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Para Salvarte P. Jorge Loring Sexto Mandamiento (Pureza y Castidad I)

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Presentación del tema: "Para Salvarte P. Jorge Loring Sexto Mandamiento (Pureza y Castidad I)"— Transcripción de la presentación:

1 Para Salvarte P. Jorge Loring Sexto Mandamiento (Pureza y Castidad I)

2 Las parejas deberían ser «Fieles hasta la muerte y puros hasta el altar».
Algunas veces las chicas ceden ante las exigencias inmorales del hombre a quien aman; no se atreven a resistirle, pero después, no es raro que un chico pierda la ilusión e incluso abandone a una chica que ha perdido la pureza, aunque sea él, el autor de la mancha. Cuando el hombre se enamora, lo hace de una mujer excepcional; lo vulgar no enamora a nadie.

3 El amor incluye el sexo; pero puede haber sexo sin nada de amor.
Si Dios pide pureza, no es por capricho; sino porque es necesaria para la felicidad del matrimonio. Las relaciones sexuales prematrimoniales están prohibidas por Dios, por lo tanto ni son necesarias, ni convenientes, ni lícitas. Hay que saber mantener el instinto sexual frenado, ya que el instinto debe servir al amor. El amor incluye el sexo; pero puede haber sexo sin nada de amor. La “prueba sexual” previa al amor es la negación del amor que, esencialmente, es entrega incondicional e irrevocable.

4 Hoy se dice mucho «hacer el amor». Esto es degradar el amor.
El amor se tiene, brota espontáneamente de la admiración y estima por una persona. La diferencia entre amor y lujuria es que, en el amor, valoro a la persona por sus cualidades, y esto me lleva a sacrificarme por el bien de ella; en cambio, en la lujuria, busco a la persona por las gratificaciones que me proporciona. El erotismo arranca del egoísmo. El amor parte de la generosidad. El amor, lo es para siempre, o no es amor.

5 Sin virtud y sin amor no puede haber matrimonio feliz.
El amor vicioso necesita continuamente cambiar a nuevas experiencias; pero el auténtico amor nunca encuentra rutinario lo que es sincera expresión de cariño. Sin virtud y sin amor no puede haber matrimonio feliz. Muchos matrimonios fracasan porque su noviazgo fue una calamidad, estos matrimonios tenían que fracasar necesariamente. Las aventuras sexuales pueden durar más, o menos; pero por carecer de amor, suelen terminar mal.

6 Los fracasos en la vida sexual marital suelen ocurrir cuando hay falta de armonía en el terreno psíquico, pues esto repercute en el terreno sexual. En la vida, todas las cosas serias se formalizan con un documento; por eso el matrimonio debe ser una institución oficial, un compromiso. Aparte de que los hijos tienen derecho a un hogar estable, indispensable, para su educación. Por eso, la Iglesia no está de acuerdo con esas parejas que quieren vivir matrimonialmente, pero sin formalizar el matrimonio.

7 La alegría está por encima del placer.
Un mismo acto (el coito) cambia de valoración moral si cambian las circunstancias (dentro del matrimonio) que pueden conceder un derecho que antes no se tenía. La base de la felicidad matrimonial está en el amor espiritual entre ambos cónyuges. La alegría está por encima del placer. El placer está en los sentidos, y la alegría en el alma. El amor tiene dos vertientes: el cariño, que es amor del alma, y el deseo, que es amor del cuerpo.

8 El amor infantil sigue el principio: «amo porque me aman».
Muchos se quejan de su matrimonio cuando ya no hay remedio, porque un vínculo indisoluble los ata para toda la vida. Pocos caen en la cuenta de que su fracaso matrimonial se debe a que tomaron el noviazgo como diversión, y contrajeron el matrimonio con frivolidad y sensualidad. Cuando los novios se han templado en el sacrificio por el bien del otro, el matrimonio será una delicia. El  amor infantil sigue el principio: «amo porque me aman». El amor maduro obedece al principio: «me aman porque amo». El amor inmaduro dice: «te amo porque te necesito».

9 La concupiscencia dice: «Te amo porque eres un bien para mí».
El auténtico amor dice: «Te amo porque deseo lo que es un bien para ti». El único amor que da felicidad en este mundo, es el que, por encima de la satisfacción propia, busca el bien de la persona amada, aunque deba renunciar a sus propias apetencias.

10 El sexo normal ya no atrae; se buscan perversiones como sadismo, masoquismo, homosexualidad, sexo en grupo, cambio de parejas. Obsesionados por la pornografía se dan auténticos maníacos sexuales, que en su deseo de experimentar nuevos y mayores placeres llegan a aberraciones como hacerlo entre tres simultáneamente, lo cual es una total ausencia de amor, sustituyéndolos por el goce de sensaciones epidérmicas.

11 No tiene más horizonte que saciar los instintos.
Al ambiente hedonista sólo le interesa buscar gratificaciones placenteras. No tiene más horizonte que saciar los instintos. Unos dicen que no hay que reprimirse sexualmente, dando un sentido peyorativo al dominio propio. Eso de que la libertad sexual hace a los jóvenes más maduros es una mentira; experiencias sexuales precoces impiden la verdadera virilidad y feminidad falseando la conciencia sexual y el amor. El matrimonio es mucho más que armonía sexual.

12 El uso del aparato genital es derecho exclusivo de casados.
Esas experiencias sexuales prematrimoniales son totalmente inhibitorias: el miedo al embarazo y el remordimiento es lógico que produzcan una inhibición. El uso del aparato genital es derecho exclusivo de casados. Los solteros no pueden engendrar hijos, pues éstos necesitan un hogar familiar para su educación. Engendrar hijos es lo más grande que se puede hacer en la vida. Por eso, convertir la sexualidad en un juego, es un crimen. Es degradar la misión más sublime del hombre.

13 Se confundió al autodominio y a la castidad con la represión.
Se puede ser muy feliz prescindiendo de goces físicos, así como, simultáneamente, se puede disfrutar de muchos goces físicos y sentir un gran vacío en el alma. Se confundió al autodominio y a la castidad con la represión. Es que hace falta mucha más virilidad para vencer el instinto que para dejarse llevar de él. Nadie se enferma por ser casto. En cambio son muchas las enfermedades producidas por la lujuria. La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio.

14 Lo que ocurre soñando nunca es pecado.
En el hombre que guarda castidad, las hormonas de esas secreciones glandulares son reabsorbidas por el organismo, para el cual son altamente beneficiosas. Y cuando el organismo no las necesita salen al exterior, de una manera natural y fisiológica, libre de todo pecado, en los derrames nocturnos de semen producidos durante sueños más o menos eróticos, pero que nunca son pecado, pues son involuntarios. Lo que ocurre soñando nunca es pecado.


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