libró: Automático

23 Alegría y paz, herma- nos, que el Señor resucitó.

24 Todos cantad: aleluya. Todos gritad: aleluya.

25 Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó. Hacer CLICK

26 La resurrección del Señor no es un acto que pasó. Sigue resucitando en nosotros. Por eso encendemos el cirio pascual, símbolo de su presencia real.

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28 La alegría profunda del alma, a la que la Iglesia nos invita hoy, es un signo de que Cristo vive resucitado en nosotros.

29 No es fácil la alegría ante la resurrección de Jesús. Es más fácil entristecerse por la pasión de Jesús que alegrarse con su resurrección.

30 Los que más hayan sufrido con Cristo en el dolor, tienen más derecho a la alegría. Y ciertamente Jesús se la da.

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32 Porque, si Cristo, que es la Cabeza, triunfó, esperamos que nosotros, que somos su Cuerpo, triunfaremos

33 Como no es fácil sentir la alegría con Cristo resucitado, debemos pedir muchas veces al Señor esta gracia.

34 San Pedro, al dar testimonio de la resurrección de Cristo, manifestaba su alegría, queriéndola trasmitir a sus oyentes y a nosotros. Así nos dice la primera lectura de este día. Hch 10, 34-43

35 En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no ha todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados".

36 La Iglesia quiere que hoy sintamos esa alegría en nuestro corazón, la alegría verdadera, la que procede de un corazón honrado que se siente resucitado con Cristo. Por eso nos invita a celebrarlo con el salmo responsorial, porque “este es el día que ha hecho el Señor”. Que lo diga la casa de Israel que vio maravillas de Dios, que lo digan los santos que en su amor sienten a Cristo resucitado.

37 Este es el día en que actuó el Señor: Automático

38 sea nuestra alegría y nuestro gozo.

39 Dad gracias al señor porque es bueno,

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41 ¡Aleluya, aleluya! Hacer CLICK

42 Lo mismo que los apóstoles y otras personas sintieron transformada su vida y comenzaron a transformar al mundo, siendo testigos, así también nosotros tenemos que demostrar que Cristo vive, porque vive en cada uno de nosotros.

43 El camino es largo y todos, de alguna manera, debemos comenzar a vivir “en una vida nueva”. Debemos cambiar el corazón por un amor más profundo hacia Cristo resucitado. Para ello necesitamos purificarnos. De esto nos habla hoy san Pablo en la segunda lectura. Pongamos atención: Colosenses 3, 1-4

44 Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

45 Si queremos vivir la vida de Cristo resucita- do, debemos comenzar a vivir una vida nueva, de modo que Cristo siga resucitando en nosotros.

46 Cuando Jesús se presentaba a los apóstoles, sobre todo después de la resurrección, les decía: “No temáis”. Porque si Él vive, no hay nada que temer. El ha vencido toda noche de dolor y de temor. Y ahora ya podemos vivir en plena luz.

47 Si Jesús vive es para que nosotros podamos tener vida. Automático

48 Aleluya Muchos creían que todo había muerto con Jesús; pero no es así.

49 En la cruz le vimos muerto, fracasado y destruido;

50 pero Jesús resucitó, resucitó.

51 Muchos creen que toda la felicidad está en el aplauso y el dinero; pero tampoco es así.

52 Un despojo abandonado, despreciado y escupido;

53 pero Jesús resucitó, resucitó.

54 Estamos acostumbra- dos a poner la esperanza en el bienestar y el éxito material; pero tampoco es así.

55 Se murió nuestra esperanza, nuestros sueños se perdieron;

56 pero Jesús resucitó, resucitó.

57 La alegría debe estar unida a la esperanza. Si Jesús sólo hubiera muerto, nuestra esperanza también hubiera muerto. Pero Cristo resucitó y con Él ha resucitado nuestra esperanza.

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59 pero Jesús resucitó, resucitó.

60 Si hemos acompañado a Jesús en el camino de la muerte, acompañémoslo en el camino de la vida, de la gracia, de la paz y de la alegría.

61 Que podamos acompañar a María, la Madre, en su gozo con Jesús resucitado para siempre.

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