Pienso en aquellos ratos en los que me escondía. De una realidad abierta, yo siempre huía.
Me sentía como una roca, en medio del mar. Sola y sin destino, que no se la puede menear.
A veces del sudor, me sentía en humedad. Mas tarde comprobaba, que eran lágrimas de soledad.
Rodeada de qué sé yo. ¿En quien iba a confiar? Si mi mente disputaba, como al corazón manchar.
Me sentía inútil. Nada me agradaba. Si antes reía, ahora sólo lloraba.
Era una soledad oculta. un destino por eliminar. Algo que el silencio, siempre quería matar.
Como nadie lo sabía, no lo podían entender. Así que me apartaba, De cualquier ser.
En esta falta de concentración, ¿qué remedio existía? ¿A la muerte llamar y así un final encontraría?
Por fin me puse a razonar, que no estaba deprimida. Sólo fue una paranoia, que me raptó al estar dormida.
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