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LA INSPIRACIÓN DE LOS LIBROS BÍBLICOS

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Presentación del tema: "LA INSPIRACIÓN DE LOS LIBROS BÍBLICOS"— Transcripción de la presentación:

1 LA INSPIRACIÓN DE LOS LIBROS BÍBLICOS
Presentación del P. Silverio Velasco CAPITULO IV LA INSPIRACIÓN DE LOS LIBROS BÍBLICOS Dice DV 24: “Las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios y, por ser inspiradas, en verdad son la palabra de Dios”. Sobre esta base, formulamos algunos enunciados.

2 1. La Escritura contiene “todo y solo lo que Dios quería”
La fórmula “todo y solo”, entre los documentos magisteriales, aparece por 1ª vez en la Providentissimus Deus”, aunque es de origen bíblico y es doctrina profesada por los Padres. Jesús decía que no dejará de cumplirse ni una iota o tilde de la ley (Mt 5,18)

3 Dice san Pablo en la segunda carta a Timoteo (3,16): “Toda escritura es divinamente inspirada”.
Por ello se atribuye a Dios, como autor principal, cada una de las partes de la Escritura, cualquiera que sea su contenido y aparente importancia. Esta fue la doctrina y la praxis de los Padres.

4 El concilio de Trento propuso dogmáticamente la extensión total de la inspiración: “Si alguno no acepta como sagrados y canónicos estos libros (de la Sagrada Escritura), en su integridad y con todas sus partes...: sea anatema” Todo significa lo estríctamente religioso y lo aparentemente marginal. Esa fórmula siguió aceptando la Iglesia en el CVI y II.

5 La Dei Verbum declaró que “todo y solo lo que Dios quería”, porque en los siglos XIX y XX había opiniones teológicas limitando la inspiración sólo a lo estríctamente religioso, no a lo circunstancial, como el decir san Pablo que se había dejado la capa en Tróade (2 Tim 4,13). Las encíclicas sobre la Biblia, antes del Vaticano II, afirman la totalidad de la inspiración, para preservar a la Escritura de cualquier error, no restringiendo la inspiración al elemento primario o religioso.

6 La razón teológica: Si la Escritura es el resultado de una acción de Dios, que actuó “en” y “por medio” de los hagiógrafos, todo lo que éstos escribieron lo hicieron bajo el influjo de la inspiración divina. Por eso la acción de Dios alcanza plena y totalmente los textos inspirados, hasta en sus menores detalles.

7 2. Las palabras de la Escritura son verdaderamente palabra de Dios.
DV 24: “Las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad palabra de Dios· DV 11: “Todo lo que los autores inspirados afirman debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo”. De ello se deduce que Dios es también verdadero “autor literario”.

8 a. Dios “autor literario” de la Sagrada Escritura”.
Por el siglo XVI hubo algunas desviaciones, pues según algunos teólogos, la inspiración sería sobre los conceptos, no sobre las palabras concretas. Entre ellos el jesuita Leonardo Lessio (+ l586) Estas opiniones fueron combatidas por la escuela tomista. Especialmente por el dominico D.Bañez casi rozando la teoría del dictado verbal. Su propuesta se llamó: “inspiración verbal”.

9 En 1870 el cardenal J.B.Franzelin publicó un célebre “Tratado sobre la divina Tradición e Inspiración”. Explica el concepto de inspiración, partiendo de que Dios es autor; pero hace una distinción. Distingue el elemento “formal”, que serían los pensamientos y conceptos, y el “material”, palabras, frases, estructura literaria. Lo formal sería de Dios y lo material del solo autor humano, aunque expresado de modo infalible, en virtud de la inspiración.

10 A la teoría de Franzelin, entre otros se opuso el dominico M. J
A la teoría de Franzelin, entre otros se opuso el dominico M.J. Lagrange, (+1938), afirmando que no puede hacerse escisión entre pensamiento y lenguaje en un escritor. A partir de Lagrange, en vez de partir del concepto “Dios autor”, como lo hacía Franzelin, se sigue camino contrario, más acorde con los concilios de Florencia y Vaticano I. Se insiste más en la doctrina tomista de “causalidad principal y causalidad instrumental”, definiendo lo que es “inspiración” para después definir el “Dios autor”.

