Fragmento de: Liricas de un alma inalcanzable…
Cuando la vida cae y no se levanta, no hay que llorar para que vuelva, no tienes que correr para alcanzarla. ¡Los pesares de la vida aun no son tan fuertes! Un alma llora solitaria por la senda, llora ese pesar que le dejaba, el estruendo que vida le alejaba la virtud que añoraba su pureza.
Siente que ha perdido la batalla, pues la vida todas las puertas le cerraba, y mirándose a los ojos extrañaba, esas cosas tan bonitas que al cielo le pedía. Y calló así la triste alma, quemándose las penas entristecida, queriendo en una apacible hazaña, narrar la historia que en este cuento padecía.
¿Y lleva el alma acaso penas? ¡Sí!, penas que están ya en el olvido, y que nacen de nuevo en el gran vacío, por donde tal cual plúmbeo camino se desplaza. Deja que mis llantos te salven alma mía, deja que mis penas se ahoguen con tus lagrimas, pues he venido para salvar, aquella triste vida que en la oscuridad y el silencio consumías.
Pero el alma no escucha, pues el ruido que en aquel camino se emana, es tan fuerte como las montañas. ¡Deja que mi mirada dispare!, aquellas balas que son muchos quebrantos, deja que te arrulle con mis mantos, para que al fin tu sola puedas levantarte.
¿Porque haces esto alma mía?, ¿Porque dejas que la sombra te lastime?. Y así fue naciendo en el mundo, tal espina que su rostro le dañaba, y rosas negras por la sangre recorrían, Prediciendo que su vida se acababa.
Cuando la vida cae y no se levanta, no es más que un alma que sola, triste y tonta vaga, no debes de llorar para que vuelva, tampoco correr para alcanzarla.