Una niña que a los 13 años no cumplidos es capaz de amar, o sería más justo decir: capaz de AMOR

Una vez más es la historia de Dios, ese Dios que es Amor. Laura nace en Santiago del Chile il 5 de abril de 1891

“Para Laura orar o trabajar es la misma cosa; es lo mismo rezar o jugar, rezar o dormir. Haciendo lo que nos mandan, hago lo que Dios quiere que yo haga, y es ésto lo que yo quiero hacer; ésta es mi mejor oración

He aquí la santidad de Laura: la oración como presencia de Dios en el cotidiano

Precisamente es a partir de este aspecto, que puede ser sin relavancia, se desarrolla toda la vida de una niña aparentemente como muchas otras, pero con algo más.

Su vitalidad, el gusto de estar con los otros, la atención hacia el prójimo, la disponibilidad al servicio, el espíritu de agardecimiento y la entrega de sí están estrechamente relacionadas con la alegría de la presencia de Dios en todo momento de la jornada

Pero de ¿dónde puede nacer esta unidad entre la vida concreta y la oración en una niña tan pequeña?

Seguramente Laura tiene la capacidad de mirarse y de coger de las personas que están a su lado y en las situaciones que viven lo bueno, lo positivo y lo bello que hay.

Ésto, lejos de ser algo recibido, le permite afrontar toda fatiga cotidiana con un asombro expontáneo pero no ingenuo y con una “alegría” que lleva a Dios

“Antes morir que pecar” escribía Domingo Savio, “... morir antes que ofenderte”, Laura Vicuña; el testimonio es el único motor potente que permite cargar alguno sobre el camino que nos lleva al cielo.

Jesús ha dado testimonio pagando de persona: “No hay amor más grande que éste: dar la vida por los amigos” (Jn 15,13).

Hoy como entonces, ¿qué les dice Laura Vicuña a los jóvenes hoy? ¿Podrá no tocarnos hasta el fondo, la vida una niña que se entregó totalmente?

Es hora que nos interroguemos seriamente sobre la vida y sobre nuestra sociedad: Ninguno se puede sentir tranquilo o excluido de este examen de conciencia. ¡Laura amó la vida!

Muchos jóvenes hoy la desprecian, muchos pagan por errores cometidos por una sociedad (entendida como un conjunto de personas y no como un ente abstracto) que no testimonia la alegría del vivir también entre fatigas y sacrificios, sino que va frenéticamente en búsqueda de la felicidad que nunca alcanza en plenitud.

Laura también hoy nos enseña que la verdadera alegría está radicada en Cristo y en la oración que se transforma en vida.

Hoy lo que muchos jóvenes entienden como amor es solo egoísmo; hoy se va en búsqueda de aquello que gusta, de todo lo que es comodidad; hoy se es feliz en la medida en la cual el “yo” de la persona es feliz.

¡Abramos los ojos!

Autora: Sor Alba Vernaza Traducción del Italiano