No a las guerras (Desde los santos niños inocentes…, y otros)
Si es tan bonita la vida, ¿por qué queréis destruirla con guerras, con injusticias, con abortos criminales de política inmoral? Vosotros, fabricantes de la guerra, que asesináis y matáis, si no os gusta la vida ¿tenéis derecho a vivir junto a quienes respetan el don sagrado de existir?
La humanidad, la luz, la vida, o el sol que a todos nos alumbra, no son vuestros, son de Dios, a quien vosotros ignoráis, y por eso soberbios pensáis que no existe Dios, o que se fue. Esas bombas con que la vida segáis no suprimen el hambre, ni la injusticia, en cambio siembran destrucción, odio, cizaña y rencor
Levantad vuestras tiendas invasoras, y marchad cuanto antes de esta tierra para que podamos sembrar de trigo los campos y haya pan abundante para nuestros hijos y los vuestros. Plantaremos también olivos que darán aceite, y en silencio, curaremos una a una las heridas de la metralla, la injusticia y el hambre, y poco a poco, a su tiempo, regresará la paz a nuestras vidas
Hombres mercenarios de la guerra, siendo tan bella la vida, ¿no os gustaría oír cantar a vuestros hijos, en Irak, Afganistán, África y el mundo, cánticos llenos de esperanza al ritmo comunitario de la paz? Pues no matéis los ruiseñores para que sigan cantando sin fronteras los cantos alegres de la vida, que sus ángeles, inconsolables, están llorando de pena. J u a n M a n u e l d e l R í o