“Separación matrimonial” 192 seg. (M. Galván) Miguel-A.
Querido esposo: Te escribo para decirte que he decidido dejarte. He sido una buena esposa durante estos siete años... y, sin embargo, no me siento correspondida. Estas dos últimas semanas han sido un infierno. Tu jefe llamó ayer para decir que habías renunciado al trabajo. Esa ha sido la gota que ha colmado el vaso. La semana pasada, viniste a casa, y no mencionaste nada acerca de mi corte de pelo. Cociné tu comida favorita, y hasta usé un nuevo negligee. Cenaste en dos minutos, y te fuiste directo a dormir, después de ver el partido de fútbol. Nunca dices que me amas, y ni siquiera me tocas. O me estás engañando con otra, o no me quieres. Por ello, me quiero ir. Te abandono. Me voy a vivir con mi primer novio. No trates de buscarme. ¡Es inútil!.
Querida ex-esposa: Es verdad que hemos estado casados siete años, pero eso no significa que hayas sido una buena esposa. Al contrario. Soy aficionado al fútbol para tratar de ahogar el aburrimiento que me causan tus constantes quejas y malas actitudes. Hubiera deseado un buen funcionamiento de nuestro matrimonio, porque yo te amaba. Sí, anteayer noté que te habías cortado el pelo. La primera cosa que me vino a la mente fue: "¡Vaya birria de peinado!“. Pero mi madre me enseñó que, si no puedo decir algo bueno, es mejor que me calle. Cuando dices que cocinaste mi comida favorita, debes haberme confundido con alguien, porque yo dejé de comer cerdo hace casi siete años.
Me fui a dormir cuando te pusiste el negligee, porque la etiqueta con el precio aún estaba pegada a la prenda... más de lo que ganaba en todo un mes, aguantando a mi jefe. Después de todo esto, y como todavía te amaba, sentí que aún podíamos arreglar nuestro matrimonio. Así, que cuando ayer descubrí que me habían tocado 10 millones de euros en la lotería, renuncié a mi trabajo para tener todo el tiempo para tí. Además compré dos billetes de avión para irnos de viaje a Nueva York. Pero, cuando llegué a casa, ya te habías marchado, dejando esa carta. P D: Mi abogado dice que, por la carta que me dejaste, no recibirás ni un centavo de mí. No viajo a Nueva York, pero soy rico, y libre.