Los dioses jamás olvidan su primer amor. APOLO Y DAFNE. Los dioses jamás olvidan su primer amor. El dios Apolo nunca podría borrar de su memoria a la bellísima Dafne, una ninfa que lo había enamorado.

Apolo era el dios de la poesía y la música Apolo era el dios de la poesía y la música. Cuando conoció a Dafne, acababa de matar a la serpiente Pitón y tras aquella hazaña se volvió terriblemente orgulloso. Siempre iba hablando bien de sí mismo y presumiendo de su valentía.

Tanto se quería así mismo que empezó a despreciar a los demás Tanto se quería así mismo que empezó a despreciar a los demás. Un día, se cruzo con el pequeño Eros, el dios del amor, y acabó discutiendo con él. Eros era el encargado de propagar el amor, se dedicaba a lanzar flechas al corazón de la gente.

El caso es que se cruzaron y Apolo empezó a reírse cuando vio el diminuto arco que llevaba Eros. El pequeño Eros ardía de rabia y lanzó dos flechas: una de oro y otra de hierro. La de oro tenía la punta de diamante que servía para enamorar, mientras la de hierro provocaba un rechazo absoluto del amor.

Eros lanzo la flecha de oro contra el corazón Apolo y la de hierro contra el pecho de Dafne. Apolo no se había fijado nunca en ella pero desde que recibió el flechazo de Eros, no puedo quitársela de la cabeza. Dafne, en cambio no quería saber nada de él y cuando lo veía se escondía. Un día Apolo le pidió matrimonio pero ella contesto que jamás se casaría con él.

Dafne comenzó a correr y Apolo detrás de ella, en ciertos momentos sentía que le estaba alcanzando así que prefirió morir antes que soportar las caricias de Apolo. Entonces Dafne le pidió ayuda a su padre Peneo, de repente, Dafne dejó de correr y su cuerpo se volvió rígido, una fina costra cubría su pecho, sus brazos se convirtieron en ramas y su cabellera en una copa de espesas hojas. De sus pies nacieron raíces. Peneo había pensado que la mejor manera de salvar a su hija era convertirla en un laurel.

Cuando Apolo vio lo ocurrido, acarició las hojas del laurel Cuando Apolo vio lo ocurrido, acarició las hojas del laurel. Desde aquel día lo cuidó y decidió convertir aquel árbol en un símbolo de glorias, por eso las hojas del laurel sirven para coronar a los generales victoriosos y para honrar a los grandes poetas.