Raúl Pol López Junio 2010 De Gastón Cornejo Bascopé Con Raúl en el corazón

Raúl Pol. El hombre más noble

Es preciso el homenaje que amerita su ausencia indefinida, porque él va camino del paraíso, le crecen las alas y vuela a los cielos presuroso.

Aun resuena su nombre y su palabra, su cálida mirada, su ademán gentil, su original relato, toca ahora mis sentidos.

Amaba los caballos como Leonardo De Vinci en sus dibujos. Cautivado por la perfección y el movimiento de los hermosos corceles.

La elegancia del jinete y el corcel en una dupla de control sublime.

Gustó del galope, del brinco en alto, del disparo preciso en la embestida para alcanzar la altura, del tiempo exacto ejercitado con premura.

Cuánta dulzura le regaló Dios a mi mejor amigo, ternura, sinceridad, fina ironía, fidelidad y sentimiento.

Hasta la cumbre en el hogar, con los amigos, con sus caballos y sus canes entrañables; amor en todo su corazón colmado.

Señor de la vida y de su medio; Raúl emprendiendo su camino, presto al último viaje.

Partió lujosamente ataviado de hermosura, su rostro altivo y la expresión serena, cumplida su misión de noble caballero.

Don Raúl, cruzado de idealismo. Ahora, dormido en apacible sueño

Mientras viaja por etéreas ondas de incógnito destino puedo gustar de él Allegándolo a la Interioridad de mi conciencia

Puedo con mi entrañable amigo renovar viejos Sentimientos en la intimidad del tuteo coloquial que no fue posible en vida por el respeto compartido

Puedo, porque pasado el umbral de la vida, ¡todo es posible!

Hasta perder la compostura y la sonrisa para allegar pesares por su ausencia, y gritar el dolor de su partida

Por tu ausencia, querido y entrañable hermano camarada de la alegría, del buen vivir y del recuerdo santo.

Yo quiero un recuerdo para guardarlo en la memoria antigua: Don Raúl cabalgando pionero con su halo de nobleza quijotesca,

con la cabeza enhiesta, chispas de fuego en los ojos y en los herrajes de su cabalgadura

Dios le conceda el caballo necesario para incendiar los cielos con galopes, desenfrenos, relinchos y fustas necesarias.

Allá armará rutas de difíciles envíos entre santos deportistas, bien sujetos de las riendas y obedientes a sus órdenes.

Presto a montar su apero de celestial conquista, ofrecerá los premios que portaba en la mano para premiar a su campeón, con su cariño y dulces primordiales,

a sus esfuerzos, a su notable recorrido entre las vallas de las nubes, como lo hacía con ellos en el prado, en los cobijos del establo.

Ofrecerá a Dios, el espectáculo ecuestre extraordinario, con el mismo entusiasmo que le invadía en vida y que llenaba sus pupilas de alegría.

Eso queremos de Raúl, Para que Dios reafirme su obra en otros seres semejantes de bondad y simpatía.

Sí. ¡Para que Él reafirme su obra en otros seres como Raúl Pol, semejantes de bondad y simpatía!

Porque yo lo quiero mucho

y lo tendré guardado para siempre en el corazón. GCB

Caballero de la dignidad y el honor