Jesús nace en un lugar y un tiempo concretos. No se detuvieron las leyes de la historia, el edicto le alcanzó como a cualquier familia. Entra en nuestra historia “como uno de tantos”. Compartiendo la situación de tantas personas que nacen en condiciones de extrema carencia.
“La señal”: un niño pobre. Lucas 2, 1-14
Todo lo narrado por Lucas Es una señal y va a depender de la mirada de quien lo contempla. Es posible verlo sin descubrir nada. Es posible tener la suficiente capacidad de asombro y acoger la irrupción de este gran Belén en el mundo.
La presencia de Dios suscita temor en los pastores: Es característico del Antiguo Testamento. El ángel muestra el cambio de situación: No temáis. Dios es el Salvador. Jesús va a mostrar “otro” Dios que no inspira temor.
No es difícil encontrar al Niño la noche de Navidad. Lo difícil es seguir encontrando a Alguien que ya no está en Belén, sino en las personas y situaciones de nuestro mundo de hoy.
El temor de la noche es barrido por una gran alegría. Todo se inunda de luz. La Gloria de Dios y su paz se derraman más allá de los personajes concretos que las reciben y alcanzan a toda la humanidad. Estamos llamados a acoger, concebir, encarnar a Dios como lo acogió, lo concibió y lo encarnó María.
“Tanto nos ama Dios que nos entrega a su Hijo único”. ¡¡Tanto!!
Si decimos con fe decidida: ¡Es Navidad!, estamos diciendo que en el mundo y en mi vida ha irrumpido un hecho que ha transformado todo. Dios ha llegado. Está aquí. No necesitamos ya buscarlo en la infinitud del cielo,Desde este momento Él está sobre la tierra.La infinitud de Dios recibe y acepta la limitación humana, Dios ha venido a nosotros. Todo tiempo queda abrazado por la eternidad, por esa eternidad que se convirtió en tiempo.