La tarea perdida
Ana hizo su tarea ayer. Dibujó un gato morado con patas blancas.
Ella trabajó hasta muy tarde. Puso el gato en su mochila y se durmió.
Al siguiente día, cuando Ana abrió su mochila... ¡su tarea no estaba! ¿Dónde estaría?
Ana corrió en busca de su tarea.
Primero, fue a la rampa de los autobuses. No estaba allí ¿Dónde está mi tarea?
Lo Siguiente, pasó por la biblioteca. Preguntó a la bibliotecaria. ¿Ha Ud. visto un gato morado con patas blancas? No, solamente tenemos ¡libros, libros libros!
Después, Ana buscó por la clínica. Preguntó a la enfermera. ¿ Un gato? ¿Está enfermo? No. Mejor buscar a un veterinario.
Tampoco estaba en el patio de recreo.
Tampoco estaba en la cafetería. ¿Te gustaría un sándwich?
Tampoco estaba en la rampa de los carros.
Al final, Ana fue a la oficina.
La recepcionista dijo, “¡Ana, aquí estás! Tu mamá te dejó algo...”
¡Era su gato morado con patas blancas! Su tarea estaba aquí.
Gracias, mamí.