Nací ya marcada a fuego con la palabra esclavitud. Nací endeudada hasta el cuello y moriré con esa cruz. No tengo ni 14 años y ya trabajo de sol a sol para pagar las deudas que contraje cuando no era más que un embrión. Mi vida es sólo trabajo, no conozco el amor. Vivo debiendo y moriré transportando ladrillos sobre mi cabeza esperando la llegada de sus conciencias. Ya mi madre vivía endeudada y esa deuda desciende hasta hacerse perpetua. No la culpo porque como yo, nació ya marcada a fuego con la palabra esclavitud.
No tengo tiempo ni para llorar, ni para amar, ni para abrazar. Sólo alzo los brazos para la columna de ladrillos aguantar. Cuando duermo no logro conciliar el sueño. Me duele todo el cuerpo y mi colchón es el suelo. Sólo pido solidaridad y no hacer de este mundo un planeta al revés, un planeta con maldad.
Esclavitud en el siglo XXI. Víctor González López