AQUÍ ESTÁ JUAN
No por conocida, deja de ser bonita y aleccionadora la historia que refiere la escritura llamada Fernán Caballero, por verdadero nombre Cecilia Bolh de Faber, marquesa del Arco Hermoso…
- ¡Pues señor…! Había un hombre, llamado Juan, muy bueno, pero desgraciado. Tan desgraciado como bueno. Todos los negocios que emprendía le salían mal.
Enfermaron su mujer y sus hijos. Pidió a Dios con toda su alma que les restituyera la salud, pero se murieron…
Tuvo un pleito del que dependía su fortuna. Pidió un día y otro día con toda reverencia al Señor que lo ganara… ¡Y lo perdió!
Tenía un año de buena cosecha. Todo era rogar a Dios que se la conservase incólume hasta el fin; pero al fin una mala nube se la llevó.
Solicitó el cargo de Alguacil del Ayuntamiento, pero el aguacilazgo del pueblo se lo llevó otro, por más que él rezaba y rezaba…
-Está visto –se dijo- que el Dios del cielo no quiere que le pida cosas terrenas. ¡Pues no le pediré más!
Y así fue, porque desde entonces, siempre que se postraba ante la imagen del Señor, no decía otra cosa más que: - ¡Señor, aquí está Juan!
Y el buen Juan sintió una vez que se moría… y se murió.
Tranquilamente, santamente, confiadamente, se presentó ante las puertas del cielo, y dijo, llamando: -¡Señor, aquí está Juan!...
Resonó la oración en las salas del paraíso; hubo gran revuelo por dentro, y al instante se abrieron las puertas de par en par y se vieron dos filas muy largas, muy largas de ángeles y santos que cantaban delante del Señor … ¡Aquí está Juan!