CATEQUÉTICA FUNDAMENTAL I LA MEDIACIÓN DEL CATEQUISTA

EL HECHO CATEQUÍSTICO Hay quienes piensan que Dios no ve nada, no oye nada y no habla nada. Pero eso es totalmente falso: Dios no es ciego, ni sordo, ni mudo. Dios es un ser dialogante. Dios es el primer comunicador: quiere comunicarse con nosotros…

Dios habla… El autor de la carta a los Hebreos comienza diciendo:”muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo” (Heb 1,1). Los libros bíblicos del A.T. contienen las palabras que Dios dirigió por medio de los profetas. Los libros del N.T nos traen las palabras de Cristo…

El mensaje de Dios… La Biblia contiene el Mensaje de Dios y ha sido confiado a la Iglesia… Este mensaje la Iglesia lo debe anunciar a todos los hombres por mandato del Señor Jesús: “vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes; bautícenlas en el nombre del padre y del Hijo y del Espíritu Santo…”

Iglesia educadora… La Iglesia siempre educa a los discípulos de Jesús y lo hace por medio de muchas personas: el Papa, lo obispos , sacerdotes, diáconos; pero también por medio de los laicos… Llamamos especialmente catequistas a las personas que realizan esta maravillosa tarea de comunicar y educar la fe de los hombres. Por eso la primera tarea de un catequista es conocer el mensaje que Dios quiere comunicar…

El hombre, interlocutor de Dios La grandeza de la misión del catequista estriba en el hecho de haber sido escogido para ser portador de la Palabra de Dios a los hombres, ser un intermediario entre Cristo y las personas. Hoy, Cristo no hace oír su propia voz para hablarle a las multitudes y a los discípulos, sino que lo hace por medio de los catequistas… Cada catequista le presta a Jesús sus palabras, sus capacidades, su corazón, su fe, su pedagogía…

Conocer el mensaje y el grupo … Por su rol de intermediario, el catequista no solamente se esmera en conocer el mensaje de Dios, sino que se empeña también en conocer su propio grupo de catequesis y a cada uno de los discípulos del Señor que lo componen… El mensaje de Jesús no es un mensaje abstracto, sino concreto para cada persona en su situación. Por eso el catequista se empeña en conocer siempre más a las personas que catequiza…

Catequesis situada… El interlocutor de la catequesis es el hombre en situación, es decir, la persona y el medio ambiente en el que está inserta. La catequesis, por lo tanto, debe ser situada; no puede ser abstracta… Un verdadero educador de la fe debe tener bien abiertos los dos ojos: con un ojo mira a Dios y a su mensaje, y con el otro ojo mira al hombre en su situación…

Vertical y horizontal… Ningún educador de la fe puede ser tuerto: si mirara solamente a Dios su mensaje, caería en el espiritualismo… Tampoco un catequista puede mirar solamente al hombre. En este caso caería en el horizontalismo o en el sicologismo (sin mirada hacia arriba, hacia Dios)… No es lo mismo anunciar la B.N. a un anciano que a un niño; a un campesino que a un profesional, encarcelado o un joven con s, Down…

La mediación del catequista Para poder llevar el Evangelio de Jesús al grupo, el catequista emplea una determinada pedagogía. Necesita de un método y de un lenguaje apropiado a sus destinatarios… Jesús sacaba las parábolas y las comparaciones de los elementos de la vida diaria de sus auditores: la mujer que hace el pan, la sal de la cocina, el trabajo del sembrador o del pescador, el banquete de bodas… El catequista se hace siempre más competente en los métodos y lenguajes…

Dos caminos… Dios Padre, para comunicarse con los hombres, usa dos caminos: uno visible, el otro invisible… El camino de la visibilidad es el que hemos descrito hasta ahora. El mensaje del Padre Dios nos llega por medio de los profetas, especialmente por Jesús, por su Iglesia y, muy en concreto, por medio del catequista, con su método y lenguaje.

El Espíritu Santo, Maestro interior El segundo camino es imprescindible. Es un camino espiritual e invisible. Se trata del Espíritu Santo que realiza su misión silenciosa e inefable en el corazón de cada persona que escucha la catequesis: “Maestro interior” (CT 72) Estas consideraciones revelan que el catequista, cuando educa la fe de su comunidad, lo hace siempre “en equipo”: con Jesucristo y con el Espíritu Santo…

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