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Noveno Mandamiento de la Ley de Dios
Para Salvarte P. Jorge Loring Noveno Mandamiento de la Ley de Dios (No consentirás pensamientos ni deseos impuros)
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Este Mandamiento completa al sexto Mandamiento que dice: " No cometerás actos impuros"; y se refiere a los pecados contra la castidad: pensamientos y deseos; incluye los deseos deshonestos y la complacencia de las malas acciones, se hayan cometido, o no se piense en cometerlas. Nuestra moral cristiana exige coherencia entre la voluntad y la actitud externa, (Antonio Tapies: "Nuestra salvación", 1a. I, 28. Barcelona). Quien sinceramente desea evitar un acto prohibido, debe evitar el camino que lleva a él.
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Dijo Jesucristo: "El que mira a una mujer casada deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón", (Mt. 5, 28). Dentro del matrimonio, son lícitos los deseos a los que tienen derecho ambos cónyuges; en el noviazgo, la pareja puede desear que llegue el día de su matrimonio. Para que haya pecado es necesario desear o recrearse, voluntariamente, en lo que está prohibido hacer. No peca quien involuntariamente tiene malos pensamientos, imaginaciones o deseos.
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Sentir Vs. Consentir El hecho de "sentir" no depende tanto de nosotros como el hecho de "consentir". Por esto, pecamos al "consentir". Siente el cuerpo, consiente el alma. El que peca es el cuerpo, no el alma. Cuando rechazamos un pensamiento, por más que éste se reitere y nos acose, por el sólo hecho de rechazarlo, no pecamos. Y por la lucha que le presentemos a ese pensamiento, Dios nos mirará con Su infinito agrado y amor.
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Un mal pensamiento debe ser reemplazado por uno bueno; distraernos; ocupar la mente en algo concreto y diferente de lo que nos está perturbando. Siempre, lo mejor a hacer es, PRIMERAMENTE, acudir brevemente a Dios o a la Santísima Virgen María para pedirles que nos ayuden en este momento de prueba, y luego, debe venir la distracción a través de la atención a otra cosa que nos ocupe la mente. Debemos cuidarnos de las tentaciones; aclara Santiago Apóstol: "Nadie, al ser tentado, diga que Dios lo tienta: Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie, sino que cada uno es tentado por sus malos deseos, que lo atraen y seducen. De ellos nace el pecado, y éste, una vez cometido, engendra la muerte", (Sant. 1, 13-15).
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Nos dice el Catecismo, (Texto Nacional: Tercer Grado, lección 33): "Muchas veces circunstancias exteriores, como las malas conversaciones, las lecturas peligrosas, las diversiones, los espectáculos deshonestos y la televisión, suscitan imaginaciones, pensamientos o deseos de cosas impuras. En estos casos, el primer recurso es huir de aquellas circunstancias"; y concluye diciendo que “quien voluntariamente se expone al peligro o a consentir en pensamientos o deseos malos, comete pecado grave”.
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Sintetizando: Contra el noveno Mandamiento de la Ley de Dios, que dice: "No consentirás pensamientos ni deseos impuros", son considerados pecados graves los malos pensamientos y deseos, si se han consentido complaciéndose en ellos voluntariamente. El sexto Mandamiento prohíbe los pensamientos, palabras y obras en materia torpe, o sea, cosas deshonestas, ya solitariamente, ya en complicidad con cualquiera de los dos sexos. El noveno Mandamiento prohíbe toda la materia contenida en el sexto Mandamiento pero cuando están de por medio personas casadas, es decir, cuando el que peca está casado o, si se halla soltero, comete el pecado torpe de pensamiento, palabra y obra con otra persona que está ligada en matrimonio. "No desear la mujer de tu prójimo"; manda respetar la fidelidad y la santidad del matrimonio. Y, si bien menciona a "la mujer", sepamos que, las mujeres tampoco podemos desear maridos ajenos; estemos solteras o casadas.
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