Dijeron a un maestro espiritual: Todos hablan bien de ti. Los cristianos dicen que eres su mejor santo, los musulmanes la gloria del Islam y los judíos dicen que eres el rabino más respetado. Él contestó: Aquí los judíos dicen que soy un cristiano menospreciable, los cristianos un musulmán hereje y los musulmanes un judío sin entrañas...
“Los que no me conocen me veneran y los que están cerca de mí me vilipendian. Si creyese lo que opinan mis amigos o mis enemigos, no sabría quién soy. Pero yo no me juzgo a mí mismo, es Dios quien me juzga”... El discípulo le preguntó: Y tú, ¿qué dices de ti mismo?
“Dios no ve como los hombres, que ven las apariencias. El Señor ve el corazón” (I Sam 16,7)
NO VIVAS MIRÁNDOTE AL ESPEJO, PENDIENTE DE TU APARIENCIA. OBSERVA A LOS DEMÁS PARA APRENDER SUS BUENOS EJEMPLOS, O PARA COMUNICARLES TU BONDAT