P r e s e n t a
Esta mañana, temprano, cuando la aurora asomaba llenaron mi hambrienta mano los dones que yo esperaba.
Era su tierna sonrisa destellos de luna llena como el candor de una brisa que borra todas las penas.
Te amo, mi niño, me dijo, y en su voz vibró mi canto el mismo que Dios bendijo cuando juré amarla tanto.
De Belén brillo la estrella y en mi alma nació el niño y con caricias de ella tornóse el frío en cariño.
En mi pesebre de sueños Anita, ¡cuánto me has dado! si de tu amor soy el dueño mi Navidad ya ha llegado.