El caminante caminaba por la vereda, cuando observó el pequeño río que comenzaba tímido por entre las piedras.
Fue siguiéndolo por mucho tiempo. Al rato, él fue tomando volumen y tornándose un río mayor.
El viajante continuó siguiéndolo. Más adelante, lo que era un pequeño río, dividióse en decenas de cascadas, en un espectáculo de aguas cantarinas.
La música de las aguas atrajo todavía más al viajante, que se aproximó y fue descendiendo por las piedras, al lado de una de las cascadas.
Descubrió, finalmente una gruta. La naturaleza creó, con paciencia, caprichosas formas en la gruta. Él entró, admirando las piedras gastadas por el tiempo.
De repente descubrió una placa. Alguien estuvo allí antes que él. Con la linterna iluminó los versos que en ella estaban escritos. Eran versos del gran escritor Tagore, premio Nobel de literatura de 1913: