Cicle B 9 de julio 2006 XIV Domingo Tiempo Ordinario XIV Domingo Tiempo Ordinario
Salmo 122 Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia. A ti levanto mis ojos. A ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los siervos pendientes de la mano de sus señores. A ti levanto mis ojos. A ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los siervos pendientes de la mano de sus señores.
Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia. Como están los ojos de la esclava, pendientes de la mano de su señora, así están nuestros ojos en el Señor; esperando su misericordia. Como están los ojos de la esclava, pendientes de la mano de su señora, así están nuestros ojos en el Señor; esperando su misericordia.
Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad, Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad, que estamos hartos de desprecios; estamos ya hartos de la burla de los insolentes, del desprecio de los orgullosos.
El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar La Buena Noticia a los pobres. Lc 4, 18 El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar La Buena Noticia a los pobres. Lc 4, 18 Natzaret. Capitell de la sinagoga.
Natzaret. 6:1 Salió Jesús de allí y fue a su pueblo, acompañado de sus discípulos. 2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La muchedumbre que lo escuchaba estaba admirada y decía: ¿De dónde le viene a éste todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada?. ¿ Y esos milagros hechos por él? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí entre nosotros? Y los tenía desconcertados. 4 Jesús les dijo: Un profeta sólo es despreciado en su tierra, entre sus parientes y en su casa. 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan sólo curó a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. 6 Y estaba sorprendido de su falta de fe. Jesús recorría las aldeas del contorno enseñando.. Mc6,1-6