"Destilen, cielos, el rocío".
Dios a sembrado en nuestra alma el deseo de El. Cualquier otro deseo nos dejará insatisfechos hasta que lo encontremos a El.
El arcángel Gabriel anuncia la llegada de ese Dios, que en el seno de María tomará un cuerpo humano, y será la respuesta de Dios a nuestro anhelo.
María va a tener un hijo pero no se atreve a comunicar los planes de Dios ni siquiera a san José.
La confusión de Maria y de José sirven para manifestar el origen divino de ese hijo. La virginidad de María es ante todo una prueba de ese origen divino de Jesús.
Un ángel se lo explica a José.
Y el Verbo se hizo carne.
Y fue San José el encargado de proteger al que nos protege.
El tiempo de adviento nos ha servido para prepararnos con María a recibir al Emmanuel, el Dios-con- nosotros.
El gran misterio del amor y la vida, se realizó en Jesús y condujo a María y a José hacia una fidelidad sencilla y fuerte.