Érase una vez un hombre a quien Dios concedió un don muy especial...
...directo al corazón
SAN ANTONIO MARÍA CLARET
Antonio Claret y Clará nació el 23 de diciembre de 1807 en un pueblo pequeño llamado Sallent
SALLENT
Su padre se llamaba Juan y su madre Josefa. Fue una familia con muchos hijos.
Desde pequeño le gustaba mucho hablar con Jesús, sobre todo cuando se iba a dormir.
El pequeño Antonio iba a la escuela de su pueblo.
Le gustaba mucho estudiar y aprender cosas nuevas.
Se portaba muy bien y siempre hacía caso a su madre.
Su padre tenía una pequeña fábrica para hacer telas. Antonio ayudaba siempre que podía.
Iba todos los domingos a la Eucaristía con su familia.
Cuando tenía 20 años pensó que quería ayudar a los más pobres. Quería que todos conociesen a su mejor amigo: JESÚS.
Quería ser MISIONERO.
Y así se lo dijo a su padre: “Quiero ser sacerdote y misionero”.
Después de estudiar mucho, se hizo sacerdote.
Como buen misionero, andaba de pueblo en pueblo, contando a todos las historias de JESÚS.
Nunca se detenía.
Un día, se reunió con cinco amigos y formó un nuevo grupo de amigos de JESÚS.
Se llamaron HIJOS DEL CORAZÓN DE MARÍA.
Se marchó a una isla muy lejana llamada CUBA, para que las personas que allí vivían conociesen también a JESÚS.
Allí ayudó a pobres y enfermos.
Pidió ayuda a Mª Antonia París, que viajó a Cuba.
Después de mucho trabajar, se puso enfermo. Sus amigos le cuidaron.
El 24 de octubre de 1870 su vida se apagó.
Hoy en día siguen trabajando sus amigos, los MISIONEROS y MISIONERAS CLARETIANAS.
SAN ANTONIO MARÍA CLARET