Podrás conocerlo, porque percibe antes que nadie la hendidura de tu corazón. Porque cubre con delicadeza tus defectos y muestra tus virtudes.
Porque no te dice que lo busques, si lo necesitas, siempre está a la mano, dispuesto, entregado.
Porque todas sus cosas se reflejan en èl, y te aconseja poniendo lo mejor de sí. Porque no solo sufre con tu dolor, sino que sabe crecer con tu éxito.
Porque nunca te das cuenta del sacrificio que esta realizando. Porque no calcula lo que tienes, ni mide el punto donde te coloca la sociedad, dentro de él, siempre tendrás tu propia dimensión.
Porque te halaga pocas veces y te contradice muchas. Porque cada ves que sales de su compañía quisieras ser mejor. Porque cada ves que hablas con èl, te da la paz, el consuelo, el amor que necesitas.
Porque tu conciencia no te la reprocha. Porque tu confianza no le teme. Porque tus locuras no lo alejan. Porque es el primero que viene a tu mente en los golpes de la vida.
Porque se mide para no herirte, pero a la hora de la verdad, habla sin reservas. Porque para ti no hay parte oscura en su corazón y vive despejando tu camino, impulsando tus sueños y gozando tus realizaciones. Porque participa de tu vida, pero respeta tu intimidad.
Porque advierte los peligros, pero sin presionar tu decisión. Porque sabe dar y recibir, enmendar y perdonar. Porque quiere tu felicidad, como algo que es esencial para él.
Si no lo conoces, trata de adquirirlo, porque es un tesoro. Y si lo tienes consérvalo y cuídalo como un regalo de esos que manda Dios a veces a sus escogidos, ¡y da gracias! con cariño, Betty