El tiempo sin prisa de los niños en los parques.
La tranquila rutina de los viejos que leen en los bancos de las plazas.
Breve es el caminar que separa un extremo de otro de la jornada terrena.
Un soplo, un minuto, un instante...
Lentos son los pasos de la anciana que atravieza la avenida.
En nada recuerdan a la leve corrida de una mañana no tan distante.
Pequeña es la distancia que separa abuelos y nietos.
Un soplo, un minuto, un instante...
Una vez que esta vida terrena ligero se desvanece, no conviene perder demasiado tiempo con aquello que no es esencial. Y ¿que viene a ser esencial? Quando nuestros dias y nuestras horas terminen, ¿que es lo que realmente nos pertenecerá?
Recordar que cada nuevo día es una oportunidad de renovación, de renacimiento.
Abrir el corazón para algo mayor, para uma vida mas abundante.
Recordar que la carretera va mas allá de lo que se ve.
Algunas tradiciones enseñan que esta vida terrena es un juego.
Vence el juego de la existencia terrena aquél que purifica el corazón; Pierde el juego aquél que lo corrompe.
¿Que significa purificar el corazón? ¿y que significa corromperlo?
Ser como el agua del río que sigue resuelta siempre en dirección al mar, Pero que también florece en todo el margen.
Ser como el agua del río que sigue resuelta siempre en dirección al mar, Pero que también florece en todo el margen.
Procuremos rescatar a los niños pequeños que fuimos, un dia no tan distante.
Buscar la esencia tantas veces perdida, bajo convenciones y artificialidades.
Aquello que solo puede ser abordado por la vía del afecto, – hecho la poesía que abriga el algodón dulce.
Además de la infancia otros tesoros hay que aguardan ser rescatados...
La sabiduria, la belleza, la ternura y la poesía indígenas, que también eran nuestras un día, y que por descuido e ignorancia perdimos.
Valorizar, rescatar, honrar y preservar el inestimable legado ético, poético y humano que de los pueblos nativos heredamos.
Recordar que yo y el otro no caminamos por líneas paralelas, pero sí líneas destinadas al encuentro.
Reaprender la sutil relación entre la invención y la permanencia, lo nuevo y la tradición, el tiempo y lo eterno.
La vida nuestra no es sino solo el lapso de tiempo que nos es dado para depositar nuestro don.
Que sepamos cultivar, durante nuestro caminar, desprendimiento y generosidad, alegría, gratitud, bondad. Compasión.
“El místico es aquél que se hace sensible al otro lado de la realidad. Es aquél que capta el misterio que se revela en cada ser…”
Formatação: “Y lo capta porque aprendió a ser sensible a lo invisible a los ojos, pero sensible al corazón atento.” Leonardo Boff