El mito es un relato fantástico, fabuloso y ejemplar cuyos protagonistas, personajes extraordinarios que actúan en un pasado lejano y prestigioso, son portadores de una verdad simbólica.
Responde de forma poética a las cuestiones fundamentales sobre el ser humano remitiendo, para ello, a hechos anteriores en la historia. Y ¿cuáles son esas cuestiones fundamentales?
Pues, sobre todo, el hombre quiere conocer cuál es el origen del mundo, de los dioses y de sí mismo. Por eso encontramos mitos cosmogónicos, teogónicos y antropogónicos.
La cosmogonía explica el surgimiento del universo, y en la mitología todo empezó con el Caos, el vacío, del que fueron surgiendo (y ya estamos en el ámbito teogónico) todos los dioses.
¡Profe, profe, ¿pero el mundo no surgió por el Big Bang, una súper explosión que…? A ver, Bartolo, estamos hablando de mitología. Lo del Big Bang es una explicación científica. ¡Ah! Vale
—Sigo. Y la antropogonía explica el origen del hombre, del ser humano, sobre el que existen varias versiones. La primera cuenta que el hombre brotó de la tierra igual que el cereal, y la segunda que fue modelado, como Adán, de barro y agua por Prometeo, una divinidad que… —Pero, profe, yo me sé más versiones. —Bueno, pues ilústranos con tu sabiduría, Bartolo.
Pues había una diosa que era la de todas las cosas y se llamaba Eurínome, y esta diosa, con el Viento, creó la serpiente Ofión. Luego Eurínome se quedó embarazada de Ofión, se convirtió en paloma y puso un huevo del que salieron todas las cosas del universo.
—Es verdad, Bartolo. Ese es el mito pelasgo de la creación. También hay un mito órfico, en el que, igualmente de un huevo, nace Eros, y hay muchos más para explicar el nacimiento de pueblos concretos.
Para los mirmidones, el ejército que Aquiles llevó a la guerra de Troya, nacieron de las hormigas; los arcadios nacieron de rocas y árboles, y…
—Deucalión y Pirra regeneraron a la humanidad, después del diluvio, arrojando piedras a sus espaldas, de las que, al caer en la tierra, surgían hombres y mujeres.
—Claro, profe. Como los mitos pertenecen a la memoria colectiva y son de transmisión oral, y son muchos los que los cuentan, existen un montón de versiones diferentes. —Muy bien, Bartolo.