De un tesoro por descubrir que yace oculto en el campo habló el Señor.
De una perla aún no expuesta en las vitrinas de las grandes superficies habló el Señor.
De una moneda de cambio común y corriente pero de gran valor para el ama de casa la cual enciende una vela y barre hasta dar con ella habló el Señor.
De un vino nuevo cosecha del año que no hay que mezclar con el vino viejo habló el Señor.
De una oveja extraviada en la barranca y del pastor que corre a buscarla habló el Señor.
De una barca de unas redes y una pesca que sólo se logra lanzando la red a la derecha habló el Señor.
De ser sal del mundo luz y levadura que fermenta la masa habló el Señor.
De un Reino eterno que incluye derecho al banquete donde se sirve rico vino de solera que alegra los corazones habló el Señor.
De tantas y tantas cosas cotidianas y sencillas que la gente le entendía y le seguía viendo en él al Mesías el enviado de Dios habló el Señor. Juan Manuel del Río