11 La teología más reciente se basa en la Dei verbum cuando afirma que Dios actuó “en y por medio” del hagiógrafo. Se quiere indicar que la acción divina se inserta (como la gracia en la naturaleza) en las facultades del hagiógrafo, de modo que las fecunda desde dentro. Con esto no cae en el “dictado divino”, ni atribuye una parte a Dios y otra solo al hagiógrafo.

12 b. Inspiración bíblica y enseñanza divina de la Escritura.
Todo en la Biblia está inspirado, pero no quiere decir que cada texto sea una enseñanza de Dios. Así hay casos en que se formula una opinión de un impío: “no hay Dios” (sal 14) También cuando alguno, como san Pablo, duda o ignora (si la revelación fue en su cuerpo o fuera: 2 Cor 12,2). Quiere decir que Dios atestigua que duda o ignora.

13 Tres reglas sobre lo anterior:
--”Todo lo que el hagiógrafo afirma, anuncia, insinúa. se debe considerar como afirmado, enunciado, insinuado por el Espíritu Santo”. --Son afirmaciones divinas las hechas directamente por Dios, Cristo o quienes le representen, como Simeón o aunque no sean hombres justos, como Balaam (Num 22-24) o Caifás. Otras afirmaciones son enseñanza divina si el hagiógrafo las afirma o no las rechaza. Habrá que ver la hermenéutica bíblica.

14 3. La condescendencia divina y la huella humana en la Escritura.
Dios habla en la Escritura “por hombres y a la manera humana” (DV 12). Este “abajamiento” divino, que es una manifestación del modo amoroso y amable con que Dios actúa entre los hombres, se llama: “condescendencia”. De ella habló san Juan Crisóstomo, y así dice la DV 13:“para que comprendamos la inefable bondad de Dios y cuanto El, solícito y providente con nuestra naturaleza, ha adaptado su modo de hablar”. Veamos tres aspectos:

15 Condescendencia y verdad divina.
El anonadamiento de Dios, hasta asumir la debilidad del lenguaje humano, no suprime ni anula su santidad y bondad, que no pueden disminuir. La DV 13 dice que la “condescendencia” de la sabiduría eterna se manifiesta “salva siempre la verdad y la santidad de Dios”. Debe haber, por lo tanto, una plena armonía entre la “verdad” y la “manera humana” del hablar de Dios.

16 Significado de la condescendencia.
Dios se presenta con un lenguaje humano tanto por el “modo” como por el “contenido”. Por el “modo”: Dios se sirvió del hagiógrafo de modo que el escrito parece obra de éste, quedando oculto el mismo Dios. Por el “contenido”: Dios se expresa no con lenguaje incomprensible, sino que entabla con los hombres un diálogo auténtico y adecuado a nuestra naturaleza.

17 Santo Tomás lo explicó diciendo que la revelación divina “ha sido hecha en conformidad con la naturaleza del hombre”. Dios se acerca al hombre para ofrecerle un camino adecuado a su medida, y así pueda alzarse hasta El y alcanzar las verdades más altas sobre Dios, el mundo y la propia existencia. Así el plan de Dios puede ser correspondido por la aceptación racional y libre, ayudada por la gracia.

18 Condescendencia y Encarnación
El misterio de la condescendencia divina en la Escritura recibe nueva luz comparada con la divina condescendencia de la Encarnación. Dice la DV 13: “las palabras de Dios, expresadas en lenguas humanas, se han hecho semejantes al lenguaje de los hombres, como el Verbo del eterno Padre, al asumir las debilidades de la naturaleza humana, se hizo semejante a los hombres.

19 El lenguaje de Dios en la Sda
El lenguaje de Dios en la Sda. Escritura tomó forma humana, pero no se transformó en mero lenguaje humano. El lenguaje humano está como envolviendo la palabra divina, o es asumido como expresión del lenguaje divino. Del mismo modo que la Humanidad de Cristo no es un velo para ocultar la divinidad, sino un modo conveniente para que el hombre se acerque a Dios.

20 En la Encarnación no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa de lo divino y lo humano. Se ha hecho verdadero hombre sin dejar de ser verdadero Dios. Así también la Sagrada Escritura no es en parte divina y en parte humana, ni una mezcla amorfa de lo divino y lo humano, sino que es una realidad verdaderamente humana, que sigue siendo a la vez verdaderamente divina.

21 Sin embargo, la analogía no es total.
En Cristo, la Humanidad y Divinidad coexisten “sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación”. Las dos naturalezas conservan sus propiedades específicas. En la Escritura, siendo Dios el autor principal, no hay doble lenguaje, sino que el humano ha sido asumido por el divino.

22 Por causa de esta analogía se pueden comparar las diferentes teorías exegéticas a las antiguas herejías cristológicas. - “Docetismo gnóstico bíblico”, que niega la verdadera realidad de lenguaje humano. - “Arrianismo bíblico”: palabra altísima, pero no de Dios. -”Adopcionismo bíblico”: Libro meramente humano, pero hecho divino por apropiación de Dios o de la Iglesia. -“Nestorianismo bíblico”: Deja de existir la realidad humana, -”Gnosticismo bíblico”: La única realidad es el aspecto humano, aunque es libro religioso.

23 4. La analogía del lenguaje bíblico.
La relación entre el lenguaje de Dios y el de los hagiógrafos no es ni unívoco ni equívoco. Afirmar la “univocidad” es sostener que el lenguaje divino ha sido absorbido por el humano y por lo tanto Dios no sería el autor principal. Admitir la “equivocidad” es romper toda posibilidad de diálogo con Dios a través de la Escritura. No habría divina condescendencia.

24 Ni univocidad ni equivocidad
Ni univocidad ni equivocidad. Las palabras humanas, sin perder el vínculo con el escritor y su ambiente, adquirieron una riqueza de relieve insospechado, de acuerdo con la intencionalidad divina. El lenguaje de la Biblia es a la vez divino y humano. Dios quiso hablar de un modo humano para que los hombres pudieran comprender, al menos en parte, las profundas verdades que se refieren a su salvación. Dios habla con términos familiares, como “padre, hijo”, para poder entrever algo de la vida íntima de Dios.

25 5. En la Escritura todo está igualmente inspirado.
Quiere decir que Dios es igualmente autor principal de un libro que de otro. La Iglesia los acoge con “la misma piedad y veneración”. Esto no quiere decir que tengan el mismo contenido teológico, sino que todo procede de Dios. En la exégesis judía, creían que la Torah tenía más autoridad por venir desde Moisés. Otros libros tenían un grado medio y otros muy inferior (ej. Esther).

26 Según la doctrina católica todos los textos se deben considerar igualmente inspirados, ya que son fruto de una acción divina “en y por medio” de los hagiógrafos. Directamente inspirado solo es el texto original en su forma definitiva. Las copias, transcripciones y traducciones se pueden considerar inspiradas en la medida en que reproducen con fidelidad el contenido y la forma literaria del texto original. Una situación especial presenta la versión griega de los Setenta (LXX).

27 La versión de los Setenta fue compuesta prácticamente por entero antes de terminarse la redacción de los libros del Ant. Testamento y se constituyera el canon bíblico. Algunos Padres la tenían por inspirada y hoy lo sostienen algunos. Las razones de éstos son: a) Haber sido citado por autores del N.Testamento, como texto principal; b) Haber alcanzado su forma definitiva cuando no estaba terminado el canon del Ant. Testamento, y no se había formado el Nuevo.

28 Quienes defienden la inspiración de la versión de los Setenta afirman que sus traductores deben ser considerados “autores verdaderos” o al menos “redactores”, porque no fue sólo traducción mecánica sino que interpretaron y actualizaron el Texto. Quienes lo niegan creen que los traductores actuaron movidos sólo por un esfuerzo humano, aunque siempre guiados por la Providencia ordinaria de Dios.

29 Presentación del P. Silverio Velasco EXTRACTADO
de la “Introducción General a la Biblia” del P. Miguel Angel Tábet


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