“Dios ha estado grande con nosotros.”
Eres grande en tu misericordia. Nunca nos abandonas. Acompañas nuestros sufrimientos.
“Cuando el Señor cambió la suerte de su Pueblo nos parecía soñar.”
Soñamos con otro mundo posible. Soñamos con la paz soltando sus palomas cada mañana.
Soñamos con la verdad que resplandece como el sol a medio día.
Soñamos con la justicia que reparte sus riquezas a toda la humanidad.
Soñamos con el amor gastado en la entrega y recuperado paso a paso en la oración.
“La boca se nos llenaba de risas.”
Somos hijos e hijas de la alegría, hijos e hijas de las bienaventuranzas.
“Que el Señor cambie nuestra suerte.”
Él cambiará nuestro sufrimiento en sacramento de salvación.
Cambiará nuestras lágrimas en gracias, nuestras penas en cantares, nuestras muertes en pascuas.
Fue Jesús, el Dios que vino a salvarnos, quien se empeñó a fondo por nosotros. Se empeñó hasta la muerte. ¡y RESUCITÓ!