A las flores les pedimos que tengan perfume, a los hombres educación.
A nadie le duele la cabeza cuando consuela a otro.
A veces los mejores nadadores se ahogan, y los buenos jinetes caen del caballo.
Al amor, como a las buenas cerámicas, cuando se rompe, aunque se reconstruya se le notan las cicatrices.
Antes de que la luz del sol pueda brillar a través de la ventana, debes levantar las persianas.
Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que tu silencio.
Cuando la adversidad llama a tu puerta todos los amigos están dormidos.
El hombre es bueno cuando hace mejores a los demás. La amistad termina donde la desconfianza empieza.
Las buenas fuentes se conocen en las grandes sequías, los buenos amigos, en las épocas desgraciadas.
Las lágrimas derramadas son amargas, pero más amargas son las que no se derraman.