“¿La Justicia es ciega?” Miguel-A.

En la vorágine de descalificaciones hechas por los políticos, la Justicia queda libre de cualquier pedrada. Muy al contrario, los políticos ponen énfasis en el respeto y acatamiento de las sentencias judiciales, aduciendo la independencia, imparcialidad, y buen hacer de la Justicia. ¿Independencia? ¿Y por qué cada nuevo Gobierno nombra Ministro de Justicia, y Fiscal General? ¿O por qué los partidos políticos se reparten los altos cargos judiciales? Quienes jamás hemos pisado un juzgado, ni tenemos intención de pisarlo, entre otras cosas, nos encoragina que a un “chorizo” de tres al cuarto se le enchirone con tres folios, mientras otros sumarios políticos, o de “ratas de alcantarilla” llevan decenas de miles de folios, apelaciones, y recursos, para terminar diciendo “¡Aquí no ha pasado nada!”.

Un granjero demandó a una empresa de transportes por las secuelas de las lesiones sufridas en un accidente de tráfico contra uno de sus camiones.

- ¿Acaso no le respondió usted “estoy muy bien” al policía que lo auxilió? -le pregunta, en el juicio, el abogado de la empresa de trasportes. - ¡Déjeme explicarle lo que pasó! -replica el campesino-. Yo llevaba a mi yegua en el remolque de la camioneta... - ¡No le he pedido detalles! Limítese a responder a la pregunta. ¿Le dijo usted al policía que le ayudó que se encontraba muy bien, sí, o no?.

- ¡O me deja usted que me explique, o me marcho a mi casa! -exclama el campesino. - ¡Señor juez -explica el abogado-, estoy tratando de demostrar que esta persona le dijo que estaba muy bien a un policía, inmediatamente después del accidente! ¡Ahora, varias semanas más tarde, demanda a mi cliente, y eso se llama fraude! ¡Por favor, dígale, usted, que responda escuetamente a la pregunta!. Lo demás no es cuestión a dirimir aquí, pues la empresa de transportes ya se hizo cargo de los daños materiales ocasionados en el accidente.

El juez explica al abogado de la empresa demandada que está interesado en escuchar la versión de la historia del granjero. Y le pide a éste que continúe.

- Pues bien, yo llevaba a mi yegua en el remolque de la camioneta. Y, de pronto, en un cruce, me topé con un camión que se comió la señal de stop, y arrolló a nuestro vehículo, lanzándolo por un precipicio.

- Continúe, usted -pidió el juez ante el breve silencio de demandante, provocado por su emoción. - Bien, sigo, yo quedé paralizado por el golpe y la impresión, pero escuchaba que mi yegua gemía como loca, presa del dolor. Unos minutos después, llegó la patrulla de policía. Descendió de su vehículo un agente, alarmado por los gemidos de mi yegua. El policía la examinó y, finalmente, sacó su arma, y le pegó un tiro entre ambos ojos. Luego, vino hacia mí, y me dijo, "su yegua estaba muy mal, y he tenido que pegarle un tiro para que no sufriera. ¿Usted cómo se siente?”.