Hace ya aproximadamente 29 años, una noche como todas, me acosté. Y me dormí. Y durante la noche Dios me habló. Cuando Dios te habla, te lo puedo asegurar, no queda Duda alguna. No pensás que pudo haber sido un sueño Ni nada parecido. Dios te habló y la seguridad es absoluta. Más aún si te Dice lo que a mí me dijo. Te lo cuento en palabras textuales: “Te voy a quitar la vida porque tu vida no me sirve Para nada. Arregla tus cosas porque te queda poco tiempo.” Te imaginas mi estupor. El siguiente poema habla de la bendición que este hecho Significó para mí. Mi Dios Bendito me dio una oportunidad.

A MI PADRE, JEHOVÁ

¿Como puedo agradecerte que me hayas hablado aquel día; que me dijeses que mi vida de nada te servía, que en breve me la quitarías, que dejaría de ser?

Yo anonadada no sabía que hacer; nunca ¡oh, mi Dios! Te había tenido en cuenta, nunca a ti volaba mi pensamiento.

Vivía como si fuese tan sólo un elemento, una cosa más inanimada del planeta.

Vivía una vida vana, dolorosa, yo tan sólo era una cosa; basura arrastrada por el viento.

Y tan sólo en ese arrollador momento La realidad de tu existencia comprendí.

¡Cuánto amor había allí, Paralelo a tu ira justa!

En lugar de borrarme con un soplo Como yo lo merecía

Desde tu altura Colosal y majestuosa Hasta mí descendías

Para comunicarme Lo que conmigo harías Por mi existencia desastrosa.

¡ Tú! El que se viste con el abismo como de vestidura.

¡El que cabalga en las alas del viento!

El que imparte vida con su aliento Y en su Santidad lleno es de hermosura.

¡Tú, El que abre camino en el mar y sendas en las aguas impetuosas.

Aquél cuyas obras grandiosas pasmados nos dejan ante la magnitud de su poder.

Amando a este insignificante ser envuelto en su velo de ignorancia

Y ese amor, dulcísima fragancia fue para mí un nuevo amanecer.

¡Ese es tu amor Inconmensurable Impregnado de misericordia¡

¡Tú! ¡Excelso y Poderoso En tu inmensa Gloria Hablando a una deleznable criatura Que tan solo castigo merecía!

Pero en lugar de castigo Una oportunidad grandiosa Esa noche me ofrecías.

De cambiar mi rumbo, De enderezar mi vida, De andar otro camino

Era tu manera de abrirme la puerta A un nuevo destino.

Y a ti me volví. Poco a poco te conocí Al ir desgranando tu preciosa Palabra.

Con tu Hijo Santo me encontré Y la salvación me fue dada. Por El he sido liberada Y ahora tu hija soy.

Hoy recuerdo con tanto gozo Aquel día glorioso En que tu misericordia me alcanzó.

Y vivir esta vida bendecida, Y morar en tu Presencia, ¡Ya nunca más tu ausencia!

Habitar en tu reino es lo más hermoso. Poder llamarte: “Padrecito Bueno” cuando a ti oro; ¡a ti, Dios Glorioso!

Lo tengo absolutamente claro, mi Padre muy amado: tan solo fue por Gracia que me has perdonado.

Que por la multitud de bendiciones nunca se enaltezca mi corazón. Que en humildad a ti eleve mi oración teniendo siempre presente la Gracia de tu perdón. fin