Por José Bernardo Adolph

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de José Bernardo Adolph Capítulo 7
Una maestra de Nueva York decidió honrar a cada uno de los alumnos que estaban a punto de graduarse en el colegio, hablándoles de la huella que cada uno.
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-El es Jesús. Apuntando con su mano a la cruz dijo mi madre
Donde Dios me quiera... Escuché una historia de un hombre de negocios que nunca sabré quien es, pero sé que Dios quería que yo oyera su historia.
El con.
Lectura Personal cuento Antes de leer
Donde Dios me quiera....
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Hubo una vez dos mejores amigos…
Una maestra de Nueva York decidió honrar a cada uno de los alumnos que estaban a punto de graduarse en el colegio, hablándoles de la huella que cada uno.
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El libro más peligroso de la Biblia.
Una maestra de Nueva York decidió honrar a cada uno de los alumnos que estaban a punto de graduarse en el colegio, hablándoles de la huella que cada uno.
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Una maestra en Nueva York decidió honorar a cada uno de los estudiantes que estaban a punto de graduarse del colegio, diciéndoles de la diferencia que.
Un señor le compró un conejo a sus hijos. A su vez, los hijos del vecino le pidieron una mascota a su padre. El hombre compró un cachorro. El vecino.
Leelo detenidamente:. AUSPICIA V.M. KELIUM ZEUS INDUSEUS V.M. SAMAEL JOHAV BATHOR WEOR.
MAR Í A MAGDALENA: AP Ó STOL DE LOS AP Ó STOLES Publicado en Eclesalia Texto: Emma Martínez. Teóloga. Publicado en Eclesalia.
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Cambio de diapositivas automático
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Había una vez tres árboles en una colina de un bosque
Mantente leyendo hasta el final de la página – no te detengas en la huella del pié (Ya verás). LAS COSAS NO SON SIEMPRE LO QUE PARECEN Dos Angeles viajeros.
Una maestra de Nueva York decidió honrar a cada uno de los alumnos que estaban a punto de graduarse en el colegio, hablándoles de la huella que cada uno.
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Un señor le compró un conejo a sus hijos. A su vez, los hijos del vecino le pidieron una mascota a su padre. El hombre compró un cachorro Pastor Alemán.
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Una maestra en Nueva York decidió honrar a cada uno de los estudiantes que estaban a punto de graduarse del colegio, diciéndoles la diferencia que cada.
Derechos reservados para el autor.
Un señor le compró un conejo a sus hijos. A su vez, los hijos del vecino le pidieron una mascota a su padre. El hombre compró un cachorro Pastor Alemán.
Hubo una vez dos mejores amigos...
Un señor le compró un conejo a sus hijos. A su vez, los hijos del vecino le pidieron una mascota a su padre. El hombre compró un cachorro Pastor Alemán.
Una maestra en Nueva York decidió honorar a cada uno de los estudiantes que estaban a punto de graduarse del colegio, diciéndoles de la diferencia que.
EL PROPÓSITO Esa tarde salí con el propósito de iniciar una nueva relación en mi vida. Después de mucho insistir, la mujer que tanto me propuse conquistar…..
Transcripción de la presentación:

Por José Bernardo Adolph Nosotros, No Por José Bernardo Adolph

Vocabulario a Saber Derramar Descomponerse Renacuajo Senectud Verdugo

Derramar - Verter, esparcir un líquido o cosas menudas de un recipiente: derramó el agua sin querer. Descomponerse – estropearse Renacuajo - larva de la rana; tiene cola, carece de patas y respira por branquias ---Calificativo cariñoso con que se suele motejar a las personas de poca edad o estatura: este renacuajo todavía no sabe andar. Senectud - Último periodo natural de la vida humana, vejez. 5. Verdugo - Persona que ejecuta las penas de muerte u otros castigos corporales.

Aquella tarde, cuando tintinearon las campanillas de los teletipos y fue repartida la noticia como un milagro, los hombres de todas las latitudes se confundieron en un solo grito de triunfo. Tal como había sido predicho doscientos años antes, finalmente el hombre había conquistado la inmortalidad en 2168. Todos los altavoces del mundo, todos los transmisores de imágenes, todos los boletines destacaron esta gran revolución biológica. También yo me alegré, naturalmente, en un primer instante. ¡Cuanto habíamos esperado este día!

Una sola inyección, de cien centímetros cúbicos, era todo lo que hacía falta para no morir jamás. Una sola inyección, aplicada cada cien años, garantizaba que ningún cuerpo humano se descompondría nunca. Desde ese día, sólo un accidente podría acabar con una vida humana. Adiós a la enfermedad, a la senectud, a la muerte por desfallecimiento orgánico. Una sola inyección, cada cien años.

Hasta que vino la segunda noticia, complementaria de la primera Hasta que vino la segunda noticia, complementaria de la primera. La inyección sólo surtiría efecto entre los menores de veinte años. Ningún ser humano que hubiera traspasado la edad del crecimiento podría detener su descomposición interna a tiempo. Sólo los jóvenes serían inmortales. El gobierno federal se aprestaba ya a organizar el envío, reparto y aplicación de las dosis a todos los niños y adolescentes de la tierra. Los compartimentos de medicina de los cohetes llevarían las ampolletas a las más lejanas colonias terrestres del espacio. Todos serían inmortales.

Menos nosotros, los mayores, los formados, en cuyo organismo la semilla de la muerte estaba ya definitivamente implantada. Todos los muchachos sobrevivirían para siempre. Serían inmortales y de hecho animales de otra especie. Ya no seres humanos; su psicología, su visión, su perspectiva, eran radicalmente diferentes a las nuestras. Todos serían inmortales. Dueños del universo para siempre. Libres. Fecundos. Dioses. Nosotros, no. Nosotros, los hombres y mujeres de más de 20 años, éramos la última generación mortal. Éramos la despedida, el adiós, el pañuelo de huesos y sangre que ondeaba, por última vez, sobre la faz de la tierra.

Nosotros, no. Marginados de pronto, como los últimos abuelos, de pronto nos habíamos convertido en habitantes de un asilo para ancianos, confusos conejos asustados entre una raza de titanes. Estos jóvenes, súbitamente, comenzaban a ser nuestros verdugos sin proponérselo. Ya no éramos sus padres. Desde ese día éramos otra cosa; una cosa repulsiva y enferma, ilógica y monstruosa. Éramos Los Que Morirían. Aquellos Que Esperaban la Muerte. Ellos derramarían lágrimas, ocultando su desprecio, mezclándolo con su alegría. Con esa alegría ingenua con la cual expresaban su certeza de que ahora, ahora sí, todo tendría que ir bien.

Nosotros sólo esperábamos Nosotros sólo esperábamos. Los veríamos crecer, hacerse hermosos, continuar jóvenes y prepararse para la segunda inyección, una ceremonia - que nosotros ya no veríamos - cuyo carácter religioso se haría evidente. Ellos no se encontrarían jamás con Dios. El último cargamento de almas rumbo al más allá era el nuestro. ¡Ahora cuánto nos costaría dejar la tierra! ¡Como nos iría carcomiendo una dolorosa envidia! ¡Cuántas ganas de asesinar nos llenaría el alma, desde hoy y hasta el día de nuestra muerte!

Hasta ayer. Cuando el primer chico de quince años, con su inyección en el organismo, decidió suicidarse. Cuando llegó esa noticia, nosotros, los mortales, comenzamos recientemente a amar y a comprender a los inmortales. Porque son ellos unos pobres renacuajos condenados a prisión perpetua en el verdoso estanque de la vida. Perpetua. Eterna. Y empezamos a sospechar que dentro de 99 años, el día de la segunda inyección, la policía saldrá a buscar a miles de inmortales para imponérsela.

Y la tercera inyección, y la cuarta, y el quinto siglo, y el sexto; cada vez menos voluntarios, cada vez más niños eternos que imploran la evasión, el final, el rescate. Será horrenda la cacería. Serán perpetuos miserables. Nosotros, no.

Verdadero o Falso En el cuento, aplicarse una inyección cada cien años era suficiente para no morir nunca. El narrador de la historia murió en el año 2168. La inyección sería efectiva en personas de cualquier edad. Con la inyección, los jóvenes se convertirían en renacuajos. Los inmortales del relato vivirían siempre felices. Quienes se aplicaban la inyección no morían ni siquiera a causa de accidentes. Después de aquél invento, las personas mayores de veinte años debían reclutarse en un asilo para ancianos. Después de aquel invento, las personas mayores de veinte años constituirían la última generación de humanos mortales.

Cronología _____ Como consecuencia, los mortales empezaron a amar y comprender a los inmortales. _____ En 1968 se predijo que en doscientos anos el ser humano podría llegar a ser inmortal. _____ En el año 2168 se dio una primera noticia: el hombre había conquistado la inmortalidad. _____ Finalmente, los inmortales serán miserables pero los mortales no. _____ Los mayores de veinte años se sintieron marginados por los inmortales. _____ Se proclamó la segunda noticia: la inyección solo era eficaz para los menores de veinte años. _____ Todo el mundo se puso feliz con la primera noticia. _____ Un joven inmortal de quince años decidió quitarse la vida